Jesús y María, una comunión perfecta



- He pedido al Señor que me hiciera conocer la participación de la Santísima Virgen en el Misterio de la Encarnación. Con gran bondad me ha respondido:

“La participación de mi Madre en mi Encarnación es Misterio grande y sublime”.
Mientras Ella me daba la vida corporal y me nutría y me criaba, antes del nacimiento y después del nacimiento, Yo le daba en medida cada vez mayor mi Vida divina. 

Por eso Yo soy como parte de Ella por la naturaleza humana, y Ella es como parte de Mí por la naturaleza Divina.

Naturaleza humana y naturaleza divina en Mí y en Ella, se funden de un modo único, particularísimo y misterioso, por el que todo lo que es mío es también suyo y todo lo que es suyo es también mío.” 

De aquí queda claro y evidente que su participación en el Misterio de mi Encarnación la lleva a una comunión perfecta por lo que, pensamientos, afectos, alegrías y dolores es como si brotaran de una sola fuente.
La participación de Ella en mi sufrimiento infinito es misteriosamente tan intensa que no se puede comprender por la mente humana. Por esta misma razón se vuelve incomprensible a la mente humana su amor por Mí, Uno y Trino, y por todos los hombres.
Es incomprensible a la mente humana la grandeza de mi Madre en la prueba, en el dolor y su grandeza en la gloria.
Ella vive en Mí; Yo vivo en Ella. Así es ahora, así fue,  así será siempre.

25de Julio de 1975

UN HECHO EVIDENTE

-  Señor, ¿cuál es la participación de tu Madre en el Misterio Eucarístico?
"La misma que en el Misterio de la Encarnación. 
Es de comunión perfecta, viviendo Ella de Mí y Yo de Ella: Ella de mi naturaleza divina, Yo de su naturaleza humana. 
He dicho que vivimos en una comunión perfecta: donde estoy Yo, también está Ella.

Hijo, bastaría esto para volver más accesible a las almas la grandeza de mi Madre y vuestra.

Por medio suyo el injerto de Mí, Verbo eterno de Dios, en la naturaleza humana; por medio suyo se ha hecho realidad el Misterio de la salvación. 
Es un Misterio en pleno desarrollo. Por medio de Ella, Satanás ha sido vencido y el hombre de buena voluntad, si quiere, puede salvarse”.
La comunión, que brota del Misterio de la Encarnación, continúa en el Misterio Eucarístico y continuará eternamente. Yo siempre viviré de su naturaleza humana y Ella siempre vivirá de mi naturaleza divina.
Esta comunión es un hecho evidente jamás repetible. No tiene comparación en la comunión  mía con las almas en gracia, aunque también esta última es una cosa que no se puede describir humanamente por su belleza sobrenatural.

Envueltos en la oscuridad

De las relaciones que intervienen entre Dios Uno y Trino y Mi Madre se derivan hechos sublimes, únicos e irrepetibles:

 -  su maternidad inseparable de su virginidad,
 -  su concepción inmaculada,
 -  su exención de la corrupción de la carne,
 -  su asunción y su realeza sobre todas las potestades del Cielo y de la tierra,
-  su poder sobre las mismas fuerzas del infierno que, al final, derrotará definitivamente.

Los hombres, en su presuntuoso simplismo, no ven la grandeza y el poder de mi Madre que es también su Madre. No han escuchado sus repetidas llamadas maternales. 

Si los hombres se volvieran a Ella arrepentidos, si le rezaran, podrían evitar la avalancha que los amenaza y que ya está en movimiento. 
Pero, embriagados de placeres y de bienes materiales, viven en cambio envueltos en la oscuridad como si Dios no existiera y como si tampoco existiera mi Madre. 

Los hombres, e incluso muchos de mis ministros, no han comprendido, el amor sin medida de su Madre Celestial, porque no han profundizado. 

Si lo hubieran comprendido y lo hubieran correspondido, cuántos males no se habrían evitado a los individuos y a los pueblos; ¡cómo habría sido de serena para todos su peregrinación por la tierra!



Jesús al sacerdote Ottavio Michelin, Italia