Una jerarquía superior trabaja en contra de la Iglesia


Antonio Socci ha escrito un nuevo libro, Il Dio Mercato, La Chiesa, e L'Anticrsiso (El Dios del Mercado, la Iglesia y el Anticristo). Como es de esperar de los seguidores de su obra -y yo lo soy-, Socci ofrece un comentario agudo y devastador sobre el estado de la Iglesia y el mundo de hoy, que su entrevistador llama (traducción mía) "una situación más allá de todos los límites e insostenible, dada la línea bergogliana y la copresencia de dos Papas que, más allá de las cortesías ceremoniales, dicen cosas opuestas".

En opinión de Socci, expresada en la apertura de su libro (citando una novela de 1934 de Joseph Roth): "El Anticristo ha llegado: disfrazado de tal manera que nosotros, que estamos acostumbrados a esperarlo durante años, no lo reconocemos. Él vive en medio de nosotros; en nosotros mismos. Y sobre nosotros pende la sombra pesada de sus innobles alas. Ha estado esparciendo veneno en las almas inocentes de nuestros hijos".

Como explica Socci a su entrevistador, el caso que argumenta en su libro es que la amenaza a las almas ya no se limita a algo tan discreto como el comunismo o el nazismo, sino que ahora se extiende a lo que Benedicto XVI llamó "la dictadura del relativismo". Esta dictadura, dice Socci, 
"...en los últimos años se ha vuelto más asfixiante que nunca. Parece que la luz (sobre todo la luz de y en la Iglesia) se ha apagado y no sólo que la cuestión de la verdad se ha considerado fuera de los límites... sino que no hay ninguna evidencia de que la verdad sea siquiera reconocida. Parece que se ha cumplido la profecía de Chesterton, que preveía un tiempo en el que se produciría el fin del mundo sólo por afirmar que dos más dos son cuatro y que las hojas son verdes en verano. Este clima ideológico - en el mundo y en la Iglesia - obviamente no se formó por accidente, sino más bien porque los poderes de este mundo (económicos, políticos, mediáticos) han empujado fuertemente en esta dirección ideológica".

En cuanto al clima ideológico que opera en el seno de la Iglesia, Socci observa lo que es claramente una marca de este pontificado: "Además, la Iglesia ha querido anular la 'pretensión de verdad' del Evangelio y al mismo tiempo se impone un 'pensamiento único' que domina dogmáticamente y no permite la discusión o las preguntas críticas".

Por supuesto, aquí Socci se refiere al Papa Francisco y su programa "revolucionario". Así, en respuesta a la observación del entrevistador de que "ciertos textos del Papa Francisco parecen haber sido escritos por el Secretario General de las Naciones Unidas", Socci respondió: "Sobre todo, quisiera recordar que en mayo de 2013 Benedicto XVI, en el Laterano, explicó que un Papa no puede y no debe usar la Cátedra de Pedro para afirmar sus ideas y opiniones personales, sino sólo y siempre la enseñanza de la Iglesia. Porque el Papa no es superior a la palabra de Dios, sino que es su servidor".

Anticipándose a la objeción de que Francisco se limita a realizar una "traducción pastoral" de la sana doctrina, Socci añadió que la "revolución pastoral" de Francisco es en realidad "demoledora de la propia doctrina; por lo tanto, es una astuta ficción". El intento posconciliar de reconciliar la Iglesia con la modernidad, dice Socci, ha sido un fracaso (obviamente), pero el Papa y la alta jerarquía se niegan a admitir su error. "Errar es humano", añade Socci, "pero perseverar [en ello] es diabólico".

A su entrevistador, Socci le ofrece una conclusión bastante acorde con lo que el Tercer Secreto integral debe predecir: "Cuando los resultados fallidos van acompañados de la ya evidente sumisión ideológica a los poderes (ciertamente anticatólicos) de este mundo, e incluso de la mano dura contra aquellos que, entre clérigos y laicos, desean mantener la fe de todos los tiempos, yo diría que estamos ante una jerarquía superior que trabaja en contra de la Iglesia".


Después de referirse a hechos que, a su juicio, ponen en duda la validez de la renuncia de Benedicto XVI, Socci ofrece el aleccionador consejo de que, humanamente hablando, nuestro único recurso en esta situación es permanecer "Fieles a Cristo, fieles a la Iglesia, al Catecismo de la Iglesia Católica", fieles al papado, a lo que la Iglesia enseñó siempre y en todas partes, desde San Pedro hasta Benedicto XVI", y también "orar por la conversión de Bergoglio, para que vuelva sobre sus pasos, se corrija a sí mismo y no guíe la destrucción de la Iglesia".” En caso contrario, concluye, debemos esperar y rezar para que "Dios devuelva a un Papa católico a su Iglesia y pueda dar testimonio para la salvación del mundo".