Müller: hay un colapso teológico en la Iglesia


En una entrevista para el National Catholic Register, el Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe manifiesta que los responsables de la Iglesia deben reconocer el papel clave que la homosexualidad ha jugado en la crisis de abusos.

La entrevista aborda igualmente la situación actual de la Iglesia, con el avance de las tesis liberales en la teología y la moral. Por ello, el cardenal Müller recuerda que el magisterio de la Iglesia no está por encima de la Palabra de Dios, sino que debe someterse a ella y servirla.

Su eminencia, ¿cuál es su opinión sobre el razonamiento de que los abusos sexuales en el clero son el resultado del clericalismo?

Es muy injusto con Cristo, que dio poder espiritual y autoridad a los apóstoles y obispos, junto con los sacerdotes. La mayor parte de tales abusos no se deben al sacramento del Orden sacerdotal sino a la incontinencia sexual, una falsa comprensión de la sexualidad, no respetar el sexto mandamiento.

Si eres un sacerdote debes predicar el Decálogo y respetarlo. ¿Dónde está escrito en la Sagrada Biblia o en algún otro libro sobre el sacerdocio, o los Padres de la Iglesia, que, porque seas sacerdote, estás exento de respetar las normas morales? Por el contrario, debes dar buen ejemplo.

¿Por qué algunos pastores de la Iglesia están favoreciendo la tesis del clericalismo pero nunca mencionan la homosexualidad?

Creo que no quieren afrontar las verdaderas razones por las que se producen los abusos sexuales a menores, a chicos o a jóvenes y quieren crear su propia agenda. Están en contra del celibato, en contra del sexto mandamiento y por tanto instrumentalizan los abusos y esta terrible situación para sus propios propósitos.

¿Cuáles son sus expectativas para la conferencia de febrero?

Debe haber aún un análisis o un diagnóstico de las verdaderas razones de la crisis, y no se puede proporcionar un tratamiento correcto si tenemos el diagnóstico equivocado. Tomemos, por ejemplo, mi muñeca rota, que me la partí cuando me caí hace unas semanas. Fui al médico y le dije que tenía mucho dolor en esa mano, y es como si me hubiera dicho: «no tiene nada que ver con la mano rota. Es debido a que es un profesor recluido en su torre de marfil que se ha tropezado con sus propios pies; debe ir a un psicólogo y que le haga cambiar de idea. Ya no le dolerá más». Es absurdo. Debemos afrontar la realidad a la luz del Evangelio, la Doctrina y la disciplina de la Iglesia, y la espiritualidad del sacerdocio.

¿Qué piensa de los recientes comentarios del Papa sobre la homosexualidad en una entrevista de hace poco tiempo, en los que decía que los sacerdotes homosexuales que llevan a cabo tales actos deberían considerar dejar el sacerdocio?

Practicar la homosexualidad va en contra de los planes de Dios, el Creador, y nadie puede relativizar la ley divina. El Papa tenía toda la razón. La práctica homosexual no es aceptable, ni con adultos ni muchísimo menos con menores. Más del 80% de las víctimas de abuso sexual son chicos jóvenes, adolescentes varones, de más de 14 años. Esto es un acto homosexual. Sin embargo, el abuso en mujeres es igualmente abominable.

El libro de Daniel Mattson «Porqué no me llamo a mí mismo gay» es muy bueno en este respecto. Yo presenté la versión en italiano. Por una parte, existe la atracción sexual hacia personas del mismo sexo, y por otra parte está la práctica homosexual, que es bastante diferente. Si tienes una atracción normal hacia las mujeres, no se te permite tener una atracción sexual hacia cualquier mujer, sólo hacia tu esposa. Esto está muy claro.

La atracción hacia personas el mismo sexo no justifica el contacto homosexual de ningún modo, como dice San Pablo en el primer capítulo de su Carta a los Romanos. No necesitamos una nueva interpretación de la doctrina sino, más bien, más obediencia a la Palabra de Dios. «Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa… que os ha dado el Espíritu Santo» (1 Tes 4, 7-8).

Un prominente cardenal ha tratado de distinguir entre actos no consentidos y actos consentidos.

¿Dónde está escrito eso en las Sagradas Escrituras? Eso tiene un sentido mundano. Si dos hombres roban algo habiendo un acuerdo entre ambos, ¿es más aceptable porque están de acuerdo en hacerlo juntos?. Esto es un pecado en un doble sentido. De ninguna forma el consentimiento relativiza el pecado.

Y es igualmente muy grave si ese consentimiento se da entre, digamos, un obispo o un sacerdote y un seminarista.

Mucho más que grave. Un pecado es un pecado, y las circunstancias pueden agravar o disminuir la culpa.

El sacerdote norteamericano George Rutler ha dicho recientemente que el Vaticano está sufriendo «un Chernobil teológico». ¿Está de acuerdo con esto?

Hay un colapso no sólo en la teología académica sino también en la base de toda la teología, revelada por la fe.

Necesitamos más teólogos cualificados y debemos valorarlos. Hay ciertamente diferentes formas de teología: los Padres de la Iglesia, los escolásticos, se inspiraron en otros filósofos, pero tenemos una legítima pluralidad teológica que se basa en la misma fe. Escoto es un poco diferente de Santo Tomás de Aquino, y San Agustín es distinto de San Jerónimo, pero tienen la misma base, el mismo fondo: la Escritura, la Tradición y el magisterio.

Por ejemplo, algunos están hablando de una reforma de la Curia, pero no todo el mundo tiene idea de cuál es la postura teológica, eclesiológica de la Santa Iglesia Romana, con el Papa como su cabeza. ¿Qué es el Colegio de cardenales? Es una representación de la Santa Iglesia Romana, un presbiterio o sínodo del Papa para su misión universal.

¿Qué opina de los comentarios del Papa sobre la pena de muerte y su revisión del Catecismo para convertir la pena capital en «inadmisible»?

Estamos en contra de las ejecuciones, pero teóricamente no podemos negarlas absolutamente, si nos fijamos en las discusiones históricas sobre el tema. Si hay delitos capitales, la pregunta es si el estado laico tiene el derecho de llevar a cabo ejecuciones. Pero Jesús fue condenado a muerte, él era inocente, y esto pertenece a la soteriología; sin embargo, no se reflexionó sobre estas cuestiones antes de que se hiciera la nueva declaración. Y no está bien dar la impresión de que, si el Papa quiere, puede simplemente cambiar el Catecismo. ¿Dónde están los límites? El magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino que está bajo ella y la sirve (Verbum Dei, 10).

¿Piensa que esa acción unilateral sienta un mal precedente?

Se justifica como un desarrollo del dogma, pero la pena de muerte no tiene relación directa con ningún dogma. Es una verdad natural, perteneciente a la ética natural del estado. No es un asunto relativo a la autorrevelación de Dios de la verdad y la salvación de todos. Esta es la autorrevelación de Dios en Jesucristo, los sacramentos pertenecientes a la materia fidei. Sin embargo, tenemos también verdades naturales: la Iglesia lucha por los derechos humanos, por ejemplo, pero estos derechos no pertenecen a la Revelación sobrenatural.

Una tesis dice que Benedicto XVI y San Juan Pablo II sentaron las bases para esto. Juan Pablo, por ejemplo, pidió una moratoria internacional para la pena de muerte.

Esto es otra cuestión: hay una parte teórica y otra práctica. Lo primero que debemos considerar es: ¿hay delitos que resultan en la pérdida de una vida, que quitan la vida, que significan que el delincuente ha perdido su derecho a la vida?. La otra pregunta es si y cómo eso se debería llevar a cabo. Algunos estados modernos antidemocráticos y dictaduras no respetan la dignidad humana.

¿Cree que una posición absolutista contra la pena de muerte se relaciona con un problema más amplio y más profundo de pérdida del sentido de la justicia, un problema que algunos estiman que radica en una falta de fe en el Juicio Final, siendo el razonamiento que si no hay Juicio Final, esto afecta a nuestra perspectiva general de justicia en todas nuestras relaciones?

En general necesitamos más sentido de responsabilidad última, y no de sentir que se es sólo responsable ante la reacción de la prensa, internet o la opinión pública.

¿Piensa que el mayor problema es que hemos perdido el sentido de lo eterno, lo sobrenatural, y por lo tanto, lo vemos todo desde la perspectiva de esta vida?

Creo que casi todos creemos en la vida eterna pero sólo como un consuelo ante la muerte, mientras que otros no lo consideran relevante en sus propias vidas, hechos, omisiones, pecados. A su entender, Dios siempre nos está otorgando misericordia, pero no es el Dios de la Revelación de Jesucristo. Es su propia proyección. «Yo me perdono a mí mismo y Dios sólo es el espejo en el cual me veo reflejado, éste es mi Dios. Dios no me justifica, sino que yo me justifico a mí mismo y Dios sólo es el medio».

¿Cree que estamos llegando a un punto de inflexión?. ¿Podrían cambiar algunas cosas y que la teología y el dogma volvieran a ser importantes?.

Muchos católicos liberales están muy contentos con la relativización del dogma moral.

Siempre quieren estar del lado de la mayoría, el colectivo, pero pertenecer a Cristo es una cruz, requiere penitencia y cambio de vida, obediencia a los mandamientos, la hermandad de Cristo. Algunos quieren un Dios blando.

Algunos responsables de la Iglesia no se dan cuenta de la grave crisis en que se halla inmersa. Debemos aprender de los errores de la historia y aprender de los grandes movimientos de reforma.

Aquí tenemos la correcta definición de reforma: «Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto». (Rom 12, 2).



(NCR/InfoCatólica