¿Son muchos los protestantes salvados?



-¿Es el fuego del Purgatorio como el de la tierra?
R: Sí, con la diferencia que el fuego del Purgatorio es un purificador de la justicia de Dios y el de la tierra es muy tolerable comparado al del Purgatorio. Es una sombra en comparación del gran brasero de la justicia Divina


-¿Cómo por tanto, un ánima puede quemarse?
R: Por un justo permiso del buen Dios; el alma que ha sido culpable, porque el cuerpo no ha hecho más que obedecerle (en realidad qué pecado ves cometer a un cuerpo muerto?.), el ánima sufre como si fuese el cuerpo el que sufriera.

-Dime ¿qué cosa sucede en la agonía y después? El alma está en las luces o enlas tinieblas?. Bajo qué forma viene pronunciada la sentencia?

R:Yo no he tenido agonía, tú lo sabes, pero puedo decirte que en aquel último momento decisivo el demonio suelta toda su rabia alrededor del moribundo. El buen Dios para hacer adquirir mayor mérito a las almas, permite que sufran aquella última prueba, es el último combate: las almas fuertes y generosas, a fin de tener un puesto aún más bello en el Cielo, tienen con frecuencia, al término de su vida y en las ansias de la muerte, semejante lucha terrible contra el ángel de las tinieblas (tú has sido testigo), pero de esto salen victoriosas. El buen Dios no permite que un alma, que se ha dado a Él totalmente durante la vida, perezca en estos últimos momentos. 


Las personas que han amado a la Santa Virgen, que la han invocado toda su vida, reciben de ella muchas gracias en la última lucha. La misma cosa se realiza también para aquellas que han sido devotas de San José, de San Miguel o de cualquier otro Santo. Entonces sobre todo, como ya te he dicho, se es feliz de tener un intercesor cerca de Dios en aquel penoso momento. Hay otras que mueren tranquilas, sin pruebas de nada de lo que te he dicho.
El buen Dios tienes sus designios en todo: El hace o permite todo por el bien particular de cada uno.


-¿Cómo decir y describirte lo que sucede después de la agonía?.
R:No es posible comprenderlo bien sin haberlo pasado. Sin embargo, trataré de explicártelo lo mejor que pueda. El alma, al dejar el cuerpo, se halla perdida, toda acometida (si se puede decir así) de Dios. Ella se encuentra en una luz tal que en un parpadear de ojos ve toda su vida y, por consiguiente, lo que merece. Ella misma en esta visión tan clara pronuncia la propia sentencia. El alma no ve al buen Dios, pero está anonadada en su presencia. Si es un alma culpable como lo era yo y que, por consiguiente, he merecido el Purgatorio, ella es de tal manera oprimida bajo el peso de los pecados que le faltan de expiar que por sí misma se hunde en el Purgatorio.

Entonce solamente se comprende al buen Dios, su amor por las almas y que desgracia es el pecado a los ojos de su Divina Majestad San Miguel está allí cuando el alma deja el cuerpo; sólo a él he visto y ven todas las almas, El es como el testigo y el ejecutor de la justicia divina. Yo he visto también a mi ángel de la guarda.
Esto es para hacerte comprender como puede decirse que San Miguel lleva las almas al Purgatorio… porque un alma no se lleva, pero es verdad, en el sentido que él está allí, presente en la ejecución de la sentencia. Todo lo que sucede en el otro mundo es un misterio para el tuyo.


-¿Y cuándo se trata de un alma que va directamente al Cielo?
R:Para esta alma, la unión comenzada con Jesús continúa en la muerte; eso es el Cielo, pero la unión del Cielo es más íntima que la de la tierra.


Las ánimas del Purgatorio conocen del futuro sólo en tanto que Dios lo permite y quiere darles a conocer. En proporción de sus méritos algunas ánimas tienen más conocimiento que otras; pero todas estas cosas respecto al futuro que ventaja puede acarrear, salvo que interesen a la gloria del buen Dios y al bien de alguna alma? No tienes que maravillarte de que el demonio y sus secuaces conozcan algo del futuro. El diablo es un espíritu; por consecuencia, posee astucia y mucho más conocimiento que cualquier persona de la tierra, excepto de algunos Santos que el buen Dios ilumina con su luz. El engaña para todo, buscando hacer el mal; ve que lo que sucede en el mundo, es a causa de su sagacidad, entonces puede preveer fácilmente las cosas que se realizan; esa es la única explicación. Ay de aquellos que se convierten en sus esclavos al consultarlo; este es un pecado que desagrada mucho al buen Dios.


-¿Las ánimas pueden alguna vez equivocarse? Dios puede permitirlo?
R:Sí… no en cuanto a las cosas existentes, sino a aquellas del futuro, pero no es esto por ninguna imperfección de ellas. Dios mismo no parece cambiar con frecuencia el orden de sus designios. Eso es de este modo: puede suceder que Dios, en su justicia, quiera castigar un reino, una provincia, una persona: es la intención que Él manifiesta, pero si alguna persona de tal reino, de tal provincia, con la oración o con otros medios desarman su justicia, Dios perdonará del todo o disminuirá la pena según la previsión de su sabiduría infinita. 


Con frecuencia permite también los grandes acontecimientos sean predecidos anticipadamente, o bien los hace conocer a algunas almas, a fin de que ellas prevengan y detengan su justicia: su misericordia es tan grande que Él no castiga si no en los extremos. Así respecto de la persona, de la que un día me hablaste: no te he dicho las cosas así como son. Sin embargo era justo todo lo que el buen Dios de ella me hacía conocer entonces; pero porque cambió un poco de conducta, el buen Dios le inflige solo la mitad del castigo que le era reservado, si hubiera permanecido en la misma disposición. Así es como a veces puede parecer equivocación.


-¿Son muchos los protestantes salvados?
R:Por misericordia del buen Dios, hay un cierto número de protestantes que son salvados, pero su Purgatorio es largo y riguroso para muchos. Es verdad que ellos no han hecho abuso de las gracias como muchos católicos, pero como ni siquiera han tenido la gracia insigne de los Sacramentos y los otros recursos de la verdadera religión, eso hace que su expiación se prolongue por mucho tiempo en el Purgatorio.

Hablo con voz más baja que de costumbre, porque también tú, desde hace ocho días, hablas al buen dios con voz demasiado baja en la salmodia. Cuando lo hagas con voz más alta, lo haré también yo.


-¿En el Purgatorio conocen la persecución, de que es objeto la Iglesia? No conoces el final?
R: Sabemos que la Iglesia es perseguida y oramos por su triunfo, pero cuando será esto?. Yo lo ignoro… Puede darse que algunas ánimas lo sepan? En cuanto a mí no lo sé.
En el Purgatorio las ánimas no permanecen únicamente ocupadas de sus dolores; ellas rezan mucho por los grandes intereses del buen Dios, por las personas que les abrevian sus sufrimientos. Alaban y dan gracias a Nuestro Señor por su infinita misericordia con ellas, porque para algunas de ellas el espacio que separa el Purgatorio del infierno ha sido muy estrecho y poco faltó para que se precipitaran al abismo. Considera entonces que grande es el reconocimiento de estas pobres ánimas arrancadas así de Satanás.
No puedo explicarte de que modo nosotros vemos la tierra mejor que como la ves tú; porque no puede comprenderse sino cuando el alma ha abandonado el cuerpo, porque ahora la tierra que se ha dejado, abandonando en ella su cuerpo, no le parece más que un punto en comparación del horizonte que llega hasta la eternidad que se abre para ella.



-¿Pero, en el Purgatorio, se ama a Dios?
R:Ciertamente, pero el nuestro es un amor de reparación, y si en la tierra lo hubiéramos amado como deberíamos haberlo hecho, no seríamos tan numerosas, no habríamos tantas ánimas en el lugar de la expiación.

-¿En el Cielo Jesús es muy amado?.
R:En el Cielo se lo ama mucho. Allí es bien compensado, pero no es aún esto lo que Jesús desea. El quiere ser amado en la tierra, en esta tierra donde se anonada en cada tabernáculo. A fin de que se le acerquen con más facilidad y no lo hacen. Se pasa delante de una Iglesia con mayor indiferencia que delante de un monumento público. Si a veces se entra en el lugar santo, es más para ultrajar al divino Prisionero que reside allí, con la propia frialdad, con mala postura, con oraciones hechas con frialdad, sin atención, sin dirigirle una palabra cordial, una palabra amigable y de reconocimiento por su bondad hacia nosotros.


-¿Tú tienes del buen Dios un conocimiento más perfecto que el nuestro?
R:Ah, que pregunta!. Pero ciertamente, nosotros lo conocemos mucho mejor y le amamos mucho más.! Ay de mí!. Precisamente esa es la causa de nuestro mayor tormento aquí. En la tierra se ignora qué cosa es el buen Dios. Se hace una idea según la propia visión estrecha,; pero nosotros, al dejar nuestra envoltura de barro, entonces nada más obstaculiza la libertad de nuestra alma, Oh solamente ahora hemos conocido a Dios, su bondad, su misericordia, su amor!. 


Después de esta visión tan clara, esta necesidad tan grande de unión (con Él), el alma tiende siempre hacia Dios, esta es su vida y, siempre se echa hacia atrás, porque no es suficientemente pura, ese es nuestro sufrimiento: el más duro, el más cruel Oh!. Si fuese concedido regresar a la tierra, después de haber conocido al buen Dios, qué vida llevaríamos!. Pero, llorar es inútil… y no obstante en la tierra no se piensa ni un instante en esto, se vive ciego. La eternidad no es tenida en cuenta. La tierra, que no es más que un lugar de tránsito y que acoge solamente al cuerpo, el cual a su vez, se convierte en tierra también el, es el único objeto hacia el que tienden casi todos los deseos, y en el Cielo no se piensa!. Y Jesús y su amor son olvidados!.


-¿En el Purgatorio, las ánimas se consuelan recíprocamente con el amor del buen Dios o bien alguna está completamente apartada en su dolor?
R: En el Purgatorio, nuestro único consuelo, nuestra única esperanza es Dios
sólo. En la tierra, el buen Dios permite que a veces en las propias penas del cuerpo y del espíritu se pueda ser consolado por un corazón amigo; y para otros, si en este corazón falta el amor de Jesús, las consolaciones son ineficaces, pero aquí las ánimas están perdidas, abismadas en la voluntad divina, y sólo Dios puede mitigar su dolor. Todas las ánimas son atormentadas, algunas según la propia culpabilidad, pero todas padecen un dolor común que sobrepasa cualquier otro: la ausencia de Jesús que es nuestro elemento, nuestra vida, todo lo nuestro. Y nosotros, estamos separadas por culpa propia.







Extracto del MANUSCRITO DEL PURGATORIO

Confidente del mismo es Sor María de la Cruz, en el mundo Elisa Sofía
Clementina Hébert, nacida en Néhou-St-Georges (diócesis de Coutances) el 1ero de diciembre 1840.