¿Sabes cómo Me puedes consolar?



«Vengo a descansar en ti: ¡Soy tan poco amado de los hombres! ¡Siempre buscando amor, no encuentro más que ingratitud! ¡Qué pocas son las almas que me aman de verdad!
Quiero que estés dispuesta a consolar mi Corazón siempre que te lo pida, pues el consuelo que me da un alma fiel compensa la amargura de que me colman las almas frías e indiferentes. A veces sentirás la angustia de mi Corazón en el tuyo, pero de este modo me aliviarás. No temas; Yo estoy contigo.
Cuando te dejo tan fría, tomo tu ardor para calentar otras almas.
Cuando te hago sentir tanta angustia es para no descargar mi cólera sobre las almas...
Cuando estás insensible y me dices que me amas, es cuando más consuelas mi Corazón.
Un solo acto de amor, cuando té sientas desamparada, repara muchas ingratitudes de otras almas. Mi Corazón los cuenta y los recibe como bálsamo precioso.
Quiero que me des almas.
Y para ello no te pido más que amor en todos tus actos.
Hazlo todo por amor: sufre por amor, trabaja por amor, sobre todo, abandónate al amor.

Cuando te hago sentir angustia y soledad, recíbelo por amor.
Quiero valerme de ti como una persona cansada se sirve de un báculo para apoyarse.
Quiero poseerte, rodearte, consumirte toda.
Escucha esta palabra: el oro se purifica en el fuego, así tu alma se purifica y fortalece en la tribulación y el tiempo de la tentación es de gran provecho para ti y para otras almas.
Entra en mi Corazón y estudia el celo que lo devora por la gloria de mi Padre.
No temas sufrir si con el sufrimiento, en algún modo, puedes aumentar mi gloria y salvar almas. ¡Valen tanto las almas!...

Por un alma hay que sufrir mucho.

¿No sabes que la Cruz y Yo somos inseparables? Si me ves a Mí verás la Cruz, y cuando encuentres mi Cruz me encontrarás a Mí.
El alma que me ama, ama la Cruz, y el que ama la Cruz, me ama a Mí. Nadie poseerá la vida eterna sin amar la Cruz y abrazar- la de buena voluntad por mi amor.

El camino de la virtud y de la santidad se compone de abnegación y de sufrimiento; el alma que generosamente acepta y abraza la Cruz, camina guiada por la verdadera luz y sigue la senda recta y segura, sin temor de resbalar en las pendientes, porque no las hay...
La Cruz es la puerta de la verdadera vida y el alma que la acepta y la ama tal cual Yo se la he dado, entrará por ella en los resplandores de le vida eterna.
¿Comprendes ahora cuán preciosa es mi Cruz? No la temas... Soy Yo quien te la doy y no te dejaré sin las fuerzas necesarias para llevarla.

¿No ves cómo la llevé Yo por tu amor? Llévala tú con amor por Mí.
Este Corazón es el que da vida al mundo, pero se la da desde la Cruz. Así es necesario que las almas escogidas como víctimas para ayudarme a dar luz y vida al mundo se dejen clavar en esta Cruz, con gran sumisión, a ejemplo de su Salvador y Maestro.

La mayor recompensa que puedo dar a un alma es hacerla víctima de mi amor, de mi misericordia, porque la hago semejante a Mí que soy Víctima Divina por los pecadores.
¿Sabes cómo me puedes consolar? Amándome, sufriendo por las almas, no rehusándome nada.
No me rehúses nada, recuerda que necesito almas que continúen mi Pasión, para contener la ira divina. Yo te sostendré.
Cuando un alma ruega por un pecador con deseo ardiente de que se convierta, mi Corazón encuentra en esta súplica reparación por la ofensa recibida, y la mayor parte de las veces esta alma obtiene lo que pide aunque sea en el último momento.

De todos modos, la oración nunca se pierde, porque repara la injuria que me causa el pecador, y si no éste, otros mejor dispuestos alcanzarán misericordia y recibirán el fruto de esta oración.
Hay almas que durante su vida y también por toda la eternidad están llamadas a darme la gloria que les pertenece darme y la que me hubieran debido dar otras almas que se han perdido...; de este modo mi gloria no sufre mengua, pues un alma justa puede reparar los pecados de otras muchas.

Es tan grande el amor que tengo a las almas, que sufro como un martirio cuando se alejan de Mí, no por la gloria que me quitan, sino por la desgracia que se atraen sobre sí mismas.

Muchas almas corren a su perdición y mi Sangre es inútil para ellas; pero las almas que aman, y se inmolan y se consumen como víctimas de reparación atraen la misericordia de Dios. Esto es lo que salva al mundo.

Busco almas que reparen tantas ofensas, pues mi Corazón se consume en deseos de perdonar. ¡Pobres pecadores! ¡Qué ciegos están!
Yo no deseo más que perdonarlos y ellos no piensan más que en ofenderme... Yo voy tras los pecadores, como la Justicia tras los criminales; pero la Justicia los busca para castigarlos, y Yo, para perdonarlos.

El mundo corre precipitadamente a abismarse en los placeres, y es tanta la multitud de los pecados que se cometen, que mi Corazón está anegado en un torrente de amargura y de tristeza.

¿Dónde encontraré alivio a mi dolor?
Ofrece todo tu ser para reparar tantas ofensas y satisfacer a la Divina Justicia. Si tu indignidad y tus pecados son grandes, ven a sumergirte en el torrente de Sangre de mi Corazón y deja que ella te purifique. Después, acepta generosamente todos los sufrimientos que mi Voluntad te envía para ofrecerlos a mi Padre Celestial. Deja que tu alma se abrase en deseos de desagraviar a un Dios ultrajado y toma mis méritos para reparar tantos pecados.

Dime: ¿Dónde hay un corazón que ame más que el mío y que sea menos correspondido? ¿Qué corazón hay que se consuma en mayores deseos de perdonar? Y en pago de tanto amor, recibo las mayores ofensas.
¡Pobres almas! Vamos a pedir perdón y reparar por ellas: ¡Oh, Padre mío, tened piedad de las almas, no las castigues como merecen, sino tened misericordia con ellas como lo pide vuestro Hijo!

***
Vengo a descansar entre las almas que Yo mismo he escogido. ¡Ojala sepan, por su fidelidad, cicatrizar las heridas que recibo de los pecadores! ¡Ahí ¡Cuán necesario es que haya víctimas para compensar la amargura de mi Corazón y para aliviar el dolor que me causa la maldad de los hombres!

¡Cuántos pecados!... ¡Cómo se pierden las almas! La obstinación de un alma que me ofende hiere profundamente mi Corazón, pero le ternura de un alma que me ama, no solamente cierra la herida sino que aplaca la justicia de mi Padre.

Cuando te envío sufrimientos no creas que por eso te amo menos... Es que necesito remedios para curar las llagas del mundo.
Yo reparo por ti..., tú repara por las almas.
Sí, son muchas las almas que me afligen..., y muchas se pierden... Pero las que más hieren mi Corazón, son éstas que tanto amo y que no se entregan del todo a Mí. Siempre se reservan algo. ¿No les doy Yo mi Corazón entero?

***
Consuélame..., ámame..,, glorifícame con mi propio. Corazón...
Repara con El y satisface con El a la justicia divina...; preséntalo a mi Padre como víctima de amor por las almas..., pero de un modo especial por estas almas que me están consagradas. Vive conmigo... Yo viviré, contigo... Escóndete en Mí, Yo me esconderé en ti... Los dos nos consolaremos mutuamente porque tus penas serán mías y mis penas serán tuyas.


No quiero que las almas se aparten de Mí. ¡Las amo tanto!
Y quiero que sepan que Yo deseo ser su recompensa y su felicidad.


Jesús a Josefa Menéndez. Un llamamiento al Amor