En otro caso una mujer comenzó a practicar Reiki, y entonces empezó a invocar el espíritu de su padre fallecido, al que quería y echaba de menos. Sin embargo, acabó relacionándose con un demonio, que se burlaba de ella y la atormentaba. Estaba aterrorizada y buscaba nuestra ayuda.
Otra familia vino con los síntomas comunes de una opresión demoníaca. Las cosas se habían puesto tan mal que la esposa, desesperada, había pedido ayuda a una bruja local. La mujer hizo sus rituales mágicos sobre la familia, intentando librarla de sus problemas. Inmediatamente después, los síntomas empeoraron.
En cada uno de estos casos, y en muchos otros, las personas tenían buenas intenciones. Sin embargo, todos ellos empeoraron su situación al realizar prácticas prohibidas. En relación con ellas, la Iglesia católica ha hecho advertencias públicas explícitas:
*La Santa Sede ha prohibido la pertenencia a las asociaciones masónicas y, ya en 1983, llegó a afirmar: "Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en estado de pecado grave".
*La USCCB publicó un documento denunciando el Reiki y advirtiendo sobre la invocación de "energías vitales universales".
*El Catecismo Católico (#2116) rechaza toda forma de adivinación y conjuración de los muertos.
*El Catecismo (#2117) también advierte contra todas las formas de "magia o hechicería, por las que se intenta domar los poderes ocultos, para ponerlos a nuestro servicio y tener un poder sobrenatural sobre los demás -aunque sea para restablecer su salud- son gravemente contrarias a la virtud de la religión."
Mientras que algunos podrían considerar estos documentos como ejemplos de mano dura eclesiástica y/o una reacción exagerada, nuestra experiencia directa sugiere que son advertencias oportunas para nuestra protección. En el fondo, los mandamientos de Dios y las enseñanzas de la Iglesia están pensados para mantenernos a salvo y son guías para un buen viaje hacia el Reino.
Nuestro equipo tiene mucho cuidado de llevar a cabo nuestro ministerio en completa obediencia a las enseñanzas de la Iglesia, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. Sabemos de exorcistas que no lo han hecho, con resultados previsiblemente desastrosos.
La obediencia humilde es una gran protección y un arma poderosa para expulsar el mal.