La medicina materna y la Mariología



Michigan- La Dra. Kristin Marguerite Collier, Profesora Asistente de Medicina Interna de la Escuela de Medicina de Michigan, concedió una entrevista al informativo católico Crux en el que destacó aspectos médicos poco conocidos que podrían contribuir a la meditación de los fieles sobre el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su estrechísima relación con la Santísima Virgen María durante la gestación. La Iglesia ha contemplado de manera continua el misterio de la Encarnación y continúa descubriendo aspectos de este misterio. 

"A través de los avances en imágenes prenatales y el campo de la inmunología, el milagro verdaderamente maravilloso que es el embarazo ahora se está entendiendo más completamente", indicó la Dra Collier a su entrevistador, Charles C. Camosy. "Dos aspectos del embarazo que sus lectores podrían estar interesados en saber más se relacionan con la placenta y algo conocido como microquimerismo fetomaternal". Si bien el lenguaje médico puede resultar complejo, la verdad es que los conceptos resultan muy pertinentes para la meditación de los misterios teológicos, debido a que un mayor conocimiento de las realidades físicas del embarazo puede dar luz sobre el profundo significado espiritual de la Maternidad Divina. 

"La placenta es el órgano a través del cual la madre y el niño prenatal interactúan", expuso la especialista. "La placenta es un órgano que se une al interior del útero y se conecta al niño prenatal a través del cordón umbilical". El punto de contacto entre Dios y la humanidad Ícono de la Santísima Virgen gestante. 
 "Lo que no es tan conocido sobre este órgano es que la placenta es el único órgano en biología humana que está formado por dos personas, juntas, en cooperación. La placenta se 'construye' a partir de tejido que es parte de la madre y parte del bebé en crecimiento", agregó la doctora Collier. "Es la primera vez que la mamá y su bebé se unen, incluso a nivel celular, para hacer algo en cooperación. Cada vez que pienso en esto, imagino el techo de la Capilla Sixtina, donde Miguel Ángel representa a Dios y al Hombre que se extienden uno hacia el otro, con las manos a punto de tocarse y quizás entrelazarse. 

En la creación de la placenta, las células del trofoblasto, que provienen del embrión, se extienden hacia la pared uterina de la madre, mientras que al mismo tiempo, las arterias espirales del útero de la madre se extienden hacia el embrión. Este proceso conduce a la creación de la placenta". Este órgano ahora es mucho más conocido y se le atribuyen funciones en extremo importantes, como la filtración similar a la de los riñones, la transferencia de oxígeno y gas carbónico análoga a la de los pulmones y la nutrición del nasciturus, análoga a la del tracto gastrointestinal, además de funciones endocrinas e inmunitarias. Pero además de esta sensible misión, a través de la placenta se lleva a cabo un fenómeno recientemente descubierto y menos conocido aún, el "microquimerismo fetomaternal". 

Este término complejo encierra un misterio aún más profundo que podría tener una connotación espiritual aún más llamativa. 

La inhabitación celular de Cristo en el cuerpo de María 

"Durante el embarazo, pequeñas cantidades de células atraviesan la placenta. Algunas de las células del niño prenatal se cruzan hacia la madre, y algunas células de la madre se cruzan hacia el niño prenatal. Las células del niño prenatal son pluripotentes y se integran en los tejidos del cuerpo de su madre y comienzan a funcionar como las células que las rodean. Esta integración se conoce como 'microquimerismo feto-materno'", explicó la Doctora., quien explicó que la presencia de estas células madre pueden ayudar de manera notable a las madres. Algunas de ellas contribuyen a la recuperación física del cuerpo de la madre tras el parto, otras intervienen en ayuda del proceso de lactancia, pero otras pueden hallarse en el cerebro, la tiroides y otros tejidos.

Las células no son rechazadas por el sistema inmunitario de la madre, de forma que viven y cooperan en su interior. Esta realidad, de la cual la ciencia tiene mucho que investigar aún, "sugiere que la conexión física entre la mamá y el bebé es aún más profunda y hermosa de lo que se pensaba", comentó la Dra. Collier, quien manifestó su admiración sobre el hecho de que estas células puedan proteger a la madre incluso del desarrollo de tumores malignos años después del parto. "Pensar que la presencia física del bebé en su madre está ayudando a protegerla del cáncer a nivel celular habla de una mutualidad radical a nivel celular que apenas estamos comenzando a entender", reconoció la especialista. "Esta investigación aún está en marcha". La especialista destacó que la noción de las madres que han perdido hijos y que sienten que siguen junto a ellas después de su muerte puede tener una parte de realidad física a nivel celular. 

La Dra. Collier lamentó que esta información sea poco difundida o que no se presenta a las mujeres durante la gestación, probablemente como parte de una mentalidad enfocada en lo práctico y poco abierta a la admiración y contemplación del misterio de la vida en el entorno médico. "No soy teóloga, sin embargo, creo que la existencia del microquimerismo fetomaternal habla de una interconexión a nivel celular por designio de Dios", expresó la especialista. "Jesucristo redimió cada etapa y aspecto de nuestros cuerpos por los cuales pasó. La Palabra se hizo carne en el útero de María. Por lo tanto, su útero es un espacio sagrado porque contenía a nuestro Señor y Salvador. Si consideramos la realidad biológica del microquimerismo fetomaternal, podemos suponer que algunas de las células de Jesús se transfirieron a través de la placenta en el útero de María hacia la Santísima Madre. Lo que podríamos sacar de esto es que incluso cuando Jesús dejó físicamente a su madre, parte de Él permaneció en ella y permanece en ella para siempre. Esto aumenta aún más su posición como la gloriosa Theotokos (Madre de Dios)". 

GaudiumPress/Crux