31 obispos se autoinmolan para salvar a Bergoglio



     J C Cruz, la víctima de Karadima y que le fue a llorar a Bergoglio es un activista LGBT


http://dailycaller.com/


Hace unos días, el Papa Francisco les dijo a los obispos de la Iglesia Católica que deben estar preparados para renunciar cuando llegue el momento adecuado para ellos. Incluso dijo que esperaba que supiera cuándo el Espíritu Santo quiere que dimita, un comentario que fue tomado como una pista (no la primera que ha dado) de que tiene la intención de hacerlo en algún momento. Mientras esperábamos una manifestación de esta resolución, el 18 de mayo se nos dio un signo dramático. Toda la jerarquía católica de Chile (los treinta y un obispos activos, con tres jubilados) han ofrecido su renuncia, supuestamente por fallas en el manejo del abuso sexual clerical en ese país.


Cualquier pensamiento de que esto represente los nuevos impulsos del Espíritu estaría fuera de lugar. Es un esfuerzo para salvar la cara después del mayor error de relaciones públicas en el pontificado de Francisco, el que cometió el 18 de enero, cuando defendió al obispo Juan Barros contra las acusaciones de complicidad en abusos sexuales cometidas por el notorio padre Fernando Karadima en Chile. Los pronunciamientos improvisados del Papa Francisco, que le han ganado tanta popularidad entre la profesión periodística, en esta ocasión le fallaron. Declaró que no había visto ninguna prueba de los delitos sexuales alegados y que las acusaciones eran calumnias. Más tarde se demostró que el Papa Francisco efectivamente había visto la evidencia, y estaba desestimando los reclamos de las víctimas que habían estado tratando de obtener justicia durante años.


La razón por la cual este fue un desastre para el Papa Francisco fue que, por primera vez, le valió críticas no solo de una figura tan importante como el Cardenal O'Malley, sino de los medios liberales, a cuyos aplausos había estado jugando con éxito por cinco años. Se necesitaba con urgencia una operación de rescate. En primer lugar, el Papa organizó una de las llamadas "oportunidades de humildad", que le da la bienvenida a la manera en que otras celebridades aprovechan las oportunidades fotográficas. Hubo una reunión con las víctimas, y el Papa Francisco admitió sus propias fallas; pero esto no fue suficiente. Para expiar su error, el Papa llamó a todos los obispos chilenos a Roma y les dijo: ¿qué? - que todos tenían la culpa. Vale la pena citar una frase de su reproche: "Nadie puede eximirse a sí mismo y colocar el problema sobre los hombros de los demás", un caso clásico de la costumbre frecuente de Francisco de denunciar a otras personas por las fallas de las que es el primer ejemplo.


 ¿El resultado? Toda la jerarquía chilena debe renunciar para desviar la atención del error del Papa. La desproporción entre la supuesta causa y el efecto desafía toda razón. El hecho de que un notorio sacerdote (ahora 87) estaba abusando sexualmente de niños en Chile hace 30 años no es motivo para que los obispos chilenos renuncien ahora. Debido a que el Papa hizo un nombramiento episcopal intencionalmente malo en 2015, esa no es razón para que toda la jerarquía renuncie en 2018. 


La crisis no es la de la Iglesia chilena, sino la del Papa. Fue el papa Francisco quien insistió en designar a Barros obispo de Osorno frente a las protestas; fue el Papa Francisco quien poco después acusó a la gente de Osorno de estupidez por oponerse al nombramiento; fue el Papa Francisco quien incurrió en la impopularidad que se manifestó en su visita oficial a Chile en enero de 2018 (un fiasco que se atribuyó a "mala comunicación"); fue el Papa Francisco quien eligió hacer sus comentarios abrasivos a los periodistas el 18 de enero (y los repitió en esencia en un viaje en el vuelo papal tres días después); fue el Papa Francisco contra quien los medios se volcaron por su insensibilidad. Más aún, su paso en falso se debió en parte a la desinformación, como ha alegado; pero el principal responsable de esa desinformación es el ex arzobispo dominador de Santiago, el cardenal Errázuriz, que fue el defensor más inflexible del padre Karadima, llegando incluso a calificarlo de santo. Y el cardenal Errázuriz es el hombre elegido por el papa Francisco (curiosamente a la edad de 80 años) para ser miembro del C9, el consejo de cardenales que se supone planifica la reforma de la Iglesia.

Una serie de preguntas son necesarias. Por ejemplo, ¿el Papa Francisco se hace responsable de sus malos nombramientos y su mal juicio? ¿Y qué tipo de régimen es en el que una jerarquía nacional entera tiene que caer sobre sus espadas para salvar la cara de su jefe? Los déspotas históricos como Napoleón y Stalin fueron famosos por su cruel despreocupación por la vida de sus soldados en pos de sus fines. Hablando de Stalin, también es conocido por su pregunta, "¿Cuántas divisiones tiene el Papa?", Y podemos extenderla para preguntar cuántos otros obispos y cardenales católicos estarán preparados para ser carne de cañón del Papa Francisco, para practicar la inmolación para evitar daños a la imagen de su líder. Me imagino que tantos como le gustaría al Papa Francisco; pero al menos ahora saben exactamente lo que su líder espera de ellos.



Esta nos lleva de vuelta a la cuestión de la renuncia episcopal con la que se abrió este artículo. ¿Se retirará el Papa Francisco? Pero hará que toda la jerarquía perezca primero.


 El historiador y vaticanista Henry Sire es el autor de The Dictator Pope: The Inside Story of the Francisco Papacy (Regnery Publishing).