¿Somos buenos instrumentos de la gracia?


El cristiano ha de ejercitar en su tarea apostólica otras virtudes humanas para ser buen instrumento del Señor en su misión de recristianizar el mundo: fortaleza ante los obstáculos que de un modo u otro se presentan en toda tarea apostólica; constancia y paciencia, porque las almas, como la semilla, tardan a veces en dar su fruto, y porque no se puede lograr en unos días lo que quizá Dios ha previsto que se realice en meses o en años; audacia para sacar en la conversación temas profundos que no surgen si no se provocan oportunamente, y también para proponer metas más altas que nuestros amigos no vislumbran por sí mismos; veracidad y autenticidad, sin las cuales es imposible que exista una verdadera amistad...

Nuestro mundo está necesitado de hombres y mujeres de una pieza, ejemplares en sus tareas, sin complejos, sobrios, serenos, profundamente humanos, firmes, comprensivos e intransigentes en la doctrina de Cristo, afables, justos, leales, alegres, optimistas, generosos, laboriosos, sencillos, valientes..., para que así sean buenos colaboradores de la gracia, pues «el Espíritu Santo se sirve del hombre como de un instrumento», y entonces sus obras cobran una eficacia divina, como la herramienta, que de sí misma sería incapaz de producir nada, y en manos de un buen profesional puede llegar a realizar obras maestras.

¡Qué alegría la de aquellos hombres cuando vuelven con el amigo sano del cuerpo y del alma! El encuentro con Cristo estrechó aún más su amistad, como ocurre en todo apostolado verdadero. No olvidemos nosotros que no existe enfermedad que Cristo no pueda curar, para no dar como irrecuperables a gentes a las que cada día debemos tratar por razón de estudio, de trabajo, de parentesco o de vecindad. Muchos de ellos se encuentran como impedidos para acercarse más a Jesucristo: nosotros, ayudados por la gracia, debemos llevarlos hasta Él. Un gran amor a Cristo será lo que nos impulsará a una fe operativa, sin respetos humanos, sin pararnos en las lógicas dificultades que hallaremos. Cuando nos encontremos hoy cerca del Sagrario no dejemos de hablar al Maestro de esos amigos que deseamos llevarle para que Él los cure.



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