No sólo la pornografía te lleva aI Infierno





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Vi hombres atados con hombres, y mujeres atadas con mujeres, atados por la cintura, que se balanceaban, como animales salvajes, arrastrando una presa. Y éstos ¿quiénes son y por qué sufren? El Señor me dijo:

”Son toda clase de homosexuales y lesbianas, que libremente me rechazaron, y no fueron capaces de ser castos ofreciendo su vida”. Y vi como Satanás, se revolcaba en el lecho de estos pobres seres, dándoles más deseos sin llegar hacer saciados nunca. Y vi como los espíritus los atormentaban en sus partes con las que pecaron. Y vi que le atravesaban palos desde el ano hasta la boca, y los giraban.

Y pregunté ¿y la presa? Y me contestó:”Son todos aquellos que se acostaron con ellos. Ore, porque aún hay vivos que pueden salvarse, al arrepentirse. La persona homosexual que Me ofrezca su castidad, y viva sin hacer pecar a nadie, yo derramo mi infinita misericordia, porque los amo inmensamente.”

Toda relación, anal es condenada por el Señor, es contra la naturaleza. No podemos condenar a quienes practican la homosexualidad, si hacemos lo mismo.

Vi hombres y mujeres con caras de animales, y sufrían inmensamente. Y al lado de ellos, unos que llevaban como unas cintas y unas hojas o revistas donde habían mujeres y hombres desnudos. También sufrían y van al infierno. Y le pregunté al Señor: ¿quiénes son?, y ¿también van al infierno? Sí, van al infierno sino se arrepienten. Los primeros son todos los que han tenido intimidad con los animales. Rebajándose al nivel de la bestia, y aun más que ella, porque si ella pensara, no lo haría. Y todo aquel que haga del sexo una obsesión a través de películas, revistas, chistes grotescos, prostitución, palabras de mal sentido. Son dignos del fuego eterno, con todos sus tormentos, pues han aprendido a hablar la bajeza de Satanás y no a hablar y vivir la santidad y pureza de DIOS uno y trino.

Vi hombres y mujeres de diferentes edades, y caminaban como ciegos golpeándose con todo. Y un demonio estaba al pie de ellos, haciéndoles caer más y más. Y éstos ¿quiénes son Señor? Y me dijo: “Son todos los borrachos, alcohólicos van (al infierno) porque han destrozado el templo de Espíritu Santo, donde mora la trinidad santa. Su propio cuerpo. Y han hecho daño a sus semejantes, a sus familias, olvidándose del primer mandamiento. Amar a DIOS y al prójimo como a sí mismo. Estos no han aprendido ni siquiera a amarse.”

Y al lado de ellos, iban de diferentes edades con los labios reventados con humo en la nariz. ¿Y éstos quiénes son?, pregunté, y me dijo:” Son todos los fumadores de toda clase, de hierbas, droga, cigarros o vicio. Y van porque no han amado su propio cuerpo, y los que van con ellos, son todos los que ofrecen, o llevan a pecar. Yo les he dicho, que el que regala un vaso de agua, es digno de cielo eterno. Pero también quien ofrece, o hace pecar a alguien, es digno del fuego eterno. Ore, porque algunos pueden cambiar su vida, y librarse de este castigo”

Vi hombres y mujeres en minifalda, o con vestidos indecentes, y detrás de ellos, un gran número de hombres y mujeres. Y pregunte: ¿Por qué van al infierno, y por qué los atormentan? Me contestó: “La mujer que use minifalda va al infierno, por corromper al hombre seduciéndolo con su vestuario. Y lo mismo el hombre, va por dejarse seducir. Cuidado con el vestuario. La mujer no debe llevar pantalón y si lo lleva que no sea ajustado. Muchas parecen mulas con frenos. Los hombres no deben llevar el pantalón apretado, pero tampoco, aquellos que parecen faldas.”

Vi que iban hombres y mujeres de toda edad, hasta niños con las manos cortadas, algunos sin dedos. Y le pegunté: ¿Quiénes son y por qué van al infierno? Y me dijo: “Son todos los tramposos, los ladrones, los estafadores, los que no pagan sus deudas, los que solo se dedicaron al trabajo, los avarientos, los que en su corazón solo estaba el dios dinero, los que nunca dieron una limosna al pobre, ni ayudaron al más pequeño de sus hermanos. Son todos aquellos que al final les tendré que decir, apartaos de mi malditos, id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre y no me disteis de comer, sed y no me disteis de beber. Fui forastero y no me alojasteis, desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Ore, ore por ellos, porque algunos están vivos y pueden cambiar su corazón de piedra (Mateo 25.)”.

Vi hombres y mujeres de todas las edades, que llevaban la lengua afuera, y un demonio, iba montado sobre sus hombros, metiéndole su lengua en la boca de ellos. Era una gran cantidad y le pregunte al Señor ¿Quiénes son Señor, y porque traen ese demonio? Me dijo:” Son todos los chismosos, calumniadores, mentirosos, son todos aquellos incapaces de domar la lengua. Que hicieron mal, pues esta cargada de veneno mortal, como escrito está en mi apóstol Santiago “Sepan domar su lengua” El demonio que llevan es el demonio del chisme, ore para que se conviertan, porque algunos están vivos, y no vengan a este lugar de castigo.”

Vi hombres y mujeres que de sus bocas salían sapos, y víboras. ¿Y estos quiénes son? Pregunte. “Son todos los que pudieron enseñar mi fe y mi doctrina y no lo hicieron. Pero si enseñaron cosas falsas basadas en teorías sin poderse comprobar. Son los maestros, escritores, catequistas, sacerdotes y padres de familia y todo el que pueda enseñar mi fe. Y toda persona que destruya la fe de mis pequeños niños. Yo les he escrito, ay del que enseñe otra palabra, ay del que escandalice a uno de estos pequeños, mas le valiera amarrarse una piedra de moler al cuello y tirarse al mar. Ore, ore porque para ellos, el castigo es tremendo. Y no lleguen al lugar del castigo.”

Vi familias y padres e hijos golpeándose. De sus bocas salieron llamas de fuego. Y pregunte: ¿porque vienen aquí y por qué los atormenta el demonio, y porqué sale fuego? Y me dijo: “Son los padres que no se hicieron amar y respetar con sus hijos, los insultaron. Son los hijos altaneros y groseros con sus padres.” Y pregunté: ¿Por qué van ellos ahí? Y me dijo:” Al final cuando cada uno se presente ante el justo juez, si no fueron buenos van a decir, maldito de mí por no haber respetado y amado a mis padres. Y por esa maldición va al infierno. O va a decir, maldito por no obedecer y seguir la fe católica. O al contrario, van decir, malditos mis padres porque no me enseñaron a respetarlos y amarlos. Por esa maldición los padres van al infierno.

Al contrario los padres deben respetar y dar amor a sus hijos. Jamás con insultos. “Ore, ore, porque algunos pueden salvarse”

Vi que en esas casas, donde el padre y la madre, insulta a sus hijos, los demonios salen de sus bocas como gusanos o serpientes que se arrastran. Y poco a poco van y se meten al hijo, o al esposo que está lejos. Vi que la única manera para acabar esos demonios en esas casas, es rezar y especialmente el santo rosario.

Vi gente de toda clase y edades que tiraban dinero al aire y alrededor de ellos, gente muriéndose de hambre. ¿Y estos quiénes son y por qué van al infierno? Y me dijo:” Son todos los que desperdician el dinero en lo que no sirve, son los que compran cosas innecesarias, son los que hacen fiestas para sus gustos, invitan únicamente a los que puede llevarles algo o lo invitan a otra fiestas. Son todos los que desperdiciaron comprando en demasiadas cosas y las dejan dañar en sus refrigeradores en vez de regalarlas. Y nunca hacen obras de misericordia, solo piensan en ellos mismos mientras alrededor del mundo se mueren de hambre. Ore, ore por ellos para que se conviertan, y no vayan al lugar del castigo”.

Vi jóvenes que llevaban aparatos en sus oídos, no pregunte que aparatos porque no los conozco, conectados a una radio, caminaban como sonámbulos. Por esos aparatos les entraban escorpiones, sapos y muerte. Y pregunte ¿Quiénes son? Y me dijo: “Son todos aquellos que escuchan música satánica, rock, la música metálica y se han convertido en adoradores del diablo que los llevan a su propia muerte y les hacen perder el sentido de la vida, son todos los que entran a culto satánico, discotecas u en sus casas se encierran escuchando a alto volumen esa maldita música, para ellos la vida no tiene sentido, ni estudiar ni nada. Se vuelven perezosos y rebeldes. Pobre juventud va a la perdición, ya no hay inocencia en los mayores de 4 años. La maldita televisión y la música los han pervertido, y su corazón enceguecido se van alejando de mí. Ore, ore, para que yo pueda rescatarlos, pues viajan como moscas al mortecino. Ore, ore para que abandonen todo, y no lleguen al lugar de castigo elegido por ellos”.

Vi hombres y mujeres de toda clase, que caminaban de espalda, y un demonio los arrastraba y al caminar, tropezaban con otros, y los hacían caer. Pregunte quienes son, y me dijo: “Son todos aquellos que me iban siguiendo por el camino del cielo, pero las dificultades, los tropiezos, el desaliento, los problemas con los mismos grupos, los hicieron que me abandonaran, y hoy van camino al infierno, y se llevan a otros. A estos les es difícil volver a mí. Porque tiene un demonio que los detiene, este demonio al final los entregara a Satanás, y recibirá más orgullo por haber vencido a uno de los míos. Ore, ore por ellos, pues mi corazón se hiere continuamente, por estos nuevos judas que no quieren sufrir por mí”.

Vi hombres y mujeres de diferentes edades y clases, golpeándose el pecho con un cuchillo, luchaban por quitar un espectro humano, desde los pechos hasta sus ingles . Al golpearse sus heridas sangraban mientras que un demonio les gritaba, tú has sufrido mucho por culpa él , dele más duro, dele más duro, no le perdone no le perdone!!. Entonces pregunté: ¿Quiénes son Señor, y quienes son los que están en el pecho? El Señor me dijo: “Son todos aquellos que nunca han perdonado la falta de sus hermanos, guardan rencores, odio, resentimiento, rencillas, pensando que fueron los únicos que sufrieron. Las personas que llevan en el pecho, son sus supuestos enemigos. Y por eternidad de eternidades, lo tendrán en el pecho como castigo. Oren, oren, para que perdonen, como yo perdono, porque si no perdonan las faltas de sus hermanos, mi Padre tampoco les perdonara.”

Vi hombres y mujeres de todas las edades, sus manos sangraban, y ellos al mirarlas gritaban de terror. Y un demonio les cortaba con una espada, los pasaba por parte y parte, volviéndolos nada. Pregunté: ¿Quiénes son Señor? Dijo: “Son todos los asesinos, los secuestradores, los atracadores, son todos aquellos que le han quitado la vida, a alguien, física, psíquica, y espiritualmente. Son aquellos que pudiendo salvar una vida, no lo hicieron, su sangre clama, desde la tierra a cielo. La vida yo la doy y la quito cuando quiero, nadie fuera de DIOS puede quitar la vida, ni a un niño, ni a un anciano, ni a un un enfermo, solo DIOS dispone de ellos. Quien lo hace le esperan los mas grandes castigos y tormentos, en el lago de azufre donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Ore, ore, porque hay muchos que están vivos y pueden arrepentirse, hija mía ora, especialmente por los médicos”.

Seguimos caminando y vi hombres y mujeres, jóvenes y niños de todas las clases, iban dando vueltas entre sí como perdidos y confusos, los demonios los cubrían con sus sombras, y les decían, no crean, no crean. Y pregunte ¿Quiénes son? Y me dijo: “Son todos aquellos, que pertenecen a mi iglesia o pertenecieron, pero que abandonaron los sacramentos, o si acuden no creen en ellos, ni en la gracia ni en el poder santificador a través de ellos. Han despreciado al DIOS de la verdad por la mentira. Quienes más sufrirán, son los que no creyeron en mi Real Presencia, en la sagrada eucaristía, y se hicieron sacrílegos, pues mi carne es verdadera comida mi sangre es verdadera bebida y quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo le resucitaré el ultimo día. Ore, ore porque algunos pueden regresar”.

Vi hombres, jóvenes, mujeres y niños con edad de razón, en gran cantidad, caminaban a tientas, pisaban cualquier luz que los podía iluminar, los demonios gritaban, no crean en la luz no crean! Y pregunté ¿Quiénes son? Y me dijo: “Son todos aquellos, que han cometido cualquier pecado y no lo han confesado, por vergüenza, o porque no creen. O si lo confesaron, no lo hicieron con verdadero arrepentimiento. DIOS conoce el corazón de cada hombre. Ore, ore para que se conviertan. Nadie que no confiese su pecado puede entrar en el reino de los cielos”.

Entonces exclamé, Señor JESUS, DIOS mío ¿quien puede salvarse?!!!!!
Me contestó: “Tu ven y sígueme. Para DIOS nada es imposible.” Callé, y seguimos caminando. Encontramos a miles, y miles que iban al camino del infierno. No pegunté quiénes eran ellos, solo iba pensando, misericordia DIOS mío, misericordia Señor....

El no me dijo quienes eran, ni cual fue su pecado, eran de toda edad, y de toda clase, y por algo que yo no entiendo, se me dio a saber, que eran de toda religión, fe y creencia. Porque DIOS hace juicio sobre toda persona que venga a esta tierra, nazca donde nazca y crea en lo que crea. Después de caminar y caminar JESUS me dijo: “Aquí termina el camino al infierno” y se sentó sobre una piedra. Sus llagas sangraban, sus ropas eran rojas y estaba llorando. Le dije ¿Qué tienes Señor y DIOS mío? ¿Por qué tus vestidos están rojos, si llegaste de blanco y porque sangras y por qué estás llorando?

Y me dijo: “Lloro al saber, que para ellos mi sacrificio fue inútil, y mi sangre se derramó en vano. Pues ellos no quisieron salvarse, me despreciaron. Mis ropas están rojas empapadas por mi sangre que he vertido en el dolor de sus pecados, y que ellos no quisieron recibir. Ya que mi perdón esta dado por parte de mi Padre, pero ellos no me recibieron. Y yo les he escrito, el que me reciba lo hare hijo de DIOS. Oh, hija mía!!, ore, ore, ayúdame a la salvación de los hombres y de las almas. 

Nos abrazamos y lloramos juntos, de pronto yo estaba en mi cuarto, abrazada fuertemente a él, el miedo era espantoso, todo mi cuerpo temblaba. Le dije Señor tengo miedo. Me coloco la mano sobre la cabeza y me dijo: “esto que has visto no lo contarás hasta dentro de 6 meses que te hayas repuesto completamente. Luego te llevare al cielo, y te mostrare el camino de quienes van por el”.

Oramos juntos, se despidió dejándome en paz, lo vi partir, me volvió a mirar. Aun iba llorando, sus ropas iban rojas, sus llagas, sangraban, me dijo adiós con la mano, y desapareció de mi vista.