¿Por qué ir a Misa con frecuencia?



Nuestro Señor Jesucristo reveló a Santa Matilde, que aquél que tuviese la piadosa costumbre de asistir devotamente a la Santa Misa, sería consolado en el instante de la muerte con la presencia de los Ángeles y Santos, sus abogados, que le protegerían contra las acechanzas del infierno. ¡Ah! ¡Qué dulce será tu muerte si durante la vida has oído Misa con devoción y con la mayor frecuencia posible!

La segunda razón que debe moverte a asistir al Santo Sacrificio es la seguridad de salir más pronto del purgatorio y volar a la patria celestial. Nada hay en el mundo como las indulgencias y la Santa Misa para alcanzar el precioso favor, la gracia especial de ir derechamente al cielo sin pasar por el purgatorio, o al menos sin estar mucho tiempo en medio de sus abrasadoras llamas. 

En cuanto a las indulgencias, los Sumos Pontífices las concedieron pródigamente a los que asisten con devoción a la Santa Misa. Respecto a la eficacia de este Divino Sacrificio para apresurar la libertad de las almas del purgatorio (…) debiera bastar el ejemplo y autoridad del Venerable Juan de Ávila. Hallábase en los últimos instantes de su vida este gran Siervo de Dios, que fue en su tiempo el oráculo de España, y preguntado qué era lo que más ocupaba su corazón, y qué clase de bien sobre todo deseaba se le proporcionase después de su muerte. "Misas, respondió el Venerable moribundo. Misas, Misas".

Sin embargo, si me lo permites, te daré con este motivo y de muy buena gana, un consejo que creo importantísimo, y es: que durante tu vida, y sin confiar en tus herederos, tengas cuidado de hacer que se celebren aquellas Misas que desearías se celebrasen después de tu muerte, y tanto más, cuanto que San Anselmo nos enseña que una sola Misa oída o celebrada por las necesidades de nuestra alma mientras vivimos, nos será más provechosa que mil celebradas después de nuestra muerte.


San Leonardo de Porto-Mauricio (1676-1751)

EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA