La medalla milagrosa desmiente a Francisco



Alfonso Ratisbonne, judío, después de convertirse al catolicismo fue ordenado sacerdote, y destinado a París, y con su hermano Teodoro sirvió en los catecumenados para la conversión de los judíos. En diez años, Ratisbonne consiguió que 200 judíos y 32 protestantes se pasaran al catolicismo. F
undó la congregación de Nuestra Señora de Sion, con sede en Israel, cuyo carisma es la evangelización del pueblo judío. 

Entonces, si un judío fue convertido a la verdadera Iglesia Católica, directamente, por nada menos que la Madre de Jesucristo*, y después dedicó su vida a convertir a los judíos al catolicismo, esta realidad choca abruptamente con las ideas de Bergoglio*: la Antigua Alianza está vigente y el judaísmo es un camino válido de salvación, los judíos siguen siendo el pueblo elegido y no se ha revocado su pacto con Dios, es decir, se salvan sin necesidad de Cristo. 

Si uno se salva sin Cristo, María no hubiera llamado expresamente a la Iglesia al reticente judío encargándole ayudar a otros judíos a acoger al Mesías.


-*Y, ¿qué dice Bergoglio de los judíos?

El “Papa” Francisco, afirma en su “Exhortación Apostólica” Evangelii Gaudium : Consideramos al pueblo judío con especial consideración porque nunca se ha revocado su pacto con Dios, porque ‘los dones y el llamado de Dios son irrevocables "n. ° 247 ). 
Años antes, como card. Bergoglio había declarado en un libro que escribió  con un amigo rabino: La Iglesia reconoce oficialmente que el pueblo de Israel continúa siendo el pueblo elegido. En ninguna parte dice: ‘Perdiste el juego, ahora es nuestro turno’ “(Jorge M. Bergoglio y Abraham Skorka,  En el Cielo y la Tierra  [Nueva York: Imagen, 2013, página 188).
Pero dice Jesucristo: “Por eso os digo que el reino de Dios os será quitado, y se dará a una nación que rinda sus frutos” en Mt 21:43, y en
1 Juan 2:23 "Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene también al Padre."

-San Bernardo: se debe pretender la conversión de los judíos

Concilio de Florencia (XVII Ecuménico)

  • Nadie, ni siquiera los judíos, puede salvarse fuera de la Iglesia

Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católicano sólo paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y, sus ángeles (Mt 25, 41), a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; (Denzinger-Hünermann, 1351. Concilio de Florencia. Bula Cantate Domino, de 4 de febrero de 1442)

-Las legalidades mosaicas no pueden guardarse sin pérdida de la salvación eterna
[La sacrosanta Iglesia Romana, fundada por la palabra del Señor y Salvador nuestro] firmemente cree, profesa y enseña que las legalidades del Antiguo Testamento, o sea, de la Ley de Moisés, que se dividen en ceremonias, objetos sagrados, sacrificios y sacramentos, como quiera que fueron instituidas en gracia de significar algo por venir, aunque en aquella edad eran convenientes para el culto divino, cesaron una vez venido nuestro Señor Jesucristo, quien por ellas fue significado, y empezaron los sacramentos del Nuevo Testamento. Y que mortalmente peca quienquiera ponga en las observancias legales su esperanza después de la pasión, y se someta a ellas, como necesarias a la salvación, como si la fe de Cristo no pudiera salvarnos sin ellas. No niega, sin embargo, que desde la pasión de Cristo hasta la promulgación del Evangelio, no pudiesen guardarse, a condición, sin embargo, de que no se creyesen en modo alguno necesarias para la salvación; pero después de promulgado el Evangelio, afirma que, sin pérdida de la salvación eterna, no pueden guardarse. Denuncia consiguientemente como ajenos a la fe de Cristo a todos los que, después de aquel tiempo, observan la circuncisión y el sábado y guardan las demás prescripciones legales y que en modo alguno pueden ser participes de la salvación eterna, a no ser que un día se arrepientan de esos errores. (Denzinger-Hünermann 1348. Concilio de Florencia, Decreto para los Jacobitas, 4 de febrero de 1442)

-*Nuestra Señora se aparece y convierte al judío Alfonso Ratisbonne. Iglesia de San Andreas delle Fratte, Roma, 1842
Alfonso Tobie Ratisbonne (1812-1884), abogado, banquero muy rico, judío libertino. Despreciaba particularmente a la Iglesia Católica y al clero.
(...)Su amigo el Barón De Bussiéres no se dio por vencido y desafió a Ratisbonne a someterse a una simple prueba sobre la eficacia de la medalla milagrosa. Debía llevarla y rezar el Acordaos todos los días. Ratisbonne, ante la insistencia del Barón y para demostrar que nada le iba a persuadir a convertirse, se puso la medalla.  El Baron un grupo de amigos se comprometieron a rezar por la conversión de Ratisbonne. Entre ellos, el conde Laferronays, que estaba muy enfermo y ofreció su vida por la conversión del “joven judío”.  Ese mismo día entró en la Iglesia y rezó 20 Memorares por esa intención, sufrió un ataque al corazón, recibió los sacramentos y murió.
(...). Los dos entraron en la iglesia y Ratisbonne se quedó mirando las obras de arte mientras su amigo estaba en la rectoría. De pronto, el altar dedicado a San Miguel Arcángel se llenó de luz, y se le apareció, majestuosa, la Virgen María, tal como en la imagen de la medalla que llevaba al cuello. El se arrodilló y se convirtió. Mas tarde escribió: "Una fuerza irresistible me llevó hacia ella. Ella me pidió que me arrodillara. Ella no dijo nada pero yo lo entendí todo"  Cuando el barón regresó de la rectoría se encontró a su amigo orando de rodillas con gran fervor frente al altar de San Miguel. Ratisbonne entonces le dijo que deseaba confesarse y prepararse para entrar en la Iglesia. El 31 de enero recibió el bautismo, la confirmación y la comunión de manos del Cardenal Patrizi. 

María Ferraz
(fuentes Denzinger Bergoglio, Firmes en Cristo...)