La sierva de D. Eduviges Carboni habló con Stalin



Vitalia Scodina certifica: Eduviges me contó que una tarde había visto una multitud de soldados partir hacia Rusia. En medio de ellos estaba el sagrado Corazón de Jesús que los acompañaba y les decía: “Id a conquistar aquellas tierras y, después que las hayáis conquistado, volveré y reinare allí”.

En setiembre de 1941 escribe en el Diario: La otra tarde, mientras rezaba, fui llevada en espíritu y vi delante un inmenso número de soldados italianos, alemanes, rusos e ingleses. Disparaban unos contra otros fusiles y cañones. Se sentía que una nación era enemiga de la otra. Daba miedo sólo verlos de lejos. En medio de los soldados, se presentó Jesús y dijo: “Todos sois mis hijitos, los amo a todos y siempre los he amado, por todos he derramado mi sangre. Amaos, amaos. ¿Por qué tanto derramamiento de sangre? ¡Cuánta sangre vi derramarse en pocos minutos! Yo temblaba de miedo.

El padre Ignacio nos asegura: Un día el Señor se sirvió de Eduviges para aliviar las penas del cardenal Mindszenty, encarcelado por los comunistas. En espíritu, ella se encontró en la prisión donde estaba el purpurado y lo animó y le llevó alivios, incluso materiales.

Paulina recuerda: Dos veces me ha contado ella que fue llevada a las cárceles donde estaba encerrado el cardenal Mindszenty y conversó con él junto conNuestro Señor...OtrasdosvecesfuellevadaenéxtasisaMoscú.Entróenel Kremlin en la habitación de Stalin y lo vio agitar los puños diciendo: “Yo soy el fuerte, terrible enemigo de Dios”. Esto me lo ha contado ella misma.

Por su parte, escribió el 9 de agosto de 1941 en su Diario: Ayer por la tarde... vi a Stalin sentado en una mesa donde escribía con grandes letras estas palabras: “Yo soy el fuerte y terrible enemigo de Dios”. Tenía una mirada fea y me dio miedo mirarlo. Stalin enviaba tropas de soldados para masacrar las tropas de soldados católicos y yo gritaba a nuestros buenos soldados: “Adelante, valientes”. Y así, gritando, me desperté.

Vitalia Scodina asegura: Un día que yo me encontraba en casa de Eduviges con Paulina, la vimos absorta en oración y le oímos decir: “Tú te debes convertir, pero si quieres ser enemigo eterno de Dios lo serás”. Cuando salió del éxtasis, su hermana le preguntó a quién se refería y respondió que había estado en la habitación de Stalin en Moscú y que, después de haber atravesado enormes salones, custodiados por guardianes, llegó a la vista del dictador. A sus invitaciones a la conversión le había respondido: “No me convertiré jamás, quiero ser enemigo eterno de Dios”.



Extracto del libro del Padre ÁNGEL PEÑA O.A.R.

EDUVIGES CARBONI, EL PERFUME DE DIOS