Demonio a un exorcista: decís la Misa demasiado rápido


El exorcista cuenta que cuando Satanás lo reprendió por decir la misa "demasiado rápido"

Según Don Ambrogio Villa, no sería una exageración injusta decir que la misa ya no se valora, lo cual, afirma, el Diablo le dijo durante un exorcismo.


28 de abril de 2020- "Los sacerdotes de hoy dicen la misa demasiado rápido"; "No entienden que cuando celebran la misa, Ella (María) está presente en el altar y los ángeles con ella". Paradójicamente, esto es Satanás hablando de la Santa Misa mientras es exorcizado. El convincente relato de este exorcismo está circulando en YouTube en una grabación (vídeo italiano) del exorcista Don Ambrogio Villa; es el relato de una homilía. Aunque fue subido hace unos meses, ya cuenta con cientos de miles de visitas y ha hecho de 'Villa' un nombre popular.

Don Ambrogio era el párroco local de un pequeño pueblo de Lombardía, hasta que empezó a trabajar a tiempo completo como exorcista para la Diócesis de Milán en el norte de Italia hace unos años. Es uno de los muchos sacerdotes de todo el mundo que han respondido a la creciente necesidad de exorcistas. Según un informe de 2018, sólo en la Italia natal del Vaticano, los exorcismos se han triplicado con aproximadamente 500.000 realizados cada año. Librar una batalla espiritual contra el diablo no es un papel para los débiles de corazón, explica Don Ambrogio. Incluso si estás en persona Christi, el diablo te somete a "la vulgaridad, las amenazas y la violencia". Sin embargo, subraya en la grabación, lo que los demonios se ven obligados a revelar en ciertos momentos durante un exorcismo es un "Catecismo auténtico" que, si se le presta atención, puede marcar la diferencia en las vidas y las almas.


Al final, no hay nada sorprendente en esto; también sucedió con Jesús. Cristo fue el primer exorcista y el exorcismo fue una parte integral de su ministerio público. Los encuentros de Jesús con los poseídos por el demonio, su poder para expulsar demonios y sus confesiones en su presencia, se describen en varios pasajes de los evangelios. En Marcos, por ejemplo, son los únicos testigos que reconocen públicamente a Jesús como el Mesías. Y en Marcos, 1:24, un demonio se dirige a Jesús con estas palabras: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios". Los demonios temían estar en presencia de Jesús porque sabían que tenía el poder de cambiar sus vidas por medio de un exorcismo.

De hecho, los exorcismos suelen cambiar la vida del poseedor y del poseído, pero Don Ambrogio cuenta que también su vida ha sido radicalmente reformada por las revelaciones del diablo. Lo que hace único este encuentro, es la respuesta del diablo cuando se le incita a hablar de los sacerdotes; evidentemente tiene una cuenta que saldar: "Ustedes (sacerdotes) dicen la misa demasiado rápido, levantan ese pedazo de pan y lo dejan inmediatamente, tienen prisa, porque tienen cosas más importantes que hacer." Palabras impactantes que llevan a Don Ambrogio a admitir, que esto es tan importante para él como para cualquier otro. Su primera consideración, confirmando que el diablo tiene un punto, es "no decir más misa como lo ha hecho". Se han escrito volúmenes sobre el tema de la liturgia, pero evidentemente, el problema persiste. Incluso Benedicto XVI aborda el tema en "Desde lo profundo de nuestros corazones". El Papa Emérito escribe que "la celebración diaria de la Eucaristía, implica un estado permanente de servicio a Dios" que "indica la Eucaristía como el centro de la vida sacerdotal". Pero según el diablo, esa relación sacramental privilegiada entre el sacerdocio y la Santa Misa se está devaluando constantemente.

Según Don Ambrogio, no sería una exageración injusta decir que "la misa ya no se valora". Explica su punto: "Todos pensamos que estamos donando algo a Dios al ir a misa, en cambio, es el sacrificio de Cristo el que perdona nuestros pecados". Olvidamos que "el primer motivo para ir a misa es ser salvado y perdonado". Es más, subraya, "ese pequeño trozo de pan ácimo entra en nuestro estómago y antes de que nuestros jugos gástricos lo desintegren, pasan de 8 a 10 minutos... somos un tabernáculo para Jesús... Nuestro Creador está en nosotros y ante nosotros ... y todavía nos olvidamos de dar gracias por este sacrificio" antes y después de la misa.

Pero hay más y el diablo se dirige a los sacerdotes con una segunda queja, esta vez revela algo extraordinario. "No entiendes que cuando dices misa, María, su madre, y todos los ángeles están allí reunidos alrededor del altar." Es verdad, ni siquiera consideramos que "todo el cielo está reunido en torno al sacrificio de Cristo" en el altar, continúa Don Ambrogio. Sin embargo, no es la primera vez que se menciona la presencia divina en el altar durante la consagración. 

Por ejemplo, el difunto obispo Girolamo Grillo de Civitavecchia reconoció oficialmente todas las apariciones y mensajes de Civitavecchia incluyendo la descripción de Fabio Gregori de la primera vez que María se le apareció. Este es el testimonio de Fabio: "Fue el 2 de julio de 1995. Estaba en la misa de la tarde. Eran alrededor de las 18:30.
Nuestra Señora se apareció en el momento en que el párroco estaba a punto de consagrar la sagrada Hostia. Sus pies descansaban en una nube, exactamente sobre el Padre Paulo y sus manos abiertas apuntaban hacia abajo. Se quedó allí en adoración silenciosa hasta la comunión.  Por su comportamiento, estaba claro que su Hijo Jesús, el Salvador, está realmente presente y vivo en la Eucaristía".

Tratando de dar sentido a las congregaciones menguantes y a los jóvenes que dicen "la misa ya no hace nada por mí", don Ambrogio ha encontrado su respuesta. Escuchar al diablo, dice, ha "cambiado mi vida para siempre". Si la misa se celebra y se participa con la reverencia debida, "nuestra sed se saciará". Cuando no se sirve bien a Dios y se devalúa el santo sacrificio de la misa, se pierde la majestad de Dios y nosotros también.

Irónicamente, en un momento en que la Iglesia parece perdida en un perpetuo estado de confusión, el diablo sabe lo que necesitamos: una Santa Misa.