Trump debe salvar a EEUU de la élite satanista

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La mafia satánico-globalista quiere acabar con Trump por lo civil o lo criminal. Con ejemplar cinismo pretenden los demócratas destituir a Trump por un quítame allá esas pajas. El contenido tergiversado de una conversación telefónica de Trump con su homólogo ucraniano ha servido a la mafia globalista a las órdenes de Soros para justificar la activación del «impeachment’. Antes de Trump, Estados Unidos tuvo que convivir con presidentes que mintieron al Senado, que provocaron guerras para salvaguardar los intereses económicos de la élite, que ordenaron bombardear países como Libia para opacar escándalos sexuales, que promovieron golpes de estado y guerras civiles en países del continente, que crearon y armaron a grupos terroristas como el ISIS, que recibieron millonarios fondos de quienes aspiran a imponer el plan satánico de los globalistas…Ahora nos quieren hacer creer que Trump es el peor de todos ellos. Un peligro para el mundo.

Mal deben irle las cosas a la mafia globalista cuando deben precipitar tanto los acontecimientos para mantener su poderío. En las últimas semanas se ha forzado una coalición contranatura en Italia para echar a Salvini, se ha judicializado la vida política en el Reino Unido para impedir el brexit, se ha recurrido a una adolescente discapacitada para desatar el histerismo en Occidente en torno al cuento del cambio climático, se ha dado luz verde a la exhumación de Franco y ahora pretenden acabar con Trump al margen de las urnas., donde saben que su victoria es segura.

Será en esta crisis de adversidad, ganada a pulso desde que Roosvelt y sus acólitos se entregaron a la orgía de la fe en Stalin y el marxismo cultural, donde el viejo confederado reencuentre el pulso, el estilo y la ambición. Y malo será para todos si no da con el resorte vital que le permita recobrarse, porque se quiera o no, asesinado entre ideológicos de ambos lados del Atlántico, no será Europa -pequeño y disperso retrete multiculturalista- quien evite que América caiga en las fauces del nuevo orden.

Los norteamericanos que hicieron grande a esa nación deberán espabilar y ayudar a su presidente con la determinación de los viejos cow boys. Frente a este desafío sin precedentes, Trump debe parapetarse en sus millones de partidarios para salvar la democracia americana de la mafia satánico-globalista. Debe ordenar la detención de George Soros por conspirar contra el presidente y promover la ilegalización de todas las organizaciones de izquierdas del país. En juego, nada menos que la supervivencia de una civilización que no la hicieron los afroamericanos, ni los asiáticos, ni los LGTB, ni los llegados desde el sur de Río Grande, ni los lobbis sionistas. La América hecha a sí mismo en las antípodas de la ‘harlemizada’ sociedad progre norteamericana. El Mayflower de frente a la nave mundialista. El general Lee contra Malcolm X. El country frente al rap. Mark Twain versus Michael Moore. David Duke en pugna con George Soros. El Medio Oeste salpicado de iglesias en contraste con Wall Street salpicado de logias. La Cruz sureña en el anverso de la bandera del arcoíris. La Biblia frente al vacío. Donald Trump plantando batalla al Mal.

Hace sólo un lustro, jamás hubiésemos podido imaginar que pudieran realizarse campañas de tal envergadura contra el presidente de los Estados Unidos de América. La mafia mediática de dentro y fuera de Estados Unidos no ha cejado en el empeño de desacreditar al hombre que rompió todos los pronósticos al convertir en realidad lo que se antojaba una quimera: arrebatarle la Presidencia del país más poderoso de la tierra a la candidata de las elites globalistas, que controlan más del 90 por ciento de los periódicos, cadenas radiales y canales televisivos en todo el mundo.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca tuvo en seguida un efecto inmediato sobre el sistema nervioso de las élites financieras, sus mariachis de Hollywood, sus oenegetas siempre ávidas de dinero y sus putas mediáticas a uno y otro lado del Atlántico.

Lo mejor que podemos destacar de Donald Trump es el mérito de tener tan rabiosamente en contra a tantos y tan grandes canallas. Que sus principales órdenes ejecutivas coincidan con lo que prometió a los electores durante la campaña, no parece haber conturbado la sensibilidad democrática de los que se erigen hoy en paladines de la libertad. Hasta en ese punto, Donald Trump está resultando ser un presidente radicalmente transgresor. Que un mandatario cumpla lo que promete a su pueblo está siendo demasiado turbador para un sistema donde las decisiones y los acuerdos se establecen casi siempre a espaldas de lo que ese mismo pueblo, y no las élites, haya elegido.

Los norteamericanos decentes están aún a tiempo de evitar terminar como los europeos. El progresismo se disfraza como ellos para destruirlos, de la misma manera que en ONGs, redes sociales y manifestaciones progres pueden encontrarse a mujeres islamistas haciéndose pasar por feministas, e incluso haciéndose pasar por católicas. La hembra del cuco pone sus huevos en el nido de la lechuza, pues al ser físicamente parecidos, la lechuza no se da cuenta y cree que son suyos propios y los encuba.

Donald Trump prometió a sus millones de votantes una América americana y no mundializada. Eso significa tener que tomar medidas que sirvan de muro de contención contra el progresismo destructor de los pueblos de raza blanca y también contra la corrupción política y científica. La ideología de Donald Trump está basada en el “nativismo”, que se caracteriza por defender los valores morales tradicionales de la sociedad norteamericana (allí conocidos como “familiy values”) y también por tener como patrón referencial la sociedad americana de los años 50 y 60 del pasado siglo, cuando EE.UU. era un país próspero y con una población de raza blanca abrumadoramente mayoritaria. La hercúlea tarea que Trump está llevando a cabo no consiste únicamente en enderezar el rumbo económico de su nación (los resultados económicos están siendo espectaculares), sino en destruir los perversos planes de las altas esferas para acabar con la América que retoza en cada iglesia, en el trabajo colectivo de cualquier comunidad rural, en el fuego del hogar que aglutina a las familias, en cada interpretación country, en la fuerza de la razón y también en la razón de la fuerza. La gigantesca tarea que Trump nos concierne a todos. Del resultado de su lucha contra los poderes mundialistas, promotores del ateísmo, el multiculturalismo, las ideologías de género y la disolución de las identidades nacionales, dependerá nuestro destino histórico. Por ello no hay tarea más importante que tengamos por delante que la de servir de contrapeso a la descomunal fuerza a la que nuestro héroe americano tiene ya que enfrentarse.
La envergadura de su proyecto antiglobalista es de tal calado que ya ha obligado a los poderes mundialistas y a sus tontos útiles a desprenderse de sus caretas y mostrarnos sus verdaderos rostros. Y ahí los tenemos, debidamente conjurados contra Trump y en contra de cualquier otra forma de vida que la que unos pocos nos proponen. Insistimos, a los enemigos de su proyecto, que es también el nuestro, mal les deben ir las cosas cuando tienen que forzar tanto las cosas y con tanto descaro.

Los medios del planeta están dando visibilidad a las voces detractoras contra Trump, pero no duden ustedes de la existencia de una mayoría silenciosa, en Estados Unidos fuertemente armada, que terminaría rompiendo todas las espitas de la corrección política para que el caudal de su inmensa indignación anegue a sus causantes.

Los globalistas representados por los republicanos anti-Rusia, demócratas anti-Rusia con alianza de la CIA, FBI, NSA y medios de comunicación como CNN, New York Times y Washington Post están asustados por el declive del orden liberal impuesto a través de sus guerras y su sistema financiero especulativo. El mundo está girando hacia la tripolaridad para establecer un nuevo modelo económico con las directrices de China, Rusia y EE.UU.

Sin embargo, los globalistas están desesperados y uno de sus representantes el multimillonario y especulador, George Soros, buscó desestabilizar recientemente el gobierno de Donald Trump a través de la financiación de una protesta de 200 manifestantes. Las personas marcharon por el capitolio de EE.UU. hasta el pie del ala sur. En esa fecha, el Senado de EE.UU. estaba deliberando la confirmación del juez Brett Kavanaugh, como magistrado de la Corte Suprema, el máximo tribunal del país. Su elección resultó un duro golpe contra los globalistas-demócratas, ya que les restaría poder judicial para seguir su plan de derrocamiento contra Trump.

Asimismo, se llevó a cabo un segundo golpe que los globalistas querían dar a Trump para desestabilizar su gobierno. La táctica fue la financiación del desplazamiento de caravanas provenientes de Guatemala y Honduras, cuya intención fue desestabilizar las fronteras de EE.UU. en el momento de su llegada. No obstante, no se puede negar que dichos países latinoamericanos tienen altos índices de pobreza, criminalidad y falta de trabajo, por lo cual, sería lógico que se desplieguen miles de personas en búsqueda de nuevos horizontes prometedores. Sin embargo, ¿Cómo es que 14.000 personas caminando en terrenos montañosos durante tanto tiempo, en condiciones climáticas desfavorables pueden resistir todas las adversidades naturales teniendo en sus filas ancianos para cuidar y bebés en brazos? La respuesta es simple solo se debe seguir la ruta del dinero «La caravana estaba organizada por un grupo llamado Pueblo Sin Fronteras, pero el esfuerzo fue apoyado por la coalición CARA Family Detention Pro Bono Project que incluye a Catholic Legal Immigration Network (CLIN), el American Immigration Council (AIC), el Centro de Refugiados e Inmigración para Servicios Educativos y Legales (RICELS) y la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración (AILA)».De acuerdo al sitio web estadounidense, World Net —WND, a Free Press for a Free People, tres de estos cuatro grupos están financiados por la Fundación Sociedad Abierta de George Soros”.

Es más, en una entrevista a USA Today, Trump dijo que «las personas de Oriente Medio» se encontraban entre los miles de migrantes en las caravanas, y mencionó también que había pandillas del MS-13 que estaban infiltrados dentro de los miles de inmigrantes. Asimismo, el presidente de Guatemala Jimmy Morales afirmó que en su administración se han capturado «cerca de 100 personas completamente ligadas a temas de terrorismo internacional, como el ISIS». Aunque dicha información solo ha sido manifestada por la prensa guatemalteca, se debe tener en consideración ese detalle, puesto que Soros también ha sido partícipe de las revoluciones de colores en Oriente Medio y que más tarde darían paso a la consolidación del ISIS.
La de Donald Trump es una lucha entre el Bien y el Mal
Finalmente, si vemos más allá de lo evidente, la caravana no tuvo la intención en definitiva de desestabilizar las elecciones intermedias del 6 de noviembre de 2018, dado que su objetivo final es golpear el gobierno de Trump, porque los globalistas se encuentran en una batalla infernal que quieren ganar a cualquier costo. Sin embargo, Trump tiene como intención y con ayuda de los grupos financieros que lo apoyan destruir el sistema petrodólar y reemplazarlo con el patrón oro/yuan-oro/criptomoneda, cualquiera de los tres patrones mencionados, además de reformar varias agencias de inteligencia como la CIA, FBI y la NSA que han secuestrado la política interna y externa de EE.UU. con alianza de los centros financieros de Wall Street y la City de Londres.
Históricamente las falsedades han sido mucho más fecundas para la ciudadanía que las verdades. En esta hora definitiva, pedimos a los norteamericanos que apoyen a Trump frente a sus poderosos enemigos; que sigan viendo en Trump, hoy más que nunca, la gran «esperanza blanca» del Occidente cristiano contra el nuevo orden global, que nos está arrastrando al empobrecimiento y a la decadencia moral. La de Donald Trump ya no es una lucha ideológica entre demócratas y republicanos. Lo que está en juego es una lucha entre el Bien y el Mal, entre el patriotismo identitario y el globalismo satánico.

¡Dios bendiga a Donald Trump!