Jesús: habéis arrinconado la sotana




EL SEÑOR:


Satanás, hija mía, se aprovecha de las almas y más de las almas queridas por mi Corazón; se infiltra en muchos conventos; se infiltra para que los hombres se contagien unos a otros, y el mundo está en manos de Satanás. Sed valientes, hijos míos, amad a la iglesia de Cristo. 

Amad los Mandamientos y cumplidlos. No os avergoncéis de Dios. Sacerdotes míos queridos, tan amados por mi Corazón, sed valientes y predicad la palabra según esta escrita. 

Y vosotros, aquellos que os avergonzáis de Dios y del distintivo de vuestro sacerdocio, hijos míos, ¡ay!, por esa confusión que estáis sembrando en la tierra, hijos míos, no seréis revestidos de la vestidura santa, porque os habéis querido quitar esa vestidura tan bella, hijos míos, que os distingue y que os protege de tantos y tantos pecados. 

Lo mismo que la señal del cristiano es la Santa Cruz, la señal del sacerdote es la vestidura, hijos míos; ¿cómo la habéis arrinconado? Teméis perder la vida; no temáis a los que os pueden quitar la vida, temed a perder el alma, hijos míos.

Mira, hija mía, cuántas almas, privilegiadas por mi Corazón, fieles a Él, están en un lugar disfrutando de la presencia divina del Dios increado.


LA VIRGEN:

¿Cómo los hombres pueden dudar de mi Virginidad, hijos míos? Yo grito que mi Virginidad fue intacta. Fui inmaculada, sin mancha, para ser Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Hijos míos, sacerdotes queridos por mi Inmaculado Corazón, enseñad a los hombres el Evangelio tal como está escrito y amaos unos a otros como Cristo os enseñó.



Mensajes de El Escorial a Amparo Cuevas, 6 enero 1996