Eran los primeros siglos de la Iglesia, cuando en el papado casi de manera constante florecía la santidad. En el año 199, cuando murió el papa San Víctor I, y el clero de la ciudad eterna quiso que Dios manifestase su voluntad escogiendo al nuevo Papa.
Y Dios respondió solícito. Una paloma se posó sobre la cabeza de Ceferino y luego desapareció. Era la señal dada por el Espíritu Santo. El Papa fue Ceferino.
Nombró a Calixto como archidiácono de Roma, quien lo sucedería. Calixto, muy versado en las ciencias teológicas, fue apoyo fundamental en el papado de Ceferino.
Favoreció la primera comunión para los jóvenes
Entre sus obras se destaca que Ceferino estableció que los jóvenes, después de cumplir los 14 años, hiciesen la primera comunión en la Pascua. Igualmente hizo que los cálices no fueran de madera, introdujo la patena, la lámina de metal que se coloca bajo la boca del comulgante para dar una protección adicional al Santísimo Sacramento.
Le tocó el imperio de Severo, que aunque se había mostrado neutral con los cristianos, al final publicó un edicto de persecución.
Su caridad se mostraba al visitar los refugios donde se ocultaban cristianos, los animaba con sus palabras y les daba limosnas para que sobrevivieran. También visitó a cristianos en la cárcel, y algunas veces los fortaleció mientras eran torturados.
Después de 9 años de persecución, murió el emperador Severo, y acabó por un tiempo la saña. Pero el demonio no se detuvo y aprovechó para difundir la herejía, que el Papa enfrentó con decisión.
Sucede a Severo, Caracalla, que no mostró especial crueldad contra los seguidores de Cristo. Pero la persecución se reinicia con especial odio cuando en el año 217 sube al trono Macrino.
No se sabe si el Papa San Ceferino murió en la persecución de Macrino, o lo hizo de muerte natural.
Catholic.net/GaudiumPress