Para juzgar que iba realmente, era que yo veía los reinos distintos, y sabía sus nombres y que se me ofrecían al entendimiento distintamente; que veía las ciudades y conocía la diferencia de la tierra y que el temple y calidad era diferente, más cálido, las comidas más groseras y que se alumbraban con luz como de tea. Yo los amonestaba y declaraba todos los artículos de la fe y los animaba y catequizaba, y lo admitían ellos y hacían como genuflexiones.
En una ocasión, me parece, di a aquellos indios unos rosarios; yo los tenía conmigo y se los repartí y los rosarios no los vi más. El modo a que yo más me arrimo y que más cierto me parece fue aparecerse un ángel allí en mi figura y predicarlos y catequizarlos y mostrarme acá a mí el Señor lo que pasaba para el efecto de la oración, porque el verme a mí allá los indios fue cierto.
También conocía las guerras que tenían y que no peleaban con armas como las de acá, sino con instrumentos para tirar piedras a la traza de hondas y con ballestas y cuchillos de fuste...
Serían quinientas veces, y aún más de quinientas, las que tuve conocimiento de aquellos reinos, de una manera o de otra, y las que obraba y deseaba su conversión, que el cómo y el modo no es fácil saberse y que, según los indios dijeron de haberme visto, o fue ir yo o algún ángel en mi figura. Esto del reino y las cosas exteriores duraron sólo tres años.
¡Qué hermoso, si nuestro ángel pudiera tomar nuestra figura con el permiso de Dios y poder ir a evangelizar y bendecir y dar cariño a tanta gente necesitada de Dios y de amor!
Del Libro de Ángel Peña sobre los ángeles
En una ocasión, me parece, di a aquellos indios unos rosarios; yo los tenía conmigo y se los repartí y los rosarios no los vi más. El modo a que yo más me arrimo y que más cierto me parece fue aparecerse un ángel allí en mi figura y predicarlos y catequizarlos y mostrarme acá a mí el Señor lo que pasaba para el efecto de la oración, porque el verme a mí allá los indios fue cierto.
También conocía las guerras que tenían y que no peleaban con armas como las de acá, sino con instrumentos para tirar piedras a la traza de hondas y con ballestas y cuchillos de fuste...
Serían quinientas veces, y aún más de quinientas, las que tuve conocimiento de aquellos reinos, de una manera o de otra, y las que obraba y deseaba su conversión, que el cómo y el modo no es fácil saberse y que, según los indios dijeron de haberme visto, o fue ir yo o algún ángel en mi figura. Esto del reino y las cosas exteriores duraron sólo tres años.
¡Qué hermoso, si nuestro ángel pudiera tomar nuestra figura con el permiso de Dios y poder ir a evangelizar y bendecir y dar cariño a tanta gente necesitada de Dios y de amor!
Del Libro de Ángel Peña sobre los ángeles
- 49 Positio super virtutibus de la Venerable Sor Mónica de Jesús, Ed. Guerra, Roma, 1987, p. 177 y 197.
- 50 Gallonio, Vita di san Filippo.