Los sueños de Fco son pesadillas


En la Evangelii Gaudium Francisco anima a los europeos a no tener miedo de perder la propia cultura:
«Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos. Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales«. (Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, n. 210, 24 de noviembre de 2013)
¿Porqué estas «nuevas síntesis culturales» solo las quiere Francisco para los pueblos cristianos europeos? ¿Los pueblos indígenas son una raza superior que no puede sufrir ninguna «síntesis cultural»? ¿O es qué las tales «síntesis culturales» sólo le sirven a Francisco para acabar con los restos de la civilización cristiana occidental (promoviendo la importación de inmigrantes musulmanes en masa)?
La vieja Europa, tan necesitada de oración y de donde vino la fe para los pueblos indígenas de América y del Caribe, no se hace merecedora, por lo visto, de las oraciones del Obispo de Roma ni de los fieles del mundo.
¿Será porque Europa no siguió a rajatabla la consigna bergogliana de acoger sin discriminación a todo y cualquier refugiado? ¿Será porque la Unión Europea está haciendo agua como un barco mal construido? ¿Será porque, según recientes elecciones y encuestas, las derechas se afirman y las izquierdas se estancan o decaen? Esas realidades hieren el corazón de Francisco; lo ha dado a entender.


Lo cierto es que Europa está necesitadísima de oración, sea “universal” o “de evangelización”…
“Desde muchas partes se recibe una impresión general de cansancio, de envejecimiento, de una Europa anciana que ya no es fértil ni vivaz. Por lo que los grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber perdido fuerza de atracción, en favor de los tecnicismos burocráticos de sus instituciones”. (Discurso al Parlamento Europeo, 25 de noviembre de 2014) Estas palabras pronunciadas hace casi dos años son muy graves. Pero no preocupan mayormente al que las hizo. Constata… y pasa a otro tema; no reza ni trabaja para que las cosas sean diferentes; ni pide a los fieles que hagan lo propio.
Otra declaración sintomática de las intenciones bergoglianas:
 “Sueño una Europa joven, capaz de ser todavía madre: una madre que tenga vida, porque respeta la vida y ofrece esperanza de vida. Sueño una Europa que se hace cargo del niño, que como un hermano socorre al pobre y a los que vienen en busca de acogida, porque ya no tienen nada y piden refugio. Sueño una Europa que escucha y valora a los enfermos y a los ancianos, para que no sean reducidos a objetos improductivos de descarte. Sueño una Europa, donde ser emigrante no sea un delito, sino una invitación a un mayor compromiso con la dignidad de todo ser humano. Sueño una Europa donde los jóvenes respiren el aire limpio de la honestidad, amen la belleza de la cultura y de una vida sencilla, no contaminada por las infinitas necesidades del consumismo; donde casarse y tener hijos sea una responsabilidad y una gran alegría, y no un problema debido a la falta de un trabajo suficientemente estable. Sueño una Europa de las familias, con políticas realmente eficaces, centradas en los rostros más que en los números, en el nacimiento de hijos más que en el aumento de los bienes. Sueño una Europa que promueva y proteja los derechos de cada uno, sin olvidar los deberes para con todos. Sueño una Europa de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos ha sido su última utopía.”. (Discurso, 6 de mayo de 2016)
Los sueños de Francisco son verdaderas pesadillas. En su sueño no entra la dimensión de la fe ni la salvación de las almas. Es un sueño de rotario, por no decir de masón.