Lo que no me ha gustado del Sínodo (P. Lasarte)


del P Martín Lasarte
1. Excesivas energías para problemas intra-eclesiales, en particular motivado por los “viri probati” y las “diaconisas”. Este tema de no pleno consenso ha consumido muchas fuerzas, sacando calidad a todos los demás aspectos consensuales.
2. Auto-referencialidad regional. Sinodalidad con los que piensan como yo. Autonomía y pluralismo con los que piensan diversamente, como es el caso de la Iglesias hermanas de Asia, Europa y África. Pienso que el tema de la sinodalidad de la iglesia universal debería haber estado más presente en lo que respecta a los ministerios ordenados.
3. Ha faltado un mayor, profundo sentido de autocrítica  eclesial. Me refiero a la pobre incidencia pastoral en estos últimos 50 años en las diversas realidades eclesiales amazónicas. ¿Cuáles son las causas de su pobreza pastoral e infecundidad? A mi modo de ver los temas de la ideologización social de la pastoral, y la falta de un testimonio creíble, coherente e irradiante de santidad de los ministros (el fenómeno de muchísimos abandonos de la vida religiosa y sacerdotal, o de vida ambigua) no han sido suficientemente tocados.
4. Remiendos nuevos en vestido viejo. A mi modo de ver no se focalizaron a nivel de evangelización los problemas más profundos. ¿Cuáles son los nuevos caminos que propone el Sínodo???? Apenas nuevas estructuras y las ordenaciones de los “viri probati”. Me parece que la novedad es enormemente pobre. A mi modo de ver, el vestido nuevo del cual nos debemos revestir con nuevo fervor es un problema de ”fe”: Revestirnos de Cristo.
5. Se habla del “rito amazónico” para la liturgia. Se podría caer en un experimento teórico de laboratorio. No hay duda que la inculturación del evangelio en la liturgia y la vida de las comunidades cristianas amazónicas es imprescindible, pero esto debe hacerse desde la vida real y poco a poco, con una razonable adaptación y decantación de aquello que realmente es auténtico de la cultura y consigue transmitir verdaderamente el misterio cristiano con símbolos y expresiones originales, evitando una superficial y genérica folklorización.
6. Clericalización laical. Hubiera sido posible resolver el problema de eventuales ordenaciones al sacerdocio de los hombres casados con los caminos ordinarios ya posibles y viables en la Iglesia. Lamentablemente “el tema” del sínodo ha sido sobre la ordenación de los varones casados, quedando en la sombra los demás temas.
7. Visión secular de los ministerios, particularmente el de la mujer como “diaconisa ordenada”. Cuando se toca en todas partes este asunto, aparecen motivaciones muy civiles pero por eso, bajo la fuerte presión de la cultura dominante. Me pareció bastante presente el sentido parlamentar: “Somos representantes de los pueblos amazónicos y tenemos que llevar adelante las propuestas por ellos hechas”.
8. Peligro de la “onganización” de la Iglesia. El reduccionismo del misterio, vida y acción de la Iglesia a diversas actividades de advocacy y servicios sociales, me resulta que continúa a estar muy presente en la sensibilidad de varios participantes al Sínodo.
9. El clima del Sínodo fue bastante sereno, fraterno y respetuoso, si bien al final, algunos, presentaban las cosas en forma bastante dialéctica: Por un lado estaría el club fariseo, ligado a la doctrina, con miedo a lo nuevo, por lo tanto, cerrado al Espíritu Santo y por la otra parte los que escuchan al pueblo (“sensus fidei”), sin miedo, abiertos a lo nuevo y por lo tanto, dóciles al Espíritu Santo… Lo que me admira es que el Espíritu Santo haya venido tan bien preparado y organizado.