Los demonios querían llevarse al marqués de Toscana y la Virgen lo liberó




Si deseas de veras conseguir tu salvación, pide a la Virgen te dé a conocer qué cosa es el infierno. Hugo, marqués de Toscana, vivía licenciosamente, sin querer enmendarse por más avisos que recibió de parte de la Virgen María, a quien él conservaba alguna devoción no obstante sus vicios. 


Yendo un día cazando por el monte Senario para perseguir una fiera, de repente se armó una tempestad con espantosos truenos y relámpagos y copiosa lluvia. Entra huyendo en una cueva y halla dentro a los diablos, que en figura humana, pero negros y horribles, estaban martillando miembros humanos. Al verlos dio un grito creyendo que eran hechiceros, y al mismo tiempo se oyó una voz espantosa que salía de aquella oscuridad y decía: Echadle mano y traedme a ese también; pero le respondieron: A su tiempo, porque todavía no lo permite aquella que tiene tanto poder sobre nosotros; queriendo decir los espíritus infernales, que la Virgen le había libertado hasta entonces de su condenación.
El marqués al oír esas palabras quedó como fuera de sí, y volviendo su corazón a la Madre del temor santo le pidió socorro, hizo la señal de la cruz, y desaparecieron los enemigos. Salió de la cueva, y dirigiéndose a la casilla de un solitario llamado Eugenio, que vivía en aquel desierto, pasó allí la noche pensando seriamente en mudar de vida.

A la mañana siguiente salió para Florencia y dio parte al obispo Eustaquio de cuanto le había pasado, y del favor que debía a la Santísima Virgen: se confesó de todos sus pecados con penitencia pública y una mudanza completa de su mala vida, diciendo a voces y bañado en lágrimas: Hugo ya no será Hugo. Fundó y dotó con gran magnificencia siete monasterios, vivió de allí adelante como verdadero hijo de María, y en todo fue después un príncipe tan bueno que mereció le llamasen el excelente príncipe.
OBSEQUIO
Cuando estés en la iglesia de rodillas haz esta reflexión: ¡Qué tormento sería estar arrodillado por toda la eternidad! ¿Pues qué será padecer eternamente las penas del infierno?
JACULATORlA 
Líbranos, Señora, de las penas del infierno.