Un milagro de san Francisco


Unos hombres de Lentini cortaron una enorme piedra del monte para ser colocada en el altar de una iglesia de San Francisco, que muy pronto iba a ser consagrada. Unos cuarenta hombres trataban de colocar la ingente mole sobre un vehículo; en uno de los esfuerzos, cayó la piedra sobre uno de los hombres, cubriéndolo como losa de muerte.

Desconcertados, no sabían qué hacer. La mayor parte de los hombres se alejaron desesperados. Pero diez hombres que quedaron invocaban con voz lastimosa a San Francisco, pidiéndole no permitiera que un hombre entregado a su servicio muriese de modo tan horrible. Recobraron el ánimo y movieron la piedra con tanta facilidad, que nadie duda que allí estuvo presente el poder de San Francisco.

Se levantó el hombre incólume en todos sus miembros; e incluso obtuvo el beneficio de recuperar la vista, que la tenía un tanto perdida. De esta forma se daba a entender a todos cuán eficaz es, aun en casos desesperados, el poder de los méritos del bienaventurado Francisco.