El gobierno de Berlín ha prohibido una protesta prevista contra las medidas establecidas para (supuestamente) contener la "pandemia" de coronavirus.
El evento, programado para el 29 de agosto y que coincide con protestas en otros países, incluyendo el Reino Unido, Francia y Canadá, ha sido clausurado por el Senado de Berlín por temor a que la multitud "viole las actuales leyes de protección contra la infección".
Si le preocupa que esto sea un ataque a las libertades políticas, no se preocupe, Andreas Geisel (Senador del Interior de Berlín), está aquí para tranquilizarnos a todos [nuestro énfasis]:
Esta no es una decisión contra la libertad de reunión, sino una decisión a favor de la protección contra la infección".
Aunque sus afirmaciones de que no era una decisión política se vieron un tanto socavadas, cuando añadió:
[Berlín no será] mal utilizado como escenario para los negadores de la corona... y los extremistas de derecha".
Una protesta similar a principios de este mes atrajo a decenas de miles de personas. Fue descrita como "de derechas" y "antisemita" en la prensa.
El coronavirus tiene un historial irregular, si no totalmente selectivo, cuando se trata de movimientos de protesta. Las protestas antigubernamentales en Bielorrusia, por ejemplo, están exentas de ser "peligrosas". Al igual que las protestas de los resultados de nivel A en el Reino Unido.
En los Estados Unidos, y en todo el mundo, las protestas de Black Lives Matter - lejos de ser consideradas como posibles riesgos de contaminación grave - fueron aplaudidas por los trabajadores de la salud, e incluso se les concedió una dispensa especial por violar las medidas de cierre en muchos países (incluyendo Alemania).
En una carta abierta de 1.200 trabajadores de la salud se calificaba el racismo como "un problema de salud pública" y se decía que era demasiado importante para detener las protestas en nombre de la no propagación de la enfermedad.
Parece que si la gente adecuada considera su protesta "importante", elimina todo riesgo de propagación de covid19. Este coronavirus es un operador políticamente inteligente, que permite a los gobiernos ser muy quisquillosos sobre qué protestas son peligrosas y cuáles son necesarias.
¿Seguirán otros países el ejemplo de Alemania?