Cavalcoli arremete contra la misericordia de Bergoglio




Queridos amigos.

Le agradezco que haya anunciado mi libro sobre el castigo divino. Es una exhortación al Papa para que cese de practicar la misericordia y de predicar una concepción de la misericordia divina, que no reconoce la verdadera misericordia, sino que favorece la propagación de las herejías, la impiedad, la apostasía, los conflictos, las divisiones, la laxitud, del libertinaje y la corrupción de las costumbres, porque los pecadores, herejes y criminales, en la convicción de que Dios no los castiga y viéndose no castigados por la autoridad eclesiástica, creen que pueden seguir pecando libremente en la falsa confianza de que pueden alcanzar igualmente la salvación.


El buen pastor, en cambio, debe ser misericordioso con los que necesitan recibir misericordia, es decir, con los desdichados, los débiles, los arrepentidos, los que sufren; pero debe defender enérgicamente la causa de los oprimidos y los perseguidos, amenazando con la venganza divina contra los malvados y actuando, a riesgo de su vida, para hacer justicia, en la medida de lo posible, contra los pecadores.

Pero si usa la benevolencia y también se dirige a los corruptos y a los pecadores arrogantes y no arrepentidos, sin amenazarlos con el castigo divino y sin advertirles que las desgracias que los afligen (por ejemplo, el coronavirus) son llamadas divinas a la penitencia, seguirán caminando con valentía por el camino de la perdición en la idea de que el Papa está con ellos, los comprende y que Dios en su misericordia no los castigará.

El Papa Francisco debe tener en cuenta que la misericordia que se da a los que no la merecen y no tienen intención de convertirse, no les hace bien, no los cura, sino que los empeora y los hace aún más descarados.

Los pecadores obstinados y orgullosos sólo pueden ser retenidos con severidad, disputando su falsa certeza de salvación, amenazando con el castigo divino y despertando en ellos el temor de Dios.

El Papa Francisco, en cambio, guarda silencio sobre los grandes pecados que hoy en día son promovidos y compartidos por herejes, ateos, falsos profetas, impíos, luteranos, modernistas, buenos, relativistas, rahnerianos, masones, comunistas, hedonistas, disolutos, sodomitas.

¿Tiene (Fco) miedo de perder el prestigio en el mundo? Pero, ¿qué le importa si ofende a ese Jesucristo del que es vicario?

Por lo tanto, es necesario exhortar al Papa a dosificar mejor y más prudentemente, según los casos y las necesidades, el alimento, el remedio y la medicina ora de la misericordia, ora de la severidad, imitando la conducta del mismo Dios, tan bien narrada en la Escritura, anunciada por los profetas y practicada por todos los Santos Pontífices de la historia.

P. Giovanni Cavalcoli, PO