1-Establezca el Rosario como una norma de su plan de vida.
Comprométase: el amor exige compromiso.
Disciplina.
No se abandone a las ganas. No confunda el sentir con el querer.
¿Tiene usted un plan de vida espiritual? ¿Estaría dispuesto?
2-Tenga varios rosarios, fáciles para rezar, en lugares estratégicos para que no se interrumpa esa norma de amor.
3-Recogimiento
Preste atención.
Haga acto de presencia de Dios.
Rectifique la intención.
4-Adapte el rezo a su personalidad, a su estado de vida y situación del momento.
Música / Ilustración-disposición del lugar / Estar quieto o en movimiento / Acompañado o solo / De un tirón o durante el día / En lengua vernácula o en latín. Etcétera.
5-Rectifique la intención cuando se perciba distraído.
En paz, serenidad… y hasta buen humor, con amor.
Métase de lleno: con ganas, con el ánimo que transmiten los misterios meditados.
Pida a su ángel de la guarda.
Nunca se frustre por las distracciones o la monotonía. (Recuerde la Fe, la Esperanza y la Caridad.)
6-Concéntrese en los misterios a meditar.
Creyendo, amado y dispuesto a obedecer.
7-Adopte la forma más breve que pueda destacando lo esencial.
1. Presentación o introducción,
2. Meditación de los misterios (gozosos, dolorosos, gloriosos, luminosos),
3. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
8-¡Disfrútelo!
Tenga muy presente que hacer el santo Rosario es contemplar la persona, la obra y la gloria del Señor Jesús, junto a su santa Madre.