De Mattei: Francisco ha caído en herejía



El historiador de la Iglesia afirma que Bergoglio cayó en la herejía sobre la pena de muerte

Roberto de Mattei: Quien diga que la pena de muerte es mala en sí misma "cae en la herejía"


3 de agosto de 2018 (LifeSiteNews) - La legalidad de la pena de muerte es una verdad de `fide tenenda´, definida por el Magisterio ordinario y universal de la Iglesia, de manera constante e inequívoca. Quien afirma que la pena capital es en sí misma un mal, cae en la herejía.

La enseñanza de la Iglesia se expresó claramente en una carta del 18 de diciembre de 1208, en la que Inocencio III condenó la posición de los valdenses con estas palabras, informadas por Denzinger:

"De potestate saeculari asserimus, quod sine peccato mortali potest iudicium sanguinis exercere, dummodo ad inferendam vindictam non odio, sed iudicio, non incaute, sed consultar procedat" (Enchiridion symbolorum, definitionum et declaratium de rebus fidei et morum, editado por Peter Hünermann SJ , n. 795).
Es decir: "Con respecto al poder secular, afirmamos que puede ejercer un juicio de sangre sin pecado mortal, siempre que al llevar a cabo el castigo proceda, no por odio, sino juiciosamente, no de manera precipitada, sino con precaución "(Innocent III, DS 795/425).

La misma posición fue reafirmada por el Catecismo del Concilio de Trento (Parte III, n.332), por el Catecismo Mayor de San Pío X (Parte III, n.413) y por el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2267). El Papa Francisco ha firmado un rescripto que modifica el Catecismo con esta nueva formulación:
La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que "la pena de muerte es inadmisible porque es un ataque a la inviolabilidad y la dignidad de la persona", y trabaja con determinación para su abolición en todo el mundo.



Según el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis Ladaria, el nuevo texto sigue los pasos de la enseñanza de Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium vitae, pero hay una diferencia radical. Juan Pablo II, en Evangelium vitae, sostiene que la Iglesia, en las circunstancias históricas actuales, debería favorecer la abolición de la pena de muerte, pero afirma que la pena de muerte no es injusta per se, y el mandamiento "No matarás" "Solo tiene valor absoluto" cuando se refiere a la persona inocente "(nos 56-57). En cambio, el Papa Francisco considera la pena capital inadmisible en sí misma, negando abiertamente una verdad infaliblemente definida por el Magisterio ordinario de la Iglesia.

Para justificar este cambio, se apela a las condiciones sociológicas cambiadas. En el rescripto del Papa Francisco, dice:

El recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un juicio justo, se consideró durante mucho tiempo una respuesta adecuada a la gravedad de ciertos crímenes y un medio aceptable, aunque extremo, de salvaguardar el bien común. Hoy, sin embargo, hay una aumento de conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde incluso después de la comisión de crímenes muy graves. Además, ha surgido un nuevo entendimiento sobre la importancia de las sanciones penales impuestas por el estado. Por último, se han desarrollado sistemas de detención más efectivos, que garantizan la debida protección de los ciudadanos pero, al mismo tiempo, no privan definitivamente a los culpables de la posibilidad de redención.

Sin embargo, la noción de "dignidad humana" no cambia dependiendo de los tiempos y las circunstancias históricas, del mismo modo que el significado moral de la justicia y el castigo no cambia. Pío XII explica que cuando el Estado recurre a la pena de muerte, no pretende ser el amo de la vida humana, sino que solo reconoce que el criminal, a través de una especie de suicidio moral, se ha privado del derecho a la vida. De acuerdo con el Papa Pío XII:

Incluso cuando se trata de la ejecución de una persona condenada a muerte, el Estado no dispone del derecho individual a la vida. Luego se le reserva a la autoridad pública privar al condenado del "bien" de la vida, en expiación de su culpa, después de él haberse privado de su "derecho" a la vida por su crimen. (Discurso a los participantes en la Conferencia Internacional de Histopatología del Sistema Nervioso, domingo, 14 de septiembre de 1952, n. ° 28)
Por su parte, teólogos y moralistas a lo largo de los siglos, desde Santo Tomás de Aquino hasta San Alfonso de Liguori, han explicado cómo la pena de muerte se justifica no solo por la necesidad de proteger a la comunidad, sino que también tiene un carácter retributivo, en eso restaura un orden moral violado, y un valor expiatorio, como con la muerte del Buen Ladrón, que lo unió al sacrificio supremo de Nuestro Señor.

El nuevo rescripto del Papa Francisco expresa ese evolucionismo teológico, condenado por San Pío X en Pascendi, y por Pío XII en Humani generis, que no tiene nada que ver con el desarrollo homogéneo de la doctrina tratada por el cardenal John Henry Newman.


La condición (para que se dé) el desarrollo del dogma es, de hecho, que los nuevos enunciados teológicos no contradigan la enseñanza anterior de la Iglesia, sino que se deben limitar a sí mismos a fin de hacerlo explícito y profundizarlo. 

Por último, como en el caso de la condena de la anticoncepción, no se trata aquí de opiniones teológicas legítimamente debatidas, sino de verdades morales que pertenecen al Depositum fidei, y que por lo tanto deben ser aceptadas para seguir siendo católico. 

Esperamos que los teólogos y los Pastores de la Iglesia intervengan tan pronto como sea posible para corregir públicamente este último grave error del Papa Francisco.  

*********Roberto de Mattei es un historiador italiano y presidente de la Fundación Lepanto. 

Ha sido profesor en diversas universidades y se ha desempeñado como vicepresidente del Consejo Nacional de Investigación, la institución científica líder en Italia. Traducción del italiano por Diane Montagna