Francisco, enemigo del proselitismo



«El proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido. Hay que conocerse, escucharse y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos rodea. A mí me sucede que después de un encuentro tengo ganas de tener otro, porque nacen nuevas ideas y se descubren nuevas necesidades. Esto es importante: conocerse, escucharse, ampliar el círculo de los pensamientos. El mundo está recorrido por caminos que acercan y alejan, pero lo importante es que lleven hacia el Bien»(?). (Entrevista con Eugenio Scalfari, 1 de octubre de 2013).


Otra vez más: el problema del ecumenismoNunca litigarDejemos que los teólogos estudien los temas abstractos de la teología. Pero, ¿qué debo hacer con un amigo, un vecino, una persona ortodoxa? Ser abierto, ser amigo. ¿Acaso me debo esforzar en convertirlo? Hay un pecado gordo contra el ecumenismo: el proselitismo. Nunca se debe hacer proselitismo con los ortodoxos. Son hermanos y hermanas nuestros, discípulos de Jesucristo. […] ¿Qué debo hacer? No condenar, no, no puedo. Amistad, caminar juntos, rezar unos por otros. Rezar y hacer obras de caridad juntos, cuando es posible. Esto es el ecumenismo. Pero nunca condenar un hermano o una hermana, nunca dejar de saludarla porque es ortodoxa. (Viaje Apostólico a Georgia, 1 de octubre de 2016)


«¿Voy a convencer a otro que se haga católico? ¡No, no, no! ¡Vas a encontrarlo, es tu hermano! ¡Eso basta! Y lo vas a ayudar, lo demás lo hace Jesús, lo hace el Espíritu Santo». (Videomensaje, 7 de agosto de 2013)


»Me alegra saber que en los últimos años, varios santuarios cristianos han sido restaurados en Argelia. Acogiendo a cada uno, tal y como es, amablemente y sin proselitismo, vuestras comunidades demuestran que quieren ser una iglesia con las puertas abiertas, siempre ‘en salida’”. (Discurso a los prelados del Norte de Africa, 2 de marzo de 2015)


[Eugenio Scalfari] En una de nuestras reuniones él me habló de esa misión que concierne también a los no creyentes. La Iglesia misionera” – me dijo – no hace proselitismo, pero lucha por despertar la búsqueda del bien (NT: ¿qué Bien hay si se omite a Dios?) en sus almas.” (La Repubblica.it, 15 de marzo de 2015Original italiano)




JPII: Hoy la conversión se ve como un acto de proselitismo
-46. El anuncio de la Palabra de Dios tiende a la conversión cristiana, es decir, a la adhesión plena y sincera a Cristo y a su Evangelio mediante la fe. La conversión es un don de Dios, obra de la Trinidad; es el Espíritu que abre las puertas de los corazones, a fin de que los hombres puedan creer en el Señor y « confesarlo » (cf. 1 Cor 12, 3). De quien se acerca a él por la fe, Jesús dice: « Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae » (Jn 6, 44)
La conversión se expresa desde el principio con una fe total y radical, que no pone límites ni obstáculos al don de Dios. Al mismo tiempo, sin embargo, determina un proceso dinámico y permanente que dura toda la existencia, exigiendo un esfuerzo continuo por pasar de la vida « según la carne » a la « vida según el Espíritu (cf. Rom 8, 3-13). La conversión significa aceptar, con decisión personal, la soberanía de Cristo y hacerse discípulos suyos. […] Hoy la llamada a la conversión, que los misioneros dirigen a los no cristianos, se pone en tela de juicio o pasa en silencio. Se ve en ella un acto de « proselitismo »; se dice que basta ayudar a los hombres a ser más hombres o más fieles a la propia religión; que basta formar comunidades capaces de trabajar por la justicia, la libertad, la paz, la solidaridad. Pero se olvida que toda persona tiene el derecho a escuchar la « Buena Nueva » de Dios que se revela y se da en Cristo, para realizar en plenitud la propia vocación. La grandeza de este acontecimiento resuena en las palabras de Jesús a la Samaritana: « Si conocieras el don de Dios » y en el deseo inconsciente, pero ardiente de la mujer: « Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed » (Jn 4,10.15). (Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris Missio n. 46, 7 de diciembre de 1990)
Los conciliadores son enemigos de la Iglesia
-En estos tiempos de confusión y de desorden, no es raro ver cristianos, católicos –hasta los hay en el clero secular, en los claustros- que siempre tienen en los labios la palabra de término medio, de conciliación, de transacción. Pues bien! no vacilo en declararlo: esos hombres están en un error, y no los miro como los enemigos menos peligrosos de la Iglesia. Vivimos en una atmósfera corrompida, pestilencial; sepamos preservarnos de ella; no nos dejemos emponzoñar por las falsas doctrinas, que todo lo pierden, so pretexto de salvarlo todo. (Pío IX, palabras en la visita a la iglesia de Aracoeli, 17 de septiembre de 1861)



-Yo te conjuro de la parte de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino, proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar. (2Tim 4,1-2)

-Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! (1Cor 9, 16)