La dictadura transhumanista que viene


La opinión pública no se da cuenta, también porque quienes actúan lo hacen sin levantar sospechas, pero el transhumanismo avanza y sus proyectos están dando, desafortunadamente, pasos de gigante. Los científicos de la Ucsf-Universidad de California San Francisco, subvencionados por Facebook, publicaron en los últimos días un estudio, en el cual dejaron en evidencia los resultados hasta ahora alcanzados en el desarrollo de una interfaz cerebro-computadora: la actividad de las neuronas se transmite a la máquina mediante injertos específicos y es descodificada gracias a algoritmos en una selección limitada de preguntas-respuestas.

El objetivo final es el de realizar implantes más cómodos, menos invasivos y más prácticos, como, por ejemplo, un par de anteojos de realidad aumentada, provistos de sensores y directamente controlados por el pensamiento: «Dentro de diez años la capacidad de escribir directamente desde nuestro cerebro tal vez se considerará normal», está escrito en un artículo online de Facebook, para hacer un balance del proyecto lanzado hace dos años: «No hace mucho tiempo esto era solo ciencia ficción. Ahora, en cambio, esta perspectiva es alcanzable».
Casi contemporáneamente también Elon Musk, fundador y director general de Tesla y de Space X, así como inventor del auto no tripulado, declaró con orgullo que su start-up Neuralink logró controlar un computador directamente desde el cerebro de un mono. Después de tres mil injertos en ratas, durante el próximo año deberán comenzar los test en sujetos humanos. Obviamente, para justificar todos estos experimentos a los ojos de la opinión pública, trata de presentarlos como intentos para vencer algunas enfermedades cerebrales o relacionadas con la médula espinal, venciendo problemas de parálisis, de lesiones o patologías neurodegenerativas. Pero, como todo cuchillo, también en este caso el arma es como mínimo de doble filo y el riesgo de una utilización indebida es altísimo. También porque las premisas son todo menos alentadoras, chocando con los protocolos aplicados hasta ahora en el ámbito médico. Esto es suficiente: para vencer la parálisis deberían ser implantadas en el cerebro humano cerca de 10 mil electrodos contra tan solo los 10 aprobados por la FDA-Food and Drug Administration para las personas afectadas por el mal de Parkinson.

Pero no es todo. Los trabajos están en su apogeo en un ambiente extremadamente arriesgado. El «proyecto Steno», financiado por Facebook Reality Labs en el contexto de la investigación sobre la tecnología de realidad aumentada y virtual, tiene como objetivo diseñar una interfaz con capacidad de decodificar 100 términos en un minuto en tiempo real con un vocabulario de mil palabras y una tasa de error inferior al 17%. Por su parte, Neuralink reveló haber preparado un chip, provisto de cables tan ultradelgados que pueden ser implantados en el cerebro directamente desde un robot, para lograr una simbiosis casi total con la inteligencia artificial, como explica el mismo Musk. ¿Qué tiene que ver todo esto con la intención de suministrar una simple ayuda en caso de patología cerebral? Está claro que el objetivo es otro…

En realidad, estamos frente al nuevo intento faustiano de transformar al ser humano en un robot con cerebro “potenciado» obtenido por medio de la fusión con la inteligencia artificial. 
Esencialmente, un monstruo, del cual absolutamente no se advierte la necesidad y del cual absolutamente no se pueden prever las consecuencias. ¿Es todo? No. Aunque la perspectiva resulta ya en si misma aterradora, no es todo. Yuval Noah Hararari, ensayista, profesor de Historia Medieval y Militar en la Universidad Hebraica de Jerusalén y autor del libro, Homo deus. Breve historia del futuro, declaró ya hace dos años al Forum Fnac-Federazione Nazionale dell’Acquisto per i Quadri: «El objetivo no es el de prever [la Historia], sino el de ampliar el horizonte de nuestras posibilidades. Después de 50 años [la democracia liberal] podría desaparecer completamente. El mundo podría ser dominado por dictaduras digitales. Entonces la revolución digital en curso podría conducir a la creación de una nueva forma de régimen autoritario». Lo que revela como las intenciones no son ante todo de carácter sanitario sino que corresponden en realidad, a un verdadero y auténtico programa político, como lo confirmó también el Doctor Laurent Alexandre.

El Doctor Alexandre, además de ser médico, presidente de la Dna Vision, sociedad belga de secuenciación del ADN16, y cabeza del Gruppo Hima, sociedad especializada en la ciberseguridad y en las soluciones integradas, fue también mucho tiempo secretario nacional del Partido Democracia liberal, antes que se disolviera en la Ump-Unión por un Movimiento Popular de Sarkozy. 

Él, hace dos años, a lo largo de una conferencia dictada en París en Amigos del Crif-Consejo Representativo de las Instituciones hebraicas de Francia, manifestó estar convencido, sin dar demasiadas vueltas, que en el siglo XXI «la inteligencia en sentido lato, sea biológica o artificial» representa «la llave de todos los poderes político, militar, científico, intelectual, etc.», ya que «estamos viviendo un cambio de civilización». Lo cual deja en evidencia, de hecho, escenarios nada tranquilizadores… ¿Quien gobernará, exactamente, este cambio? ¿Y para hacer qué? ¿Quien tendrá la fuerza institucional para imponer reglas? 

Mauro Faverzani