No tenéis que entender los Caminos de Dios, sólo aceptarlos

 


 23 de mayo de 2014 

Mi querida y amada hija, venid todos los que me amáis y traedme vuestro amor, porque estoy muy necesitado de consuelo.

Soy vuestro Jesús, el Hijo del Hombre, Salvador del mundo y sin embargo lloro.

Toda gracia otorgada al hombre me es devuelta por las almas ingratas.

Mi corazón generoso está abierto para atraerlos a todos hacia mí, pero vosotros lo rechazáis.

Incluso los que me aman no me dedican su tiempo.

En lugar de hablar conmigo, habláis entre vosotros de mí.

Hablar demasiado del misterio de los planes de Dios y de lo que está por venir puede causar distracción y confusión.

Demasiados análisis y supuestos debates intelectuales os alejan de mí.

No tenéis que entender los caminos de Dios, simplemente debéis aceptarlos.

Nunca os pedí que entendierais el misterio de mi Divinidad, porque las almas que me aman de verdad me amarán por lo que soy y no por lo que aporto.

No buscarán la gloria para sí mismas.

No desarrollarán su espiritualidad para limitarse a ganar un puesto en mi Reino.

Nunca utilizarán su conocimiento de mí de forma jactanciosa para ganar puntos.

Las almas que residirán en mí son las almas que no piden nada, sólo piden para el bien de su propia alma y la de los demás.

Cuando digáis que me representáis, no habléis y gritéis sobre lo mucho que decís que me conocéis.

Simplemente debéis mostrar amor a los demás y seguir mis enseñanzas con un alma vacía de orgullo.

Entonces, si sois verdaderamente míos, pasaréis menos tiempo tratando de determinar lo que os he dicho; lo que os he enseñado y lo que he prometido.

Os pido que vengáis a mí y paséis más tiempo en tranquila contemplación conmigo.

Cuando hagáis esto, me revelaré a vosotros con más claridad y sabréis en vuestros corazones lo que realmente significa servirme de verdad.

Vuestro Jesús



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