Viganò: Francisco me ha calumniado reiteradamente


Estimados lectores de Stilumcurialis, con un poco de retraso ofrezco el documento con el que el arzobispo Carlo Maria Viganò reitera su Testimonio del pasado 25 de agosto. He subrayado en cursiva algunos pasajes que me han parecido particularmente significativos. En particular, el que se refiere al prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal canadiense Marc Ouellet. El arzobispo Viganò añade, con respecto al primer Testimonio, un detalle interesante y decisivo. En ese primer Testimonio, en relación con las sanciones que Benedicto XVI habría impuesto a McCarrick, Viganò, quien en ese período estaba en el Governatorato [de la Santa Sede], dijo que lo había sabido por boca del cardenal Giovanni Battista Re. En el documento actual, añade que supo personalmente de las sanciones del entonces prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal Marc Ouellet, cuando estaba a punto de partir como nuncio en Estados Unidos, y lo invita a hablar, a hacer público los documentos que demuestran qué tipo de persona era McCarrick, y cómo había sido encubierto en el Vaticano.

No creemos que Ouellet lo haga
. Ouellet ha sido sustancialmente depuesto de su cargo, como ya hemos escrito. Poco después de la elección [de Francisco] fue nombrado secretario de la Congregación y hecho obispo quien era un simple funcionario, (de) Ilson de Jesus Montanari, gran amigo íntimo desde siempre del secretario personal del pontífice, Fabián Pedacchio Leániz, quien también es funcionario de la Congregación para los Obispos. El nombramiento, absolutamente extraordinaria de Montanari, fue funcional a un mecanismo de expropiación total de la Congregación sobre los nombramientos de los obispos. Sucedió que se debía discutir un nombramiento en Canadá. Se discutieron tres nombres. Sobre uno de éstos, Ouellet, quien es canadiense y conoce bien la situación, dijo: absolutamente no. Del segundo dijo que era bueno, y del último dijo que seguía siendo el mejor. Pero el primero, el que Ouellet no quería, aparentemente por cuestiones relacionadas con la moralidad; y a la luz de lo que sucede nos podemos imaginar por qué, tenía amigos en el firmamento. Y al día siguiente Fabián Pedacchio Leániz llegó diciendo: el Papa quiere a éste. Casualmente, el que Ouellet no quería... Pero Ouellet espera que obrando así –tragándose sapos y haciéndole la corte al soberano– pueda permanecer el tiempo suficiente con los obispos (está allí desde 2010), para correr en una posición fuerte para el próximo cónclave.
Viganò: “Papa Francisco, ¿por qué no responde? El que calla, otorga”

Scio Cui credidi
Sé bien en quien tenga puesta mi fe
(2 Tim 1, 12)


Al comienzo de este escrito de mi autoría deseo ante todo agradecer y dar gloria a Dios Padre por cada situación y prueba que ha dispuesto y que quiera disponer para mí durante mi vida. Como todo bautizado, como sacerdote y obispo de la Santa Iglesia, esposa de Cristo, estoy llamado a dar testimonio de la verdad. Por el don del Espíritu que me sostiene con gozo en el camino que estoy llamado a recorrer, intento hacerlo hasta el final de mis días. Nuestro único Señor también me ha dirigido la invitación: "¡ Sígueme!", e intento seguirlo con la ayuda de su gracia hasta el final de mis días.

“A Yahveh mientras viva he de cantar,
mientras exista salmodiaré para mi Dios.
¡Que mi poema le complazca!
En Yahveh tengo mi gozo”.
(Sal 103, 33-34)

Ha transcurrido un mes desde que di a conocer mi Testimonio, únicamente para el bien de la Iglesia, de todo lo que pasó en la audiencia con el papa Francisco el 23 de junio de 2013, y en relación con ciertos temas que me dieron a conocer en los encargos que me fueron confiados en la Secretaría de Estado y en Washington, con respecto a los que se han hecho responsables de encubrir los crímenes cometidos por el ex arzobispo de esa ciudad capital.

La decisión de revelar esos hechos fue para mí la más dolorosa y seria que he tomado en toda mi vida. La tomé después de una larga reflexión y oración, durante meses de profundo sufrimiento y angustia, en un crecer incesante de continuas noticias de acontecimientos terribles, con miles de víctimas inocentes destruidas, de vocaciones y de jóvenes vidas sacerdotales y religiosas devastadas. El silencio de los pastores que habrían podido remediarlos y prevenir nuevas víctimas se ha vuelto cada vez más insostenible, un crimen devastador para la Iglesia. Bien consciente de las enormes consecuencias que mi Testimonio podría llegar a provocar, porque lo que estaba a punto de revelar involucraba al mismo sucesor de Pedro, sin embargo elegí hablar para proteger a la Iglesia y declaro con clara conciencia delante de Dios que mi testimonio es verdad. Cristo murió por la Iglesia, y Pedro, Servus Servorum Dei, es el primero que fue llamado a servir a la esposa de Cristo.

Ciertamente, algunos de los hechos que yo estaba a punto de revelar estaban cubiertos por el secreto pontificio que yo había prometido observar y que he observado fielmente desde el comienzo de mi servicio a la Santa Sede. Pero la finalidad del secreto, incluso del pontificio, es proteger a la Iglesia de sus enemigos, no de encubrir y convertirse en cómplices de los crímenes cometidos por algunos de sus miembros. He sido testigo, no por mi elección, de hechos impactantes, y como está escrito en el Catecismo de la Iglesia Católica (par. 2491), el sello del secreto no es vinculante cuando la custodia del secreto podría causar daños muy graves y evitables sólo por medio de la revelación de la verdad. Sólo el sello del secreto sacramental habría podido justificar mi silencio.

Ni el Papa ni ninguno de los cardenales en Roma han negado los hechos que he afirmado en mi Testimonio. El dicho “Qui tacet consentit” [“El que calla, otorga”] se aplica seguramente en este caso, porque si quisieran negar mi Testimonio no tienen más que hacerlo, y proporcionar los documentos en apoyo de su negación. ¿Cómo es posible concluir que la razón por la que no proporcionan los documentos es porque ellos saben que los documentos confirmarían mi Testimonio?

El centro de éste último es que al menos desde el 23 de junio del 2013 el Papa supo por mí cuán perverso y diabólico fue McCarrick en sus intentos y en su obrar, y en vez de tomar respecto a él las providencias que todo buen pastor habría tomado, el Papa hizo de McCarrick uno de sus principales agentes de gobierno de la Iglesia, para Estados Unidos, para la curia [romana] e incluso para China, tal como con gran desconcierto y preocupación por esa Iglesia mártir estamos viendo en estos días.

Ahora bien, la respuesta del Papa a mi Testimonio ha sido: “¡No diré una sola palabra!”. Excepto después, contradiciéndose, parangonando su silencio con el de Jesús de Nazaret frente a Pilatos y comparándome con el gran acusador, Satanás, quien siembra escándalo y división en la Iglesia, pero sin pronunciar jamás mi nombre. Si hubiese dicho “Viganò mintió” habría refutado mi credibilidad e intentado acreditar la suya. Pero obrando de ese modo habría acrecentado el pedido por parte del pueblo de Dios y del mundo de los documentos necesarios para determinar quién de los dos habría dicho la verdad. Pero por el contrario, ha puesto una sutil calumnia contra mí, calumnia condenada muchas veces por él mismo, comparándola con un asesinato grave. Pero además, lo ha hecho reiteradas veces en el contexto de la celebración del sacramento más sagrado, la Eucaristía, en la que no se corre el riesgo de ser refutado como acontece frente a los periodistas. Cuando habló a los periodistas, les pidió que ejercieran su profesión en forma madura y que extrajeran sus conclusiones. ¿Pero cómo pueden los periodistas descubrir y conocer la verdad, si los que están directamente implicados se niega a responder toda pregunta o a revelar cualquier documento? La falta de voluntad del Papa para responder a mis acusaciones y su sordera a los pedidos de los fieles de ser responsable no es en absoluto compatible con su pedido de transparencia y de ser constructores de puentes, pero no de muros.

Pero hay más: haber encubierto a McCarrick no parece haber sido ciertamente un error aislado por parte del Papa. Muchos otros casos han sido recientemente documentados por parte de la prensa, mostrando que el papa Francisco ha defendido a sacerdotes homosexuales que cometieron graves abusos sexuales contra menores o adultos. Incluso su roll en el caso del padre Julio Grassi en Buenos Aires, haber reinstalado al padre Mauro Inzoli después que el papa Benedicto XVI lo había removido del ministerio sacerdotal (hasta el momento en que fue puesto en la cárcel, y entonces en este punto el papa Francisco lo redujo al estado laical), y haber cerrado las investigaciones por acusaciones de abusos sexuales contra el cardenal Cormac Murphy O’Connor.
Mientras tanto, una delegación de la USCCB (la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos), encabezada por su presidente, el cardenal DiNardo, fue a Roma para solicitar una investigación vaticana sobre McCarrick. El cardenal DiNardo y los otros prelados deben decir a la Iglesia que está en Estados Unidos y en el mundo: ¿el Papa se ha negado a llevar a cabo una investigación en el Vaticano sobre los crímenes de McCarrick y de los responsables de haberlos encubierto? Los fieles tienen derecho a saberlo.

Me gustaría hacer un llamamiento especial al cardenal Marc Ouellet, porque con él como nuncio siempre trabajé en gran sintonía y siempre tuve gran estima y afecto hacia él. Él recordará cuando al final de mi misión en Washington me recibió por la tarde en su apartamento en Roma, para una larga conversación. Al principio del pontificado del papa Francisco había conservado su dignidad, como lo había demostrado con valentía cuando era arzobispo de Quebec. Pero después, cuando su trabajo como prefecto de la Congregación para los Obispos estuvo virtualmente comprometido, porque la presentación para los nombramientos episcopales llevada a cabo por dos "amigos" homosexuales de su dicasterio pasaba directamente al Papa, pasando por encima del cardenal, él se rindió. Un largo artículo de su autoría, publicado en L'Osservatore romano, en el que se ha mostrado a favor de los aspectos más controvertidos de Amoris Laetitia, representó su rendición. Eminencia, antes de que yo partiera a Washington, usted me habló de las sanciones aplicadas por el papa Benedicto contra McCarrick. Usted tiene a su total disposición los documentos más importantes que incriminan a McCarrick y a muchos en la curia que los han ocultado. ¡Eminencia, le pido fervientemente que dé testimonio de la verdad!

Por último, deseo animarlos a ustedes, queridos creyentes, hermanos y hermanas en Cristo: ¡nunca se desanimen! Hagan suyo el acto de fe y de completa confianza en Cristo Jesús, nuestro Salvador, efectuado por san Pablo en su segunda carta a Timoteo, Scio Cui credidi, que he elegido como mi lema episcopal. Este es un tiempo de penitencia, de conversión y de gracia, para preparar a la Iglesia, esposa del Cordero, a estar lista y a vencer con María la batalla contra el dragón infernal.
Scio Cui credidi” (2 Tim. 1, 12)

En ti, Jesús, mi único Señor, pongo toda mi confianza.

Diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum” (Rom 8, 28)

En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman

Como recuerdo de mi ordenación episcopal, conferida a mí por San Juan Pablo II el 26 de abril de 1992, yo había elegido una foto tomada de un mosaico de la Basílica de San Marcos, en Venecia. Esa foto reproduce el milagro de la tempestad calmada. Me llamó la atención el hecho de que en la barca de Pedro, sacudida por las aguas, la figura de Jesús se reproduce dos veces. En la proa Jesús duerme profundamente, mientras Pedro detrás de él busca despertarlo: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”. Mientras los apóstoles, aterrorizados, miran cada uno en una dirección diferente y no ven que Jesús está erguido detrás de ellos, bendiciendo, al mando de la barca. "Al despertarse, gritó al viento y dijo al mar: cállate, cálmate... Después les dijo: ¿por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?” (Mc 4, 38-40).

La escena es tanto más actual para retratar la tremenda tormenta que está atravesando a la Iglesia en este momento, pero con una diferencia sustancial: el sucesor de Pedro no sólo no ve al Señor en la popa y que sin duda tiene el pleno control de la barca, sino que ni siquiera intenta despertar a Jesús dormido en la proa.
¿Quizás Cristo se ha hecho invisible para su vicario? ¿Quizás está tentado de improvisarse como sustituto de nuestro único Maestro y Señor?
¡El Señor está bien firme al mando de la barca!

¡Que Cristo, la Verdad, pueda ser siempre luz en nuestro camino!

29 de setiembre de 2018
Festividad de San Miguel Árcangel
+ Carlo Maria Viganò
Arzobispo titular de Ulpiana
Nuncio Apostólico

Publicado originalmente en italiano el 28 de setiembre de 2018, en www.marcotosatti.com/…/vigano-il-papa-…
Traducción al español por: José Arturo Quarracino