Bergoglio, santa Teresa y los luteranos

        
Bergoglio, contento de sujetar las tesis de Lutero, el personaje más dañino en la historia de la Iglesia Católica, seguramente después del mismo Francisco, porque el alemán se escindió de la catolicidad, pero Bergoglio se ha quedado en su interior para poder mejor derribar los dogmas y hasta los Mandamientos de la ley de Dios.

María Ferraz

Realmente los escritos de Santa Teresa, doctora de la Iglesia, se dan de bofetadas con la pseudo teología de izquierdas de Bergoglio, la cual ha prohibido, al menos en tres ocasiones, hacer proselitismo con los `cristianos´ no católicos y con el mismo ahínco evitar convertir a los judíos, a pesar de que rechazan al Mesías, el Verbo Encarnado, el Salvador de la humanidad.


¿Qué diría ella del acuerdo fraternal reciente firmado entre el supuesto Vicario de Cristo con líderes islámicos, humillando a la Iglesia al rebajarla ante una religión falsa y cruel, que si subsiste es porque el apóstata lo paga con la muerte?

De repente el papa de la misericordia se ha guardado la compasión en el bolsillo negándosela al Cristo sufriente, a su sangre, a su deseo de llevarnos al Cielo, sacando la bandera blanca de cobarde rendición, poniendo al Hijo de Dios y a su legión de mártires a los pies de los caballos, ya que un cristiano siempre será para un musulmán, un infiel despreciable cuya vida puede ser arrebatada porque así lo quiere Alá.

Algún papa preconciliar llamó a los mahometanos la secta de Satanás precisamente porque es herética al no aceptar al Dios Trinitario, ni que Jesucristo sea Dios, y por tanto niega la Encarnación y la Redención 

Papa Calixto III: “Hago voto de… exaltar la verdadera Fe, y extirpar la diabólica secta [el Islam] del réprobo e infiel Mahoma en el Oriente.”

Papa Eugenio IV (Concilio de Basilea, 1434): “… hay esperanza que muchos de la abominable secta de Mahoma sean convertidos a la fe Católica.” 

Lo que sí está claro es que santa Teresa vio como los seguidores de Lutero acababan en el Infierno, mientras el Padre Pío aseguró que el mismo reformador estaba condenado.

¿Qué opinaría la santa de algunas de las iniciativas ecumenistas vaticanas como:

-un sello conmemorativo en honor a Lutero, 
-la celebración conjunta de los 500 años de la Reforma Protestante
-la exhibición -en uno de los aniversarios de la festividad de la Virgen de Fátima-, de una estatua de Lutero en el Vaticano, 
-permitir que las cenas protestantes que carecen de consagración se celebren en iglesias católicas y las misas en templos no católicos
-abrir la puerta a que los cónyuges protestantes de los católicos, en Alemania, puedan comulgar si el obispo lo permite?

Cuenta Santa Teresa de Ávila su visión del Infierno:

“La entrada parecía ser por un paso largo y estrecho, como un horno, muy bajo, oscuro. El suelo parecía estar saturado de agua, mero barro, asqueroso, con olor desagradable y estaba cubierto de molestos bichos. Al final había un lugar hueco en la pared, como un armario, y en eso me vi confinada. […]“Sentí un fuego en mi alma. […] Mis sufrimientos corporales eran insoportables. He padecido los sufrimientos más dolorosos en esta vida ... sin embargo, todo esto no fue nada en comparación con lo que sentí en ese momento, especialmente cuando vi que no habría ninguna interrupción ni acabarían jamás […]


“No vi quién era el que me atormentaba, pero me sentí en llamas y despedazada; y, lo repito, este fuego interior y la desesperación son los mayores tormentos de todos. […]“No podía sentarme ni acostarme: no había espacio. Me colocaron como si estuviera en un agujero en la pared; y esas paredes, terribles a la vista por sí mismas, me cercaron por todos lados. No podía respirar. No había luz, pero todo era oscuridad espesa. […]“Estaba tan aterrorizada por esa visión, y ese terror me afecta incluso mientras escribo, que aunque ocurrió hace casi seis años, el calor natural de mi cuerpo se enfría con el miedo incluso ahora cuando lo pienso. […]“Fue esa visión la que me llenó con la gran angustia que siento al ver tantas almas perdidas, especialmente de los luteranos, porque una vez fueron miembros de la Iglesia por bautismo, y también me dieron los deseos más vehementes de la salvación de las almas; Ciertamente creo que, para salvar incluso a uno de esos tormentos abrumadores, soportaría con mucho gusto muchas cosas"