La simonía de Bergoglio y la vacuna (un monseñor)



Estimados amigos de Stilum Curiae, monseñor Ics ha leído una noticia en el sitio web Vatican News, que informamos al final del artículo, que lo hizo enfurecer realmente. Y me parece dificil que se equivoque. La homologación acrítica de esta Iglesia a los poderes del mundo se está llevando a cabo a un ritmo acelerado.


Estimado Tosatti, sigo soñando que un obispo plante (como hizo Lutero) en la puerta de Santa Ana las tesis que condenen por simonía a Bergoglio y a toda la Congregación para la Doctrina de la Fe que define “moralmente aceptables” las vacunas anti-Covid, las cuales utilizan líneas celulares provenientes de fetos abortados en su proceso de investigación y producción.

Amigos de Stilum Curiae, como ya he escrito la semana pasada, ahora la Iglesia de Bergoglio se ha convertido en una agencia de autoridad moral que vende indulgencias.

Vende indulgencias, es decir, vende legitimaciones morales a proyectos y a personas amorales e inmorales. Lo está haciendo desde hace al menos siete años (desde la exhaltación de Pannella, Bonino, Napolitano, hasta la exhaltación de los malthusianos-ambientalistas de Obama, la santificación del Reseteo de Davos o el Pacto Global en Educación), pero no lo habíamos advertido, pensábamos que eran provocaciones para hacer crecer la popularidad en el mundo, con el objetivo de dialogar.

Pero no, era y es un comercio simoníaco de legitimación moral de actos pecaminosos.

No está claro cómo se paga por ahora, pero lo descubriremos pronto.

Así como Simón el mago trató de comprar (al peso en oro) de los apóstoles de Cristo (Pedro y Juan) el poder de otorgar los dones del Espíritu Santo, de la misma manera Bergoglio vende el poder de Dios mismo para legitimar acciones que producen dinero, dinero y más…

Hoy, a las compañías farmacéuticas, legitimando las vacunas anti-Covid producidas con restos de fetos abortados voluntariamente.

Después de todo, dirán algunos, se trata solamente de tejidos provenientes de cadáveres que se deberían incinerar o utilizar. Ya los abortistas gritan fuerte: <¡el aborto salva la vida!>, porque el uso de fetos abortados usados para hacer vacunas impide otros abortos debido a enfermedades tratadas con la vacuna (piénsese en la rubéola).

Sabemos bien cómo los Comités de Bioética aprueban estas prácticas con fines terapéuticos, pero con muchas condiciones. Pero estas condiciones nunca se han observado, quizás ni siquiera han sido controladas.

Ahora que un fin bueno no justifica medios malos es una consideración que provoca risas, siempre habrá un Bergoglio que se pregunte: “¿quién soy yo para juzgar?”.

El bueno de Georges Bernanos escribió que si se aceptaba esta regla maquiavélica, el proceso de corrupción sería irreversible, porque en este punto se produciría el medio mismo antes de tener que justificar el fin.

Tosatti, disculpe, estoy disgustado por tanto cinismo.

Me avergüenzo de demasiados cohermanos.

Querido Viganò, siempre espero que sea Usted quien vaya a pegar estas tesis en la puerta de Santa Ana.

Yo, si quiere, le traigo los clavos y el martillo.

¡Dése prisa!

Monseñor ICS


vaticannews

marcotosatti.