Tratar a los ángeles



Hay una canción que dice: Quiero tener un millón de amigos. Pues nosotros podemos tener millones de amigos ángeles. ¿Te imaginas los millones de ángeles que hay en la iglesia, adorando a Jesús Eucaristía? ¿Y los innumerables que hay a tu alrededor, de todas las personas que ves a lo largo del día y de todos las personas que ves en televisión y de todos los que viven en tu ciudad o en tu país? ¿Por qué no comienzas por saludar a los ángeles de los que encuentras a tu paso por la calle? ¿Por qué no les sonríes? Verás cómo mejoras y serás una persona más amable y agradable.

Dirás que es muy fácil olvidarse de los ángeles, teniendo tantos problemas y preocupaciones en qué pensar. Cierto, pero, teniéndolos presentes y pidiéndoles ayuda, se pueden solucionar mejor tus problemas. No olvides que los ángeles son miríadas de miríadas y millares de millares (Ap 5, 11). Y sentirte apoyado por ellos, te dará mucha seguridad personal.

Por lo demás, piensa que los ángeles no se dejarán ganar en generosidad y serán generosos en compartir contigo muchas bendiciones de Dios. Puedes pedirles favores como: Lleva un ramo de bellas flores celestiales a mi mamá en este momento. Dale un beso con todo cariño a tal persona. Ayuda al médico para que acierte en el diagnóstico de mi hermano. Asiste a tal persona enferma en el momento de su operación. Visita a mi amigo y dile que lo quiero mucho. Y así muchísimas otras cosas que los ángeles cumplirán con toda eficacia.

Los ángeles nos aman, nos sonríen y nos cuidan. Seamos agradecidos con ellos. Y, cuando tengamos que hacer un favor a una persona, no pensemos, si se lo merece o no, pensemos en su ángel que es bueno y hagámoslo por él. Sepamos ayudar a otros sin guardar resentimientos ni rencores, y digamos frecuentemente la oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me perdería.



LOS ÁNGELES Y LA MISA
Es maravilloso celebrar la misa rodeado de millones de ángeles. Yo tengo experiencia de ello, pues todos los días, al celebrar, invito a todos los millones de ángeles del universo a que vengan a acompañarme. Esto lo deberían hacer todos los sacerdotes y también los fieles, sabiendo que, rodeando el altar, hay millones de ángeles, aunque no los veamos. Además, en cada sagrario, hay también millones de ángeles, adorando a Jesús.

San Juan Crisóstomo (†407) tiene frases muy hermosas sobre la presencia de los ángeles en el momento de la celebración de la misa. Dice: Los ángeles están alrededor de esta mesa (altar) formidable4. Cuando ves cómo se alzan los velos, piensa que en ese momento (el momento de la consagración) en lo alto se abre el cielo y de él bajan los ángeles5

En la misa estás junto con los ángeles: con ellos cantas, con ellos entonas himnos6. En el momento de la misa, los ángeles rodean al sacerdote, y todo el altar y todo el lugar del sacrificio se llena de potestades celestes para honrar a Dios, que allí está. Y, para creer esto, basta considerar las cosas que allí se cumplen entonces. Yo oí referir a uno que lo había oído de un anciano venerable, que tenía la gracia de recibir frecuentes revelaciones, cómo una vez se le concedió tener una revelación sobre esto. Vio, en un instante, al tiempo del sacrificio, una muchedumbre de ángeles, vestidos de ropas resplandecientes, que rodeaban el altar e inclinaban sus cabezas como si fueran soldados que están en presencia del Emperador. Y no tengo dificultad en creerlo. Y otro me contó también, ya no como sabida de tercero, sino que fue digno de ver y oír él mismo, cómo a los que están por salir de este mundo, si con pura conciencia han participado de los divinos misterios, los ángeles les hacen guardia y, una vez que han expirado, por reverencia de Aquel que en el Sacramento recibieron, los trasladan de aquí a los cielos7.


San Gregorio Magno afirma: ¿Quién de los creyentes puede dudar de que en el momento de la consagración de la misa, a la voz del sacerdote, los cielos se abren y los coros angélicos están presentes en el misterio de Jesucristo? En el altar, lo más bajo se une a lo más sublime, la tierra con el cielo, lo visible con lo invisible 

Precisamente por ello, toda pureza es poca para estar en presencia de Jesús y de los ángeles. Los fieles, que asisten a la misa, deben ir bien vestidos, bien peinados y, sobre todo, con un alma limpia para recibir a Jesús en presencia de los ángeles

También es muy bueno invitar a los ángeles de nuestros familiares y seres queridos a que asistan con nosotros a la misa. Es el momento de mayor intimidad con Jesús y debemos estar unidos también a los seres más queridos. Personalmente, les pido a muchas personas conocidas que me manden sus ángeles a la hora de la misa para que, a través de ellos, reciban muchas bendiciones de Dios. Esto mismo hacía también santa Teresita. En una carta a su hermano espiritual, el Padre Roulland, le dice el 1 de noviembre de 1896: El 25 de diciembre no dejaré de enviaros mi ángel para que deposite mis intenciones cerca de la hostia que vos consagraréis. Pueden enviarme a sus ángeles todos los días a la hora de la misa. Así estaremos más unidos en Dios por medio de nuestros ángeles.



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In Isaiam I, 2.
In ep. ad Ephesios III, 5.
In Actus apostolorum XXIV, 4.
San Juan Crisóstomo, El sacerdocio, Ed. apostolado mariano, Sevilla, 1990, p. 110. Neri Umberto, La Eucaristía, Ed. Desclee de Brouwer, Bilbao, 1998, p. 185.


-Del libro del sacerdote Ángel Peña sobre los ángeles