Mientras la fuerza de la tempestad post-conciliar continúa desarraigando la Fe, desalojando la moral, destrozando las tradiciones veneradas, derrumbando el edificio de la Iglesia y esparciendo escombros doctrinales por toda la Iglesia, hay quienes insisten en que el problema hoy no es debido al Concilio Vaticano II, sino a una "mala interpretación" del Concilio.
Desafortunadamente, la mala interpretación no tuvo nada que ver con esto, ya que esta revolución fue el resultado de años de cuidadosa planificación. Podríamos ver los documentos conciliares planificados con este fin. Las ambigüedades, omisiones y errores absolutos en los documentos fueron calculados deliberadamente por teólogos progresistas y obispos que pretendían explotar estos errores en el texto después del cierre del Concilio.
Si la Iglesia hoy en día dignifica ecuménicamente a otras religiones, es porque el Vaticano II dice que "Cristo no se ha abstenido de usarlos como medio de salvación ”. (UR-3) Claramente, había un plan para el cambio.
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