No paguen el impuesto católico alemán (De Mattei)



La intervención de Roberto de Mattei en la conferencia de protesta contra el camino sinodal alemán (Munich)

Llamamiento a los católicos alemanes contra el Kirchensteuer

Hago un llamamiento a los católicos alemanes, pidiéndoles que dejen de pagar el llamado Kirchensteuer, el pago una parte de sus impuestos por su convicción religiosa. Es inadmisible que la única manera de eximirse de este pago forzoso sea mediante una declaración obligatoria de abandono de la Iglesia (Kirchenaustritt), a la que sigue automáticamente una excomunión de hecho.

La Conferencia Episcopal Alemana ha decretado que aquellos que se suscriben al Kirchenaustritt ya no pueden confesarse, recibir la comunión o la confirmación y, cuando mueren, no pueden recibir un funeral católico. Sin pronunciar explícitamente la palabra "excomunión", la Conferencia Episcopal Alemana castiga a quienes abandonan la Iglesia por motivos económicos, excluyéndolos de la vida sacramental, que es la esencia del castigo de la excomunión (c. 1331 § 1). Sólo pueden ser readmitidos en los sacramentos después de haber retirado su declaración y haberse comprometido a cumplir sus obligaciones financieras. 

2. Según el Sínodo Weg, los católicos divorciados y vueltos a casar que pagan el Kirchensteuer pueden recibir los sacramentos, pero los católicos practicantes que se niegan a pagar este impuesto quedan rigurosamente excluidos de la vida sacramental de la Iglesia. Los herejes y cismáticos notorios, incluyendo sacerdotes y obispos, no son sancionados, mientras que el castigo de la excomunión se aplica a un acto que, aún en los peores casos, califica meramente como un acto de desobediencia laica, contra el cual la ley canónica no provee ningún castigo. 

Es cierto que el deber de sostener materialmente a la Iglesia forma parte de la tradición católica y fue colocado en el nuevo Código de Derecho Canónico en los cánones 222, §1 y 1260, pero la tradición de la Iglesia nunca ha considerado la violación de este deber como un crimen punible en sí mismo y el Código no nombra ninguna pena contra aquellos que lo transgreden. 

A menos que se argumente que lo que se sanciona no es la negativa a pagar el impuesto, sino el acto de renuncia a la Iglesia Católica, asimilado al delito de cisma o apostasía, que el Código castiga con la excomunión latae sententiae (c. 1364 § 1). Pero el Kirchenaustritt, para tener relevancia canónica, debe ser una elección libre y consciente, y no un acto al que se obliga a alguien que, por cualquier motivo, quiere evitar el pago de un impuesto injusto.

Por su parte, el Estado alemán actúa en contradicción con su Constitución (Grundgesetz) que asegura la no discriminación de los ciudadanos por su religión. Un estado no confesional no tiene derecho a interferir en la esfera privada de los ciudadanos, sabiendo que la consecuencia de que indiquen su fe religiosa a las autoridades eclesiásticas será la pérdida de dinero o bien severas sanciones canónicas.  En esta situación, la autoridad civil actúa como el brazo secular de la Iglesia.

La Iglesia, por su parte, sacrifica el derecho fundamental del cristiano a no sufrir la intromisión del Estado en las cuestiones que conciernen a la fe y a la moral, y viola la libertad religiosa de los fieles al obligarles a hacer una declaración pública de renuncia a su pertenencia a la Iglesia por razones meramente económicas.

El criterio de pertenencia a la Iglesia Católica se basa en el don de la fe que todo católico recibe en el momento del Bautismo y no puede reducirse al pago de un impuesto. Sólo una institución profundamente secularizada puede equiparar la pertenencia a la Iglesia con el pago de una parte de sus ingresos. La Iglesia alemana, económicamente rica pero espiritualmente cada vez más pobre, aparece a los ojos del cristiano como un aparato burocrático y corporativo sometido a la opinión pública y a las autoridades civiles. Además, quien subordina la vida sacramental al pago de un impuesto cae en el pecado de la simonía (Hch 8, 5-24), la venta de bienes espirituales que ha caracterizado todas las épocas de grandes crisis de la Iglesia.

El nombre de Kulturkampf se recuerda en la historia como la persecución contra los católicos llevada a cabo por el canciller Bismarck en los últimos treinta años del siglo XIX. El teórico comunista Antonio Gramsci reclamó a su vez un nuevo Kulturkampf contra la Iglesia católica, sin imaginar nunca que los que realizarían su plan de secularización de la sociedad serían los propios obispos. La pregunta crucial que debe hacerse es la siguiente: ¿puede un católico ser cómplice del proceso de des-catolización de su propio país?


Entendemos que este es un doloroso problema de conciencia. Sin embargo, pagar a los Kirchensteuer significa cooperar directamente en el proceso de secularización de la Iglesia en Alemania y en el mundo que los obispos alemanes promueven a nivel ideológico y apoyan a nivel financiero. Pagar el Kirchensteuer significa, en este momento, apoyar al Synodalen Weg.


Por esta razón, el rechazo a apoyar financieramente a la Conferencia Episcopal Alemana no significa dar la espalda a la Iglesia y menos aún significa abandonar la fe católica, sino que es la forma de defenderla. Y es el bien de la Iglesia - no sólo de la Iglesia en Alemania, sino de la Iglesia universal - lo que nos impulsa a hacer un llamamiento a los católicos alemanes: ¡dejad de pagar el Kirchensteuer! Ponemos este llamamiento a los pies de María, la Patrona de Baviera, que es la invencible protectora de Alemania y la Madre de la Iglesia.



Nota Bibliográfica

El estudio más convincente sobre el Kirchensteuer ha sido realizado por el teólogo y canonista suizo Mons. Eugenio Corecco (1931-1995)


https://www.lifesitenews.com/news/catholic-laityprotest-cdl-marx-call-him-to-repent-for-leading-german-church-down-schismatic-synodal-path