Os espero para daros 7 coronas


Enero 26/08  a Agustín del Divino Corazón



Jesús dice:


Como gotas de rocío llego a vosotros para daros regalos, regalos de mi Divino corazón, porque jamás se agotarán mis reservas. Estoy a la espera, a que os decidáis en el silencio de la noche. Buscadme a escondidas porque en algún lugar os espero para daros siete coronas, coronas de oro que os tenía guardadas con muchísimo amor para entregároslas en el momento de vuestro sí, porque quiero que dejéis vuestra pobreza espiritual y os hagáis ricos. Estas riquezas os permitirán ir construyendo vuestra casa en el cielo, casa que nunca será derribada porque la cimentaste en la roca firme de mi Sagrado Corazón. 

Pequeñito mío os hago entrega de la corona del perdón, perdón que sanará vuestro corazón herido, corazón que será cicatrizado porque el óleo de mi amor os unge con gran suavidad y con gran dulzura porque os amo.

Os perdono porque sois hijos amados, hijos que necesitan de mi abrazo, abrazo de Padre.

Os perdono porque sé de vuestras debilidades, de vuestras caídas y de vuestras luchas por ser un alma nueva.
Os perdono porque en mi Divino Corazón no hay espacio para el rencor, para el resentimiento.

Os perdono porque actuabas por ignorancia, no premeditabas los hechos.
Os perdono porque, aún, no conocías del gran amor que os tengo, amor que os desarma, amor que os atrae.

Si Yo perdono vuestro pecado, vuestra insensatez, perdonad también vosotros, pequeños míos, porque un corazón que sabe perdonar es un corazón libre, apto para amar, apto para ser perdonado cuando sea recibido en la Casa de mi Padre.

Pequeñito mío, recibidme la corona de la misericordia para que asemejéis vuestro corazón con mi Divino Corazón, porque es rico en misericordia, misericordia para con el pecador, porque el pecado lo alejó de mi camino, camino único que os salva.

Misericordia para con el enfermo, porque sé de vuestras dolencias, dolencias que os aquejan, dolencias que os quitan paz, dolencias que os entristecen.
Dolencias que os hacen sentir mal.

Dolencias que bajan vuestro estado de ánimo.
Dolencias que necesitan ser sanadas por el médico Divino, que os cura, que os ama en mayor proporción al amor que os puede dar una criatura.Misericordia para cuando regreséis de nuevo a Mí, porque os espero para abrazaros y para llorar juntos vuestro pecado. Pecado que ya ha sido perdonado, porque caro ya he pagado por vosotros.

Pequeñitos míos, abrid vuestras manos que os quiero entregar la corona del amor, porque el amor es medicina para los enfermos, luz para los ciegos, voz de aliento para los tristes, alimento para los hambrientos, vestido para los desnudos.

El amor es ungüento que sana el corazón maltratado.
El amor es ungüento que calma el dolor.
El amor es ungüento que une partes fragmentadas, las restituye en una sola pieza.
El amor une a los divididos.
El amor reaviva los colores de vuestro corazón y os da ánimo para vivir.
Yo soy el amor, el amor verdadero, no fingido, no calculador como el amor de algunos hombres.
Yo soy el amor, el amor que os atrae, el amor que os deslumbra, el amor que no manipula porque el amor no coarta, no reprime.
Vivid amando y amad viviendo, ya que el amor es un eterno manantial que os mantiene frescos, lozanos, jóvenes.


Recibidme ahora la corona de la pureza porque puro es mi Corazón, corazón libre de pecado, corazón libre de toda atadura, corazón libre de toda mancha.
La pureza os dará un corazón limpio.
La pureza es el río de la gracia que os embellece.
La pureza os viste de blancura, de resplandor.
La pureza adorna vuestra cabeza con aureolas de santidad.

La pureza os da alma de niños y espíritu de ángeles.

La pureza os da perfume, nardo celestial que os oloriza. La pureza os ciñe cinturones, cinturones para almas cándidas, almas inocentes.
La pureza os reviste en la tierra con los ropajes que recibiréis en el cielo.
La pureza os hace distintos, distintos porque sois hijos de mi predilección.


Caminad en pos de Mí, para que recibáis de mis benditas manos la corona de la santidad, santidad que os exige renuncia, desprendimiento y coraje para emprender un nuevo camino, camino que os acerca a Mí; camino que os abre un espaciecito en el cielo porque para entrar en él debéis ser santos como Yo soy Santo.


Os hacéis santos si guardáis mis mandamientos.
Os hacéis santos si vuestra vida es toda claridad.
Os hacéis santos si sois semejantes a Mí.
Os hacéis santos si vuestro corazón apunta siempre para el cielo y no para la tierra.
Os hacéis santos si sois de Dios y para Dios.
Os hacéis santos si vuestra meta es el cielo.
Os hacéis santos si poco os importa las cosas del mundo. Os hacéis santos si vivís en el amor y para el amor.


Os hacéis santos si hacéis de la Sagradas Escrituras vuestro libro de predilección, vuestra obsesión de vida. Os hacéis santos si evitáis entrar por la puerta ancha, porque angosta es la puerta que os da la entrada al cielo. No tengáis miedo en acercaros a Mí, porque os entregaré la corona de la cruz, cruz que os hace mis Cirineos. Cruz que os libera porque el sufrimiento aceptado os redime. Cruz que os quita las cadenas de la esclavitud del pecado. Cruz que os cristifica, que os hace semejantes a Mí.

Sobrellevad vuestra cruz con amor, no tengáis temor en abrazarla. Ella es el madero que os da alas para que voléis al cielo.
En la cruz vuestro dolor será dulce espera, espera a que llegue vuestro Maestro de la vida y se lleve consigo vuestra vida.

En la cruz, crucificáis las bajezas de vuestro hombre terreno.
En la cruz vuestra vida tiene sentido, sentido de amor como Yo amo; sentido en perdonar, como Yo perdono. Sentido en buscar almas para salvarlas.

Amad mi cruz, porque allí llegué para salvaros.
Amad mi cruz porque allí llegué para cancelaros vuestra deuda.
Amad mi cruz, porque allí llegué para dar fin a la muerte e inicio a una nueva vida.


Por último os entrego la corona del desprendimiento, desprendimiento del mundo, porque el mundo os obnibula. Desprendimiento de vosotros mismos porque ya no os pertenecéis, me pertenecéis.
Desprendimiento de vuestros bienes terrenales, bienes que mueren, perecen.
Desprendimiento de vuestro pecado, pecado que os cuesta dejar.
Desprendimiento en hacer vuestra voluntad, porque me la donaste.
Desprendimiento a cosas que os paralizan, que no os deja ser como hijos de Dios.
Desprendimiento a toda tiniebla, a toda oscuridad para que mi luz os abrace, mi resplandor os arrope. 

Desprendimiento en no buscar amores terrenos, porque habéis encontrado el amor celestial que os llena, que os da calor, que os da seguridad porque se lleva vuestros miedos, miedos que son vencidos, derrotados. Desprendimiento, aun, de vuestros seres queridos porque quien se aferra a ellos, aún, no han entendido lo que es la verdadera vida, vida de gozo y delicias en el cielo.