Ya llegan los curas casados



María Ferraz

Bergoglio se ha salido con la suya y ha decretado la destrucción del sacerdocio, con un primer paso que es abolir el celibato, y un segundo, ya próximo, la ordenación al diaconado de mujeres, acercando todavía más la Iglesia Católica al herético Lutero.

Después de organizar un costoso montaje sinodal, anunciado a bombo y platillo, y preparado por teólogos disidentes cuya estrella ha sido la Pachamama, robándole todo protagonismo a Jesucristo, ha promovido la espiritualidad chamánica-panteísta, el grito de la Tierra y de los pobres mientras se olvidaba de las almas enlutadas que no tienen al Dios verdadero. Y con el fin de engañar a los bobos, ha hecho pasar las conclusiones sobre los viri probati como un consenso entre los padres sinodales elegidos a dedo para sus propósitos meléficos, quitándose así la responsabilidad de encima.

Ha abusado de su puesto -usurpado al verdadero pontífice- para degradar la Iglesia convirtiendo el sacerdocio ministerial en una especie de ministerio protestante que puede ser llevado a cabo por hombres casados que no podrán servir a Dios y a los fieles como conviene, pues sus intereses gravitarán hacia el cuidado de su familia. ¿Tendrán que pagar los fieles la manutención de la mujer y los hijos, el alquiler de la casa, y demás gastos que toda familia tiene? ¿Que hará el cura si su mujer se pone de parto el domingo o le surge cualquier otra emergencia? ¿Dejará de celebrar misa, de confesar? ¿Qué joven se ordenará al sacerdocio guardando la continencia si tiene la posibilidad de casarse?

Bergoglio, eres un destructor de lo más sagrado, de la esencia del Sacramento del Orden sacerdotal que, después de tu intervención, quedará totalmente pulverizado, sacado de su matriz, llenado de fango e intereses personales, ridiculizado como un oficio más, peor aún, una profesión que se sirve de Dios para mantener a la propia familia, será un despropósito, una anarquía, un exabrupto del Infierno que quiere acabar con lo puro y bello de la castidad por el reino de los Cielos, de la virginidad que se conserva como un lirio inmarcesible para ofrecérselo sólo a Dios. 

Bergoglio, eres un ladrón de las gracias de Dios sobre la tierra y no mereces más que ser extraviado del todo y cegado por tus intereses que no son más que los de los que te manejan y te utilizan para terminar con la Iglesia. 

Bergoglio, eres un réprobo ya en vida y tu cadáver, como el de Judas, será comido por los perros y tu recuerdo borrado del Libro de la Vida.