No sois conscientes de la grandeza de ser hijos de Dios




Hijos Míos, cada uno escoge su camino eterno, y Yo respeto la libertad de todos vosotros aunque Me llene de amargura vuestra perdición. Yo, Jesús, os hablo.

No sois conscientes de la grandeza que tenéis de ser hijos de Dios, y sin embargo, atacáis a Dios como si fuera vuestro enemigo y os olvidáis de que es vuestro Padre. Debéis ser más consecuentes con vuestra fe y bautismo pero vivís solo con pensamientos frívolos y vanos que solo os aumentan el engaño y el error que cada vez está más expandido.

No aprovecháis este tiempo terrenal que tenéis para lograr el Cielo, la salvación y felicidad eterna de vuestras almas. Vivís sin interés en las cosas de Dios y cuando lo nombráis lo hacéis para criticarlo, para atacarlo y no os dais cuenta que echáis piedras a vuestra casa, porque lo que decís en contra de Dios se os vuelve en vuestra contra, ya que Mi enemigo mortal no pierde la ocasión de aumentaros y encegados más en vuestros errores y discrepancias con el Evangelio.

Que disgustado está el Cielo con muchos de vosotros. En vez de evangelizar aumentáis el error y la confusión en las almas. Os vendéis a Satanás por un puñado de dinero y un poco de fama, fama que os llevará al abismo infernal. Pero esa es vuestra elección y Yo os la respeto, no os obligo a ser santos aunque sí que os lo pido. Sin santidad pocos frutos buenos tendréis por no decir que ninguno. Sin virtud ia gracia poco efecto os hace porque no os cala. Hijos ¿qué os pasa? ¿Cómo podéis darme la espalda para haceros cómplices de Satanás?

Si hicierais oración en las debidas disposiciones tendríais más luz de la que tenéis. Os falta luz, sabiduría, los frutos del Espíritu Santo, y vais por el mundo creyéndoos muy importantes cuando lo que sois muchos de vosotros, es una mar de confusión y veneno para quienes os escuchan u os aplauden. ¡Pero hijos! Yo también Soy justicia y pagareis todo el mal que hacéis exhaustivamente. Respeto vuestra libertad, sí, pero el mal no quedará sin castigo, y si no os arrepentís en esta vida, para muchos será un castigo eterno, irreversible.  Yo, Jesús, os hablo y os advierto.


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