Que nadie añada ni quite una palabra del Evangelio






MENSAJE DEL DÍA 4 DE ENERO DE 1992, PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)


LA VIRGEN:

Hija mía, sigo viniendo con mi manto de misericordia y de amor; ya ves, hija mía, este manto es tan grande como todo el universo. Mis palabras son de amor, pero dentro de poco pueden ser, hija mía, de pena, de lágrimas y de dolor. El mensaje se acabará, pero mis bendiciones seguirán. Quiero en estos tiempos bendecir a los hombres. Mi Hijo me ha mandado para dejaros en el camino, en el camino del Evangelio. Dios os ha creado, os ha redimido y os ha santificado; vuestros corazones están hechos para la eternidad. Por eso, Dios mi Creador, me ha puesto como puerta del cielo. (Pausa, palabras ininteligibles)

Venid a Mí, que Yo soy Madre de amor y misericordia. Y Yo intercederé a mi Hijo y mi Hijo llevará al Padre. Cumplid con las leyes, hijos míos, y que nadie añada ni quite una palabra del Evangelio; mientras el cielo y la tierra existan nada se quitará de las leyes que están escritas.
Hija mía, mira dónde están todos a mi derecha. Por eso, sigue repitiendo, hija mía, una y otra vez las palabras que te comunico.
Pero, ¡pobres de los que están a la izquierda, hijos míos! ¡Hombres de poca fe!, ¿por qué dudáis de la palabra del Evangelio? porque habéis dudado y no habéis querido seguir el camino del Evangelio os encontráis en este lugar. ¡Ay de aquéllos que no cumplan la Ley! Mi Corazón está traspasado de dolor viendo que los hombres cada día se endurecen más y su mente y su corazón están en la tierra.

LA VIRGEN:
¡Ay de aquéllos que sois infieles a las gracias y aquéllos que no os dejáis guiar por el Evangelio!, más os valiera haber muerto, hijos míos, antes de que llegue la hora suprema de Dios. Todavía os ofrece mi Corazón amor; venid, que Yo tengo un Corazón grande de Madre y os puedo impregnar de mi amor. Y cuando se acaben los mensajes en este lugar, no hagáis caso cuando os digan que aquí o allí, cerca de estos lugares se siguen repitiendo los mensajes. Mi mensaje ha sido universal, hijos míos, y ya os lo he dicho todo. Cumplid con las leyes y os salvaréis; pero no juguéis con mi Nombre. No os dejéis arrastrar por esos falsos videntes, por esos falsos profetas, hijos míos, que se adoran ellos mismos sin adorar a Dios, su Creador.

Os he dicho, hijos míos, que mis mensajes se acabarán, pero mi bendición y mi palabra de amor seguirán en este lugar. Sed fieles, hijos míos, fieles testigos del Evangelio; id por todo el mundo a predicar estas palabras de verdad y de vida.

Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantas y tantas ofensas como se cometen en el mundo.
Acudid a Mí, hijos míos, que Yo seguiré derramando gracias muy especiales para la salvación de vuestras almas. A todo el que acuda a este lugar, derramaré gracias especiales sobre él.

Levantad todos los objetos, hijos míos, todos serán bendecidos con bendiciones especiales para la salvación de los moribundos.
Todos han sido bendecidos para la salvación de las almas. Aplicad estos objetos sobre los moribundos.

Y tú, hija mía, sé fuerte; la fortaleza está en Nosotros; refúgiate en nuestros Corazones, y si te dan en una mejilla pon la otra. Ya te he dicho muchas veces que el discípulo no es más que el Maestro, y ya sabes lo que hicieron con el Maestro, hija mía.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.