Comentario: Que nadie diga que no fue alertado



María Ferraz


A propósito del Sínodo de la Amazonia y su documento de trabajo, una se pregunta qué excusas y caminos tortuosos van a emprender los del Opus Dei (aunque no todos), otros ingenuos, los papólatras, o los que cobran de los obispados, para seguir defendiendo las intenciones de Bergoglio a capa y espada. 

Ya ha quedado claro, Brandmüller ha hecho sonar la alarma tildando el panfleto en cuestión de apostasía y herejía, pidiendo su rechazo sin contemplaciones.

Previamente, viendo la utilización por parte de la Iglesia liberal, de la inculturación con el indigenismo y la manipulación marxista-ecologista de la teología, otros estudiosos como Ureta y Loredo hablan del documento presinodal como: "la culminación de la teología de la liberación. Si se salen con la suya, sería la revolución más perniciosa que haya ocurrido en la historia de la Iglesia", dice este último, mientras que Ureta ya nos advirtió que lo que se pretende es imponer un comunismo-panteísmo disfrazado de una nueva teología respetuosa con el hábitat y las costumbres paganas, aprobando prácticas inadmisibles como el chamanismo que no es otra cosa que la invocación de espíritus malignos. Además de ningunear el celibato, y por ende el sacerdocio.


Es más, el mismo Bolsonaro ha venido a decir que Bergoglio está aliado con las agendas de la ONU para favorecer que los globalistas le roben la Amazonia, (pienso que porque contiene la mayor reserva de agua natural del planeta, cuyo control la élite codicia por motivos oscuros), utilizando, tanto uno como los otros , excusas varias y nada convincentes pero que han servido para engañar a los ilusos o más bien, a los tontos que aún creen que pueden confiar en Francisco.  

Vivimos en la época postrera de la Iglesia en crisis, es decir, son los últimos tiempos de la Iglesia tal como la han concebido sus enemigos, devastando sus principios y haciendo pasar otros, los suyos, -en antagonismo con los que Cristo quiso para su Iglesia-, bajo el disfraz de la compasión que daña y condena eternamente.

Estas son las perspectivas del demonio para estos tiempos, y ya se cree triunfador teniendo a un socio suyo a la Cabeza de la Iglesia, apoyado por una red de implicados en el mal, y en la sodomía muchos de ellos, ya que son dignos servidores de Satanás a quien le prestan culto con los ritos pertinentes que incluyen el abuso sexual y la profanación eucarística.


A estas alturas ya nada puede sorprendernos pues el astuto lleva las riendas de la que sigue siendo la Esposa de Cristo, ahora infamada e irreconocible ya que posee las vestiduras del mundo, una vez que ha sido desnudada de la casta túnica que le proporcionó el Esposo Divino.

Ahora es la hora de las tinieblas y la Iglesia va ha quedar oscurecida, apagadas sus luces por la oscuridad infernal mientras los fieles se preguntan qué está pasando, pues los que están al mando se contradicen y no dejan de agitar, cada uno, su punto de vista, sin que nadie con autoridad ponga claridad en este lío. 

Y esto es así porque el mando superior, esto es el Papa-Falso Profeta, está vendido a los esquemas de Satanás y nada puede hacerlo descabalgarse del caballo que lo introducirá en el fuego infernal por haber dispersado a las ovejas de Cristo y haberlas conducido al reino del terror donde los demonios gozan con la tortura de los que fueron llamados a heredar el Cielo.

Bergoglio es el anticristo, o mejor, uno de los anticristos que han surgido a lo largo de la historia, pero con el agravante de que hoy está dirigiendo como máxima autoridad a la Esposa del Cordero.

Y no sé si se ha planteado cuál va a ser su castigo, ya que no hay pecado peor que abusar del Cuerpo Místico de Cristo, arrastrándolo hasta las puertas del Averno.

En fin, la situación, parece que no va a cambiar a largo plazo, ya que es posible que a Bergoglio le suceda otro de su mentalidad, pues ya se ha cuidado de ir nombrando al cardenalato a los de su bando, de donde saldrá elegido el próximo pontífice, un modernista asociado a Satanás, a la condenación de las almas, si Dios no lo remedia.

Sólo el que tenga inteligencia y discierna los signos de estos tiempos permanecerá en su fe y en la práctica religiosa sin escandalizarse, sin confundirse, sin engañarse, sin perjudicarse a sí mismo por el abandono de los sacramentos.