Conversión de un matrimonio luterano



Durante toda su vida, Tomas y Tanja Bogardus se criaron en un entorno arraigado en el luteranismo, practicado por sus familias durante generaciones. Estudiando filosofía, a Tomas le impactó descubrir que todo lo que creía saber sobre la Iglesia estaba alejado de la realidad. El joven matrimonio comenzó a investigar la doctrina católica y llegaron, por distintos caminos, a una misma conclusión. Abrazaron la fe católica y su hija fue la primera de ambas familias en ser educada en la Iglesia. 

“No sabía de lo que estaba hablando”

Como han contado en California Catholic Daily, Tomas y Tanja crecieron en la iglesia luterana del Sínodo de Missouri. Desde preescolar hasta secundaria asistieron a escuelas protestantes, donde cada año les enseñaban los errores del catolicismo. "Nos presentaban la historia de la Iglesia como si, después del Nuevo Testamento, no hubiese ocurrido mucho hasta la llegada de Martín Lutero”.

Estudiando el posgrado de filosofía en la Universidad de Texas, Tomas entabló relación con no pocos católicos. “Hablábamos de nuestras creencias religiosas y exponía las objeciones al catolicismo que me habían enseñado. Me molestó mucho ver la facilidad con la que refutaban todas estas objeciones y la rapidez con la que me di cuenta de que, realmente, no sabía de lo que estaba hablando".

Aferrada a su familia e identidad, no estaba preparada

Sorprendido, Tomas investigó los errores teológicos de la Iglesia. “Resultó que no pude encontrar nada. De hecho parecía que los católicos tenían razón”.


Para Tanja fue más complicado. “Ser luterana era parte de mi identidad, y no parecía haber buenas razones para cambiarlo. Si todos amamos a Jesús, ¿Cuál es el problema?”, se preguntaba.

“No entendía como Tomas se hacía esas preguntas con una unión tan consolidada entre nuestras familias luteranas”. Sin embargo, “Tomas me mostraba amablemente cómo los luteranos no tenían buenas respuestas a las objeciones. Pero pasar de luterano a católico parecía un gran salto. No estaba preparada para hacer eso”.

Ni católico ni luterano, un profesor le ayudó

“Llegó un momento en que no era ni católico ni luterano”, pero Tomas “todavía pensaba que los católicos adoraban estatuas y a María o que creen en la salvación solo por las obras”.

En plena crisis, conoció un profesor de filosofía que se había convertido, precisamente del Sínodo de Missouri -donde se criaron Tomas y Tanja- al catolicismo. “Era exactamente eso lo que estábamos haciendo, un año después”.

“Se llamaba Rob Koons, de la Universidad de Texas. Escribió un libro que fue de gran ayuda en nuestra conversión, Un luterano por el catolicismo. Encontrando el camino perdido a casa. Sus argumentos me convencieron”, dice Tomas.

"Un luterano por el catolicismo", de Robert C. Koons, tuvo un importante papel en la conversión del matrimonio. 

Un difícil acto de confianza en su esposo

“Lo que hice fue un acto de fe y confianza en mi esposo de que estaba haciendo lo que creía mejor para nosotros. Tenía la esperanza de que todo funcionaría, que tendríamos la sensación de ser bienvenidos a la Iglesia y que nuestros padres lo superarían”.

Tomas estaba totalmente seguro, “porque él se convirtió con la razón, tenía los argumentos y es todo lo que necesitaba. Pero yo estaba apegada emocionalmente a mi fe y mi educación. Todos en mi familia alemana eran luteranos, y eso era un sinónimo de mi identidad. Sentí que me estaba apartando de ellos, pero entendí que realmente eran ellos los que continúan protestando y no regresan. Sentíamos que contribuir de esta pequeña manera para paliar el cisma era nuestro deber”. Su último acto como luteranos fue el bautismo de su hija.

El Éxodo, un anticipo del plan de salvación

“Tras profundizar en la doctrina cristiana, Tomas concluyó que “el pilar principal de la Reforma fue la doctrina de la justificación. Y hay muchas disputas verbales entre luteranos y católicos que usan esta palabra de diferentes formas”.


“Pero parecía que las Escrituras enseñaban la doctrina católica, y que la luterana era una innovación. Algo que noté sobre el patrón de las herejías fue que se eliminaban algunos libros incómodos para sus enseñanzas. Cuanto más leía la visión de Lutero del libro de Santiago y cómo quería deshacerse de él, empecé a pensar: `Oh, no, eso es algo que hacen los herejes´”. 

“La última pieza que encajó fue que comencé a ver el Éxodo como un anticipo del plan de salvación que se cumplió en el Nuevo Testamento. Esas fueron las razones principales por las que decidí cambiar”.


Aceptó a María para convertirse

Lo que más difícil le resultó a Tanja fue el papel de la Virgen María. “Fue muy difícil. Nos decían que no era importante, que fue elegida al azar, que pecó y que tenía más hijos. La visión de los católicos era muy extraña, pero tenía que aceptar creerlas para poder convertirme”.

“Siempre me han enseñado que si la Biblia no dice algo, no hay razón para creerlo. Si hubiéramos tenido un gran sacerdote o un director espiritual, habríamos obtenido esas respuestas de alguien. Pero tuvimos que hacerlo nosotros, que encontrar la doctrina y los escritos y leerlos nosotros mismos". De no ser por Tomas, explica, "es posible que nunca hubiéramos encontrado las respuestas”.

Tanja lloró el día de su conversión, “y no fueron lágrimas de alegría. Fue muy difícil. Todavía tenía muchas dudas, pero confiaba en que era lo correcto. Para mí, me ha llevado unos diez años llegar a ser verdaderamente católica, sentirme como en casa y amar la Iglesia”. Durante su conversión, destaca especialmente la ayuda de Kendra Tierney y su libro, Católico todo el año, sobre la vivencia cotidiana de las prácticas tradicionales de la Iglesia y el catolicismo.

Conocían el catecismo mejor que los catequistas

“Cuando mi hija iba a catequesis de primera Comunión, una adolescente le daba las clases. No seguía el libro que se suponía que tenía que leer y se le permitió improvisar. Cuando le preguntaron por qué bautizamos a los bebés, ella le respondió que es porque heredan los pecados de sus padres a través del canal de parto”.

“Quizá quería referirse al pecado original, pero lo que dijo no era cierto, y esos niños no tenían claro por qué bautizamos a los bebés. Sacamos a nuestra hija de esa clase y encontramos otra más lejos, a casi una hora en coche, pero valía la pena porque conocíamos al sacerdote, y le enseñaba directamente el catecismo”.

“Eso me frustró”, admite Tanja. “Habíamos trabajado tan duro para encontrar la verdad y nosotros conocíamos la doctrina mejor que los propios catequistas de los niños”.

La primera católica en la familia desde la infancia

"Nuestra hija es la primera católica desde su infancia en toda nuestra historia familiar. Nunca quise que ella se sintiera como una extraña como nosotros. Cuanto más aprendí por ella, más llegué a apreciar a los santos y lo que nos enseñan. Y ahora tiene santos favoritos y una devoción especial a Nuestra Señora de Guadalupe. Ha sido una especie de punto de inflexión para nosotros en la forma en que amamos y apreciamos a María".


ReL