De las enseñanzas de Jesús a Sor Consolata



¡Consolata, tú sabes cuánto te amo! Mira, mi Corazón es divino, sí, pero humano como el tuyo y por tanto Yo tengo sed de tu amor, de todos tus pensamientos; lo quiero todo.

Yo pensaré en todo, también en las almas y tú piensa sólo en Mí; tengo sed de tu amor. Entonces ningún pensamiento, sería espina para mi cabeza.

Dame todas las palabras, las quiero todas; quiero un silencio continuo, te quiero toda mía.

Haz silencio siempre, sé avara también de las palabras necesarias, da en cambio una sonrisa a todos y conserva siempre tu rostro sonriente.

Olvida todo y a todos y piensa sólo en amarme más; concentra todo tu pensamiento, los latidos de tu corazón y el silencio en esta única cosa: amar.

Di adiós para siempre a todo pensamiento, a toda palabra; deja que todos hagan lo que quieran; tú permanece en Mí, darás mucho fruto, porque Yo actuaré en ti.

Todo tu cuidado sea estar bien unida a la “Vid”, no te separes de “Jesús solo” ni siquiera con un pensamiento (Yo pienso en todo), ni siquiera con una palabra no pedida.

Mira, Consolata, los pensamientos que te vengan y que tú no los quieres, no son infidelidad.

La lucha de los pensamientos inútiles te la dejo, porque te es meritoria. Cuando no se desea más que amar, amar, todo lo que obstaculiza este amor viene a ser meritorio, ¿entiendes?

Yo permito esta lucha molesta de pensamientos, que te oprime, porque me da gloria y almas. Ofrécemela a cada instante: “¡por Ti y por las almas!” estos pensamientos que no quieres y que surgen continuamente desde cuando te levantas hasta cuando te acuestas, para impedirte amar y Yo los cambio en gracias y bendiciones para las almas.

Mira, el enemigo lo que quiere es impedirte el acto de amor continuo ("Jesús, María os amo, salvad almas"). Esto es el por qué de esta molesta lucha de pensamientos. Cualquier pensamiento, aunque bueno, con tal de que tú no ames, a él le basta.

¡La virginidad de mente te hace bella e inmaculada, el acto de amor continuo (te hace) ardiente como te quiero!


CAPÍTULO V RESPUESTA A ALGUNAS PREGUNTAS

36.- ¿Practicar el incesante acto de amor puede resultar opresivo al espíritu?

1-) Que practicar el incesante acto de amor requiere un esfuerzo no común de voluntad y de energía y por tanto, costoso a la naturaleza humana, nadie lo niega: No se tiene tampoco que olvidar que, en la ascesis espiritual, todo cuesta, aún un sólo paso en la virtud. De hecho: “El reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan” (Mt 11, 12). Jesús no le presentó a Sor Consolata el incesante acto de amor como un consuelo, sino como una cruz, sobre la cual realizar su holocausto de amor y de dolor por las almas.

2-) Que puede ser agobiante por el espíritu, no se puede afirmar de modo tan absoluto, hay que distinguir:

a-) Para las almas que se olvidan de Dios, que no tienen ni siquiera un latido de su corazón para Él, este acto no sólo es agobiante, sino que no tiene sentido. Sería como pretender que un muerto camine. Para estas almas es necesario restituir la gracia con una buena confesión.

b-) A las almas que se empeñan en la virtud, este acto, en vez de agobiar el corazón, se los dilata en más amplia respiración y hace experimentar, con la Bondad de Dios, su Fidelidad inalterable.

c-) Cuando el alma crecida en el amor es elevada al grado del amor perfecto, ella experimenta en este acto la expresión más bella de la vida. Para estas almas sincera y fuertemente decididas a vivir la vida de amor en toda su perfección, el incesante acto de amor representa, en vez de una opresión, una verdadera “liberación” de espíritu. Lo prueba la experiencia de muchas Pequeñísimas. Mientras antes torturaban el espíritu en la busca de una vía, de un medio para satisfacer su deseo de amor y de almas, ahora se sienten plenamente realizadas, libres y felices. En el caminito y más aún en el incesante acto de amor, ellas han encontrado lo que fatigosamente buscaban. El acto de amor ha llegado a ser de tal manera la vida de su vida espiritual, hasta no poder hacer menos que sentir un vacío, cuando lo han omitido.

3-) Además, Jesús no pide a todas las almas en la misma medida y aún entre las Pequeñísimas, hay una infinidad de grados en la perfección del amor. Además, Jesús ofrece el acto de amor aunque sólo frecuente, a la gran mayoría de las almas.