Wuerl desobedeció a BXVI y no castigó a McCarrick


(...)En el 2006 Viganò fue a transmitir personalmente al entonces secretario de Estado, Tarcisio Bertone, un informe contra McCarrick, elaborado en los años anteriores por los entonces nuncios en Estados Unidos, Gabriel Montalvo y Pietro Sambi. Y otro tanto hizo en el 2008, adelantando a las máximas autoridades vaticanas un informe redactado por uno de los más exhaustivos investigadores de los abusos sexuales en los Estados Unidos, Richard Sipe.
En ambos casos no obtuvo respuesta. Pero cuando llegaron las informaciones, no se sabe por cuál vía, a Benedicto XVI en persona, eso tuvo su efecto. Entre el 2009 y el 2010 le fueron impuestas a McCarrick – escribe Viganò – las siguientes sanciones:
"El cardenal tenía que irse del seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones púbicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia ".
Las sanciones le fueron comunicadas a McCarrick por el entonces nuncio Sambi. Pero jamás fueron puestas en práctica, con el pleno apoyo del arzobispo de Washington, el cardenal Donald Wuerl, quien siguió hospedando al réprobo en el seminario de su diócesis y tratándolo con todos los honores, salvo hoy que declara no haber sabido jamás nada de sus fechorías.
Después, en el 2013, fue elevado al papado Jorge Mario Bergoglio, quien el 23 de junio recibió en audiencia a Viganò, en ese ínterin convertido nuncio en Estados Unidos, quien relata hoy de este modo las palabras que dijo y la reacción que tuvo el Papa:
"'Santo Padre, no sé si usted conoce al cardenal McCarrick, pero si le pregunta a la Congregación para los Obispos, hay un dossier así de grande sobre él. Ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes, y el Papa Benedicto le ha impuesto retirarse a una vida de oración y penitencia'. El Papa no hizo el más mínimo comentario a mis graves palabras y su rostro no mostró ninguna expresión de sorpresa, como si ya conociera la situación desde hace tiempo, y cambió enseguida de tema".
Es un hecho que Francisco no sólo no obligó a McCarrick a someterse a las sanciones que le fueron impuestas por Benedicto XVI, sino que lo mantuvo cercano a él hasta hace pocas semanas como su primer consejero en los nombramientos claves que están rediseñando la jerarquía católica en Estados Unidos, promoviendo a sus protegidos. "Solo cuando estuvo obligado por la denuncia de un abuso contra un menor – escribe Viganò – tomó medidas contra él".
Pero a juicio del ex nuncio en Estados Unidos, para el papa Francisco el caso no puede considerarse cerrado. Escribe Viganò al final de su requisitoria:
"Francisco está abdicando del mandato que Cristo dio a Pedro de confirmar a sus hermanos. Es más, con acción los ha dividido, los induce en error, anima a los lobos a seguir destrozando a las ovejas del grey de Cristo. En este momento extremamente dramático para la Iglesia universal tiene que reconocer sus errores y, en coherencia con el proclamado principio de tolerancia cero, el Papa Francisco tiene que ser el primero en dar ejemplo a los cardenales y obispos que han encubierto los abusos de McCarrick y tiene que dimitir con todos ellos".
El "Testimonio" de Viganò es muy detallado y pone en tela de juicio a otros cardenales importantes, desde Pietro Parolin hasta Sean Patrick O'Malley y Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. Debe leerse en su totalidad:

En español: