Bergoglio, contento con la victoria roja española



Que España es un país de mayoría izquierdista se ha podido comprobar una vez más. Como decía un comentarista ayer, el PSOE, y los medios de comunicación masivos en poder de los enemigos de España han movilizado a las masas infundiéndoles terror a la supuesta victoria de la ultra derecha (VOX), lo que combinándolo con las reiteradas soflamas anti populistas de Bergoglio, igualmente provocadoras en contra de los nacionalismos en occidente, han creado un caldo de cultivo adecuado para que se imponga el voto rojo.

Bergoglio ya nos ha demostrado de mil maneras que es pro comunista y ya no sorprende que además haya creado un evento vaticano desde la Academia Pontificia para las Ciencias Sociales, para influir políticamente en las conciencias de los pobres ciudadanos, preocupados por muchas cosas, desde cómo llegar a fin de mes, o encontrar un empleo, hasta defenderse del salvajismo de los musulmanes que llegan a miles, porque según él, hay que construir puentes y no muros.

En lugar de que el `pontífice´ advierta a su rebaño del peligro de perder la vida eterna, o del mal que construyen si dan su voto a los defensores de aborto y otras prácticas inmorales (PSOE, Podemos, Ciudadanos o PP), son influidos en sentido contrario, con la excusa de abrir las puertas a los inmigrantes musulmanes (que vienen a robar y destruir, incendiando las casas de Dios o asesinando a sus fieles en plena Pascua), y no alentando a votar a partidos que defiendan la fe, vida y la familia, como VOX, porque defienden también la propia patria de la intrusión islamista. 

La razón es que es un falso profeta interesado más en el discurso marxista de los pobres, aunque a veces lo disimule, que en defender a las almas de los lobos, -porque él mismo es un lobo-, o al propio Dios, que con su Presencia Real en los sagrarios puede ser alcanzado por las bombas terroristas, junto con los cristianos que se reúnen con Él en los actos litúrgicos.


El PSOE nos traerá además, si Dios no lo remedia, la eutanasia. 
Pero Bergoglio podrá celebrar que ha ganado uno de los suyos, en la España post católica, cada vez más alejada de la fe, también por la intrusión islamista.