La prioridad de Francisco no es la familia


Entrevista a Roberto De Mattei


P-En numerosas ocasiones ha defendido la importancia de la familia cristiana. Hace apenas un mes se celebró en Verona el Congreso Mundial de la Familia con el objetivo de celebrar y defender la familia natural, sin embargo el acto no contó con el apoyo del Vaticano. ¿A qué cree que se debe?

RDM-Sor Lucía de Fátima dijo al Cardenal Caffarra que la batalla decisiva de nuestro tiempo se desarrollaría en torno a la familia. El Vaticano no apoyó el Congreso de la Familia porque la familia no es su prioridad. La prioridad parece ser dar la bienvenida a los inmigrantes. Pero la primera acogida que debemos hacer es hacia aquellos que tenemos cerca; a los niños que no pueden nacer; a los ancianos a los que se quiere acortar la vida; a los enfermos abandonados en los hospitales, pero sobre todo a todos aquellos que se ven privados del pan de la Verdad y son abandonados en la ignorancia y la confusión.

Hoy en día, en cambio, la acogida al migrante se entiende como la negación de la primacía de la civilización occidental y del papel desempeñado por los misioneros y conquistadores, civilizadores de las sociedades salvajes que practicaban el canibalismo y los sacrificios humanos. Me temo que la idea del próximo Sínodo sobre la Amazonía es que los europeos han cometido un acto de violencia contra los pueblos indígenas de América Latina. La aguja de la Catedral de Notre Dame es también el símbolo de este odio que la Iglesia parece tener hoy de sí misma.

P-Este domingo son las elecciones generales de España y en tan solo un mes serán las europeas. ¿Qué debería de tener en cuenta un católico a la hora de votar?

RDM-No creo que ningún partido político en Europa represente la fe y la moral católica. Pero también estoy seguro de que hay muchas fuerzas políticas que luchan abiertamente contra la fe y la moral de la Iglesia. Estas fuerzas políticas también deben ser combatidas con el voto. Se trata, por tanto, de elegir a las partes que no niegan explícitamente la ley divina y natural en sus programas.

Sin embargo, el futuro de las naciones europeas no se juega en las urnas, sino en la batalla diaria que debemos librar para restaurar la cultura y las costumbres cristianas. En Europa existe la tentación de delegar en los políticos las batallas en defensa de nuestra identidad religiosa y cultural, como si esto no fuera asunto nuestro. En cambio, debemos ejercer un control crítico sobre nuestra clase política multiplicando las iniciativas públicas que expresan nuestra voz. Las Marchas por la Vida, como la internacional que tendrá lugar en Roma el próximo 18 de mayo, van en esta dirección.





infovaticana.com/…/entrevista-a-ro…