Comentario sobre las afirmaciones de Sarah



María Ferraz


No sé si ya estamos todos disparatando. Los jerarcas que parecían intachables, no se atreven a abordar el fondo del problema, y no quieren llamar a las cosas por su nombre. 

Sarah es uno de mis cardenales favoritos, pero en el extracto de su nuevo libro  (ver) dice que no puede callar frente a la crisis de la Iglesia y sin embargo no dice ni una palabra de la verdadera causa y quién la está provocando.

Habla de los judas una y otra vez sin atinar a decir que el jefe de los judas es Francisco, aquel que, no contento con venderse a sí mismo, ha vendido la ortodoxia católica a la masonería eclesiástica, falsificando la Palabra de Dios y traicionando la Tradición, en tantas ocasiones desde que llegó al poder, que la lista es inabarcable.

Sarah debería haber dicho que a él le han tapado la boca y le han atado las manos puesto que desde que hizo alguna tentativa de impulsar el respeto por la liturgia, fue llamado inmediatamente al orden por el mismo Francisco. Entonces su puesto en el Vaticano es meramente simbólico, pero inefectivo. 

He aquí la paradoja: los clérigos ortodoxos tienen que decir la verdad y defender la doctrina en entrevistas de radio o por internet, escribiendo libros o hablando anónimamente para no ser depuestos por el dictador de Roma. Esta es la oligofrenia en la que nos ha metido la mafia de san Gallen y sus derivados.

Sarah pierde la perspectiva cuando llama a los que defendemos la fe como agentes de división (tal como Bergoglio hizo), y hace una llamada al inmovilismo suponiendo que Dios lo arreglará todo si rezamos y nos convertimos. Claro, esto sería cierto si los que no se quieren convertir, lo hicieran, pero no han entrado en la Iglesia con este propósito, sino para hacer perder la fe de los católicos.

Y añade: "No reformamos la Iglesia por la división y el odio"
¿Quién está queriendo reformar la Iglesia? Lo que yo propongo es que los judas sean expulsados sin ninguna contemplación, mejor hoy que mañana. 

Pero ¿cómo puede reformarse una Iglesia en la que, el que está al mando, se recrea en rodearse de mariquitas y disfruta demoliendo los cimientos de la Catolicidad para construir, con nuestro dinero, la religión del Nuevo Orden Mundial?


Sarah acierta cuando dice:

"La Iglesia se muere porque los pastores tienen miedo de hablar con toda verdad y claridad. Tenemos miedo de los medios de comunicación, ¡miedo de nuestros propios hermanos! ”
Lo malo es que aquí, Sarah, se refiere a los casos de abuso sexual donde se ha callado frente a los cupables. Pero este no es el problema más grande que tiene la Iglesia, cuando sólo el 0.01% de los sacerdotes son abusadores. 

El gran problema que tiene la Iglesia es que los clérigos buenos callan frente a los desmanes de los traidores, comunistas y pervertidos, que la han infiltrado desde los años 20. 

Ése es el problema, cardenal Sarah, y para resolverlo es necesario que Bergoglio y demás marxistas y sodomitas empiecen a ahuecar el ala. Cosa que sólo Dios puede hacer, ya que hasta los príncipes de la Iglesia más fieles son incapaces de decirle a Francisco que es un hereje y que ha sido depuesto por excomunión latae sententiae, además de que ha usurpado el cargo de pontífice. 

Dice Sarah que Judas `comulgó sacrílegamente´. 
Cuántos de estos obispos y cardenales están en pecado mortal (basta escuchar lo que dicen) y siguen celebrando los sacramentos  sin que nadie les llame la atención.

No basta hacer afirmaciones generalistas. Hay que apuntar uno por uno a estos mercenarios que están perdiendo a las ovejas de Cristo, acusarlos de sus disparates y meterlos en un cohete con destino a la luna. 

Sigue Sarah: "Sí, como él (Judas), ¡hemos traicionado! (...) Aquel que ya no reza, ya ha traicionado. Camina sobre el camino de Judas".

Sí y no, porque los que entraron en la Iglesia con motivos perversos no han abandonado la oración, es que nunca la han practicado con sinceridad, porque ellos no venían a ser santos y salvar almas, sino a cambiar la doctrina y a condenar a cuantos más mejor.

Lo mismo puede decirse de las causas de la crisis de la Iglesia que Sarah nombra: posturas intelectuales, activismo, compromiso con el mundo, relativizar el celibato... Puede ser que en ciertos casos esto sea verdad, pero los verdaderos lobos disfrazados de oveja ya ingresaron en la Iglesia con malas intenciones, con el relativismo y el odio a la virginidad en sus venas, porque ya eran hombres corrompidos en lo más profundo.

La unidad de la Iglesia reposa sobre cuatro columnas, finaliza Sarah. "La oración, la doctrina católica, el amor a Pedro y la caridad mutua deben convertirse en las prioridades de nuestra alma y de todas nuestras actividades." 

Bien, pero el amor a la verdad y a Cristo pasa por encima del amor a un Pedro usurpador. Porque la Iglesia es de Dios, no de Bergoglio, y su fin es la salvación de las almas, por tanto, amar a las almas significa corregir o expulsar a aquel que trabaja para condenarlas.


Olvidémonos de que algún jerarca nos saque de esta situación catastrófica. Sólo Dios o Su Madre podrá hacerlo