Panamá: sermones de Bergoglio estilo Nancy Pelosi


Sus sermones podrían haber sido escritos por Nancy Pelosi.

El Papa Francisco pasa mucho más tiempo hablando de esta vida que de la siguiente. Por ejemplo cuando dice: "Otro mundo es posible", pero no se está refiriendo al cielo. Se refiere a un revolucionado orden político. El viaje del Papa a la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá marcó otro intento de hacer avanzar su visión temporal. Pidió a los jóvenes que construyeran un mejor "futuro", pero no especificó dónde. 

Utilizó su visita -desde el "centro" de la cultura de caravanas de América Central- para alentar la inmigración ilegal. Deploró la "condena sin sentido e irresponsable" de los inmigrantes ilegales y reflexionó sobre los países con "puentes", no muros. En el viaje en avión a Panamá, el Papa Francisco ya había atacado a los gobiernos partidarios de las fronteras. Culpó de la división y la inestabilidad en los países que se ven afectados por la inmigración ilegal, no a las consecuencias de esa invasión sino al "miedo" a ella. "Es el miedo lo que nos vuelve locos", dijo, luego de que un reportero le hizo una pregunta relacionada con el muro propuesto por el presidente Trump.

Para un papa que dice que no le gusta "imponer cargas" a las personas, no tiene ningún problema en hacerles sentir culpables cuando tienen inquietudes racionales acerca de dejar sus fronteras abiertas. La implacable defensa de la amnistía del Papa representa una desviación del respeto acostumbrado que la Iglesia le dio al estado con respecto a sus deberes legítimos. Los papas anteriores, citando el mandato de Jesucristo "Dad al César las cosas que son del César y a Dios las que son de Dios", se mostraron reacios a cuestionar algo tan fundamental para el buen gobierno como la legislación migratoria. Pero este papa no siente tal vacilación al invadir el espacio de César. Permitió que una de las ceremonias de oración en Panamá se convirtiera en algo parecido a un mitin a favor de la amnistía, con referencias a Jesús golpeado como un inmigrante ilegal.

No se le ocurre que un gobierno responsable pueda necesitar construir puentes y también muros . Trata los deberes básicos del gobierno como un impedimento para el bien común más que como una fuente del mismo, y se niega a considerar las implicaciones de un derecho universal a la amnistía. 

Durante su viaje a Panamá, dejó en claro que su disgusto por los "muros" alcanzaba a los "invisibles", mientras visitaba a los prisioneros, a quienes consideraba como víctimas de la mentalidad de encierro de la sociedad. Dio a entender que la "actitud" de la sociedad hacia sus crímenes es peor que los propios crímenes. "Esta actitud arruina todo, porque erige un muro invisible que hace que la gente piense que, si marginamos, separamos y aislamos a los demás, todos nuestros problemas se resolverán mágicamente", dijo a los presos. "Cuando una sociedad o comunidad permite esto, y no hace nada más que quejarse y ser mordaz, entra en un círculo vicioso de división, culpa y condena".

Al papa le gusta enfrentar a los ilegales con los legales e insinúa que a estos últimos les falta moral por pedirle a su gobierno que los proteja. Busca reunir a los miembros de la Iglesia no en torno a Sus enseñanzas reales, sino en torno a su propia política de izquierdas. En su discurso a los obispos de América Central durante el viaje, los instó a asumir un papel aún más político. Dijo que quería que ellos "pensaran con la iglesia", por lo que aparentemente se refería a las prioridades políticas de la jerarquía actual de la iglesia. De acuerdo con la mentalidad tradicional de la Iglesia, el deber de un obispo es salvar almas, no declamar sobre asuntos políticos complicados más allá de su competencia. 

Pero para el Papa Francisco, el reino de los cielos tiene menos atractivo que la política del momento. En momentos durante su visita a Panamá, su politización del cristianismo lo hizo sonar panteísta: "El camino de la cruz de su Hijo continúa en la súplica de nuestra madre tierra, profundamente herida por la contaminación de sus cielos, la esterilidad de sus campos, la contaminación de Sus aguas, pisoteadas por el desprecio y una furia consumista más allá de toda razón ".

Según informes de prensa, la participación en el evento fue decepcionante. Ellos atribuyeron las pírricas cifras a la época del evento, que entró en conflicto con los horarios escolares de los estudiantes de América y Europa. Pero seguramente parte del poco entusiasmo por tales eventos se debe a las políticas aburridas y diletantes de este papado.

¿Podría ser, como dijo Jesús, que los jóvenes quieren "pan", no piedras?


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