Un fraile condenado al Purgatorio


El Padre Pío le dijo a Fray Alberto de otra aparición de un alma del purgatorio, que también se produjo en la misma época.

Él dijo:
Una noche, cuando estaba absorto en la oración en el coro de la pequeña iglesia fui sacudido y perturbado por el sonido de pasos, y velas y jarrones de flores que se movían en el altar mayor.

Pensé que alguien debía estar allí, y grité:

“¿Quién es?”
Nadie respondió. Volviendo a la oración, me molestaron de nuevo los mismos ruidos.
De hecho, esta vez tuve la impresión de que una de las velas, que estaba en frente de la estatua de Nuestra Señora de Gracia, había caído.
Con ganas de ver lo que estaba sucediendo en el altar, me puse de pie, me acerqué a la reja.
Y vi, a la sombra de la luz de la lámpara del Tabernáculo, un hermano joven haciendo un poco de limpieza.

Yo pensé que él era el Padre Leone que estaba reestructurando el altar; y como ya era la hora de la cena, me acerqué a él y le dije:

“Padre Leone, vaya a cenar, no es tiempo para desempolvar y reparar el altar”.
Pero una voz que no era la voz del padre Leone me contestó:

“Yo no soy el Padre Leone”,

“¿Y quién es usted?”, le pregunté.

“Yo soy un hermano suyo que hice el noviciado aquí, mi misión era limpiar el altar durante el año del noviciado.

Desgraciadamente en todo ese tiempo yo no reverencié a Jesús Sacramentado, Dios Todopoderoso, como debía haberlo hecho, mientras pasaba delante del altar.
Causando gran aflicción al Sacramento Santo por mí irreverencia.
Puesto que El Señor se encontraba en el tabernáculo para ser honrado, alabado y adorado.
Por este serio descuido, yo estoy todavía en el Purgatorio.
Ahora, Dios, por su misericordia infinita, me envió aquí para que usted decida el tiempo a partir del del que yo podré disfrutar del Paraíso.

Y para que Ud. cuide de mí.”
Yo creí haber sido generoso con esa alma en sufrimiento, por lo que exclamé:
“Usted estará mañana por la mañana en el Paraíso, cuando yo celebre la Santa Misa”.

Esa alma lloró: Cruel de mí, que malvado fui.

Entonces lloró y desapareció.

Esa queja me produjo una herida tan profunda en el corazón, la cual he sentido y sentiré durante toda mi vida.

De hecho yo habría podido enviar esa alma inmediatamente al Cielo.
.
Pero yo lo condené a permanecer una noche más en las llamas del Purgatorio.

dos mujeres ante una tumba purgatorio

OTRAS ALMAS

La Señora Cleonice Morcaldi de San Giovanni Rotondo
Fue una hija espiritual del Padre Pío; a un mes de la muerte de su mamá, el Padre Pío le dijo:

“Esta mañana tu mamá ha volado al Paraíso, la he visto mientras estaba celebrando la Misa.”

Lo que quiere decir que tuvo la gentileza de ofrecer la misa por el descanso eterno de su alma.

SOLDADOS MUERTOS

En otras ocasiones, el Padre Pío recibió almas –incluyendo soldados muertos en la Segunda Guerra Mundial– quienes hacían cola para su intercesión.
Una vez, un monje que vivió con él visualizó soldados extraños cerca de la chimenea del padre.

Preguntándose cómo habían entrado, el Padre Pio le explicó,
Que no eran soldados, sino espíritus de fallecidos que se acercaban pidiendo ayuda en su camino a la otra vida.


Fuente: Foros de la Virgen