El cura de Ars: anécdotas con la Virgen



En su lucha contra Satanás su mejor aliada, además del arcángel san Miguel, era la Virgen María, a quien amaba con todo su corazón. Catalina Lassagne asegura: Yo le oí decir que había hecho dos votos a la Virgen Santísima y que nunca había fallado. Uno era celebrar todos los sábados la misa en honor de la Virgen o, si no podía, hacerla celebrar para estar bajo suprotección. El otro era decir cierto número de veces cada día: “Bendita sea la Santísima y Purísima Concepción de la Virgen María.

El 15 de agosto de 1836 hizo la consagración solemne de la parroquia a la Virgen. Mandó hacer un cuadro hermoso para perpetuar el acontecimiento. Ese cuadro estaba a la entrada de la capilla de la Virgen. Catalina Lassagne certifica:Mandó hacer un corazón rojo que está todavía suspendido en la estatua de la Virgen con todos los nombres de los feligreses, escritos y colocados dentro del corazón de la Virgen. Yo me acuerdo con mucha alegría de ese día. El señor cura leyó desde el púlpito los nombres de los feligreses escritos y después los colocó en el corazón de la Virgen.

El día 8 de diciembre de 1854, fecha de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen por el Papa Pío IX, fue para él una fiesta singular. Quiso que la iglesia estuviese adornada con los más bellos adornos. Hubo iluminación general por la tarde en la iglesia y en las casas. Se tocaron las campanas hasta el punto que llegó gente de las parroquias vecinas, pensando que había incendio. Y el mismo padre Vianney se paseó con su auxiliar por la tarde a la luz de las antorchas.

Cuando la epidemia del cólera hizo estragos en Francia, mandó acuñar una medalla, representando a la Virgen en su Inmaculada Concepción con una flor de lis a cada lado y la inscripción en el reverso: Oh María, sin pecado concebida, presérvanos de la peste.

Parece que la Virgen se le apareció muchas veces. El padre Renard, que lo conocía bien y era del pueblo de Ars, habla del caso de una persona que lo vio en la sacristía con una señora y se retiró para esperar hasta que saliera. Como tardaba mucho, tocó la puerta y, al ver que estaba solo, le preguntó dónde estaba la señora. El respondió:
  • -  ¿Usted la ha visto?
  • -  Sí, pero viendo que tardaba en salir, he perdido la paciencia.
  • -  No hable a nadie de esto. Esa señora no saldrá. Era la Virgen María.

    ¿Qué feliz es usted de haberla podido ver? ¡Ámela mucho!.

    El mismo padre Renard relata lo que le contó su propia madre. Un día fue a arreglar la habitación del santo cura y él hizo un gesto de desagrado. Ella le preguntó qué pasaba y él contestó:
- Oh, usted debería quitarse los zuecos para caminar por ahí, mostrándole dos baldosas. Y añadió: Esta noche han venido a consolarme Jesús y María. El demonio casi me había matado. Y ellos han puesto sus sagrados pies ahí.

La piadosa mujer se prosternó y besó las baldosas con respeto. Y él le rogó que no lo dijera a nadie, pero ella se lo contó a su hijo (padre Renard).





EL CURA DE ARS, SACERDOTE EJEMPLAR

El P Ángel Peña