Cómo actúa el Espíritu Santo




-El Ciclo Divino para la santificación de las almas. 

La flecha indica la dirección del ciclo. Nadie llega a Jesús sino es a través del Espíritu Santo. Nadie llega al Padre sino es a través de Dios hijo, el Espíritu Santo es el primer don del Padre que llega a nosotros, es el mismo Amor de Dios. Y así se cierra este círculo virtuoso, que se repite infinidad de veces, durante toda tu vida y hasta el fin de los tiempos (mientras haya almas que
salvar)

1.6 La moción del Espíritu Santo por los dones

La actividad del Espíritu Santo en nuestras almas es moción: nos santifica moviendo, con la dulzura del amor y con la eficacia de la omnipotencia, todas las actividades de nuestro ser.
Solamente Él puede movernos así, porque únicamente Él posee el sentido divino de tocar las fuentes de la actividad humana sin que los actos dejen de ser vitales o sea SIN QUE DEJEN DE SER LIBRES.

La moción del Espíritu Santo que pretendemos estudiar, la que realiza con sus dones, es algo especial, aún entre las mociones de orden sobrenatural. En las demás, el Espíritu Santo ayuda a nuestra debilidad, pero deja la dirección de los actos a nuestras facultades superiores: la razón dirige, la voluntad ejercita. 

Pero en esta especialísima moción a la que nos referimos, el Espíritu Santo toma, en lo más íntimo de nuestras almas, el lugar que corresponde a lo más alto y más activo y se constituye en director del alma, en plenitud de fuerza y sin alterar su libertad.
“Los que son movidos por el Espíritu Santo, éstos son los hijos de Dios” dice el Apóstol San Pablo.

Ahora bien, para que el Espíritu Santo mueva a un alma necesita estar íntimamente unido a ella por la caridad. Nos mueve porque nos ama, y es por nosotros amado, nos mueve en la medida de nuestra mutua posesión. Se podría decir que su moción es una caricia del amor infinito de Dios.
Sin esta moción del Espíritu Santo es imposible conseguir la salvación de nuestras almas y menos aún la perfección cristiana. Nuestra salvación y nuestra perfección consiste en la reproducción fiel de Jesús en nuestras almas. Pues bien, esta reproducción no la logrará jamás el discípulo (nosotros), es necesario que la realice el Maestro (el Espíritu Santo)


Luis María Martínez. El Espíritu Santo